El conflicto de Oriente Próximo

Los palestinos logran una victoria moral en la ONU

Abbás recibe la ovación de la Asamblea General de la ONU, ayer.

Abbás recibe la ovación de la Asamblea General de la ONU, ayer.

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No hubo sorpresas. La Asamblea General de las Naciones Unidas incluyó ayer por abrumadora mayoría a Palestina como Estado observador «no miembro» en su comunidad de naciones, a la que pertenecen 193 países, una importante victoria diplomática con la que los palestinos pretendían internacionalizar su causa y desatascar la parálisis del conflicto. La resolución obtuvo el apoyo de 138 países, 41 abstenciones y nueve votos en contra, solo uno de la Unión Europea, además de Israel, Estados Unidos o Canadá. El resultado pone de manifiesto el aislamiento de Israel y el triunfo, aunque solo sea moral, de las reivindicaciones palestinas.

En términos prácticos, muy poco o nada cambiará sobre el terreno. Israel seguirá ocupando militarmente los territorios palestinos, achicando a golpe de asentamiento el espacio menguante donde aspiran a tener un día su Estado y judaizando la Jerusalén árabe. Pero la resolución les concede unas armas jurídicas y diplomáticas que no tenían hasta ahora. Además de reconocer nuevamente su «derecho a la autodeterminación» en las fronteras previas a 1967, podría abrirles las puertas de los tribunales internacionales, una posibilidad que inquieta extraordinariamente a Israel.

Esta vez, ni su presión ni la de Estados Unidos han bastado, sin embargo, para descarrilar la iniciativa palestina en las Naciones Unidas. El Estado judío ni siquiera logró el apoyo de esa «minoría moral» que buscaba. Solo un país europeo, la República Checa, votó en contra, sumándose a Panamá, Nauru, Palau, Micronesia y las islas Marshall. Alemania, su defensor más férreo en la Unión Europea, se abstuvo, e Italia votó a favor, alejándose de las posiciones de Silvio Berlusconi.

ABSTENCIÓN BRITÁNICA/ En sentido opuesto, el Reino Unido, que hasta el último instante trató de que los palestinos incluyeran una cláusula negándose a acudir al Tribunal Penal Internacional (TPI), se abstuvo, rompiendo la dinámica de los gobiernos laboristas.

Elmayoritario de los europeos, los principales donantes a esa bolsa sin fondo que es la Autoridad Palestina (ANP), refleja el fracaso de la Administración de Barack Obama, incapaz siquiera de improvisar una nueva hoja de ruta que hubiera frenado el apoyo europeo a la resolución. Antes de la votación, el presidente palestino, Mahmud Abbás, había pedido a la Asamblea General que le concediera al Estado palestino su «certificado de nacimiento», justo 65 años después de que ese mismo organismo decretara en otra fecha histórica la partición de la Palestina británica en un Estado judío y otro árabe.

ÚLTIMA OPORTUNIDAD/ En su discurso, más concebido para rehabilitar su maltrecha imagen entre los palestinos que para buscar ese acercamiento imposible al Gobierno de Binyamin Netanyahu, Abbás advirtió a la comunidad internacional de que está «ante la última oportunidad» para la paz. «No nos vamos a rendir», dijo, «seguiremos buscando la paz». Y puede que no mienta porque nadie tiene muy claro que la esclerótica ANP a la que representa pueda aguantar mucho tiempo más.

De hecho, esta iniciativa en la ONU era esencialmente una maniobra de supervivencia de la moderada ANP para seguir siendo mínimamente relevante en un panorama político donde Hamás, reforzado tras la última guerra de Gaza, marca el paso. Pero ni la retórica empleada por Abbás, que habló de «ocupación colonial racista», de «crímenes de guerra» o de «limpieza étnica», ni la respuesta de Netanyahu, que describió su discurso como «venenoso», invitan al optimismo. Israel repitió ayer que el reconocimiento en las Naciones Unidas solamente pone las negociaciones más lejos y la pregunta ahora es si tomará medidas para castigar a los palestinos bloqueando los impuestos que recauda en su nombre.

También está por ver qué hará Estados Unidos. Numerosos congresistas pidieron ayer la congelación a las ayudas directas a la ANP, aunque Washington sabe que si se excede podría provocar su colapso.