CITA RETROSPECTIVA
El cine catalán se va al MoMa de Nueva York
Una muestra titulada Los años radicales del cine catalán mostrara películas realizadas entre 1968 y 1978 que conjugan política y vanguardia.
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Quim Casas
El cine realizado en Catalunya ha tenido épocas muy radicales. La producción de género policíaco de los años 50 y primeros 60 es muy emblemática, con propuestas más arriesgadas que las realizadas en Madrid. La influyente concepción de un nuevo cine documental, mezclado con elementos de ficción, surge en Catalunya a finales de los 90 y cristaliza en figuras como Joaquim Jordà, José Luis Guerin y, más tarde, Isaki Lacuesta. No hubo nada más radical en la época dura del franquismo que la Escuela de Barcelona representada por el mismo Jordà, Pere Portabella, José María Nunes y Jacinto Esteva. Y el cine underground de Antoni Padrós puede equipararse con el de Iván Zulueta y Udolfo Arrieta.
La muestra que exhibirá el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa) desde el próximo 25 de octubre hasta el 10 de noviembre, comisariada por Esteve Riambau (director de la Filmoteca de Catalunya) y Joshua Siegel (responsable del departamento de cine del MoMa), incide en esa radicalidad a través de la mirada directa o indirectamente política. Se compone de películas catalanas realizadas entre 1968 y 1978, entre los ecos y resonancias del mayo parisino del 68 y el tardofranquismo. Con el título de 'Catalan cinema's radical years' (Los años radicales del cine catalán), hace convivir en un mismo plano a autores como Portabella con Antoni Ribas y Josep Maria Forn, cuyos filmes tienen una importancia histórica distinta, la de la normalización del cine hablado en catalán.
Son obras en las que un ideario estético más vanguardista convive con un estilo más clásico que pone el acento en el discurso en contra del franquismo y las repercusiones posteriores a la muerte del director. En este contexto, 'La ciutat cremada' (1976), de Ribas, define a la perfección el posicionamiento social e ideológico, antes que estético, del cine catalán que resurgía en plena transición democrática. En su estreno barcelonés, el 20 de septiembre de 1976, este fresco histórico que narra distintos acontecimientos socio-político-económicos en Barcelona desde el final de la guerra de Cuba hasta el estallido de la Setmana Tràgica, fue vitoreada como un triunfo de la normalización del catalán en las pantallas.
Un año después, el 23 de octubre de 1977, el presidente Josep Tarradellas regresaba del exilio. En aquel regreso jugó un papel fundamental Pere Portabella, senador y cineasta, alguien que en su obra ha sabido conjugar la vertiente política, con 'El sopar' (1974) e 'Informe general sobre unas cuestiones de interés para una proyección pública' (1977), y la vanguardia, con obras punteras como 'Nocturno 29' (1968), 'Cuadecuc, vampir' (1970) y 'Umbracle' (1971), las tres con guión del poeta Joan Brossa.
Reflejo de una realidad
Reflejo de una realidad Estas dos películas más marcadamente políticas de Portabella -aunque todo su cine lo sea- están incluidas en el ciclo, que se inaugurará con la proyección del documental de Jaime Camino 'La vieja memoria' (1977), uno de los trabajos más conseguidos en cuanto a la reflexión sobre la guerra civil española y la posguerra a partir de material de archivo. El espectador neoyorquino encontrará películas tan representativas de aquel momento como 'La respuesta' (1968), título que recibió en su distribución comercial la adaptación realizada por Josep Maria Forn de 'M'enterro en els fonaments', de Manuel de Pedrolo, mezcla crónica social y novela negra cuyo lema, reproducido en la portada, es el de "amor i sang a Barcelona, avui". En la película hay referencias a la guerra de Vietnam y el Che Guevara.
Otros títulos de la muestra son 'La ciutat cremada', el documental de Jordà 'Numax presenta' (1980) -sobre la experiencia autogestionaria de los trabajadores de una fábrica de electrodomésticos- y 'L'orgia' (1978) de Francesc Bellmunt, filme sintomático de la apertura en temas relacionados con el sexo. El mayo francés y Vietnam también están muy presentes en 'Sexperiencias' (1968), de Nunes, en torno a la lucha política y la angustia amorosa.
No podían faltar en esta retrospectiva dos películas protagonizadas por José Pérez Ocaña, el pintor sevillano instalado en Barcelona a principios de los años 70 y convertido, en la época en que las Ramblas barcelonesas eran sinónimo de libertades sexuales y artísticas, en un verdadero icono de la militancia antifranquista y el activismo LGTB. La primera es 'Ocaña, retrat intermitent' (1978), el documental de Ventura Pons. En la segunda, 'Manderley' (1981), su director, Jesús Garay -otra figura clave de la contracultura barcelonesa de la época-- fantasea con la historia de tres amigos homosexuales en un caserón cántabro, el Palacio de la Magdalena, convertido en su Manderley (la mansión del filme 'Rebeca') particular.
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