EL RADAR
Vergüenza de Europa
A numerosos ciudadanos les cuesta mucho entender lo que está haciendo Europa en el tema de los refugiados
El argumento de que la llegada de los asilados dispararía la xenofobia obvia el fracaso de la política común europea
Un bebé sirio en un parquecito improvisado con una caja de cartón en medio del barrizal de Idomeni. /
Llevada a la frialdad de los números, la gran crisis europea provocada por la denominada avalancha de refugiados puede resumirse en: la UE tiene una superficie de cuatro millones de km² y una población de 503 millones de habitantes dividida en 28 países. En el 2015, poco más de un millón de migrantes y refugiados entraron de forma ilegal en el territorio europeo, según cifras de la Organización Mundial de las Migraciones; este año, han llegado unas 140.000 personas cuando estamos a las puertas de la primavera. Así, pues, la cifra de refugiados equivale más o menos al 0,2% de la población europea. Otra cifra: al menos 3.000 millones de euros ha pactado la UE darle a Turquía para que se quede con los refugiados.
Visto así, el problema no parece que sea que los refugiados vayan a crear un desequilibrio demográfico ni que amenacen con llevar a la bancarrota la economía de la UE, por muy maltrecha que esté y por mucho que haya países (Alemania, Hungría) que reciban más asilados que otros. Tampoco es este un problema que haya surgido de forma inesperada: hace un año, por estas fechas, lamentábamos las muertes en el Mediterráneo de los refugiados que se ahogaban al intentar llegar a Italia.
De ahí que a muchos en la conversación pública les cueste entender lo que está haciendo Europa en este tema: "Qué vergüenza siento en estos momentos de ser europea, qué vergüenza de pertenecer a una Europa deshumanizada abocada a la dictadura de los poderes económicos sin etica ni moral", escribía Anna Capellà, de Barcelona. Hemos recibido en Entre Todos muchas más cartas, de idéntica o mayor dureza: "¿Cómo podemos mirar a los ojos de los refugiados sin que se nos caiga la cara de vergüenza?" (Carmen Pérez, Cerdanyola); "¿Tú también has escuchado ese enorme crack? Sí, ese del que todos hablan, el de la caída del mito europeo" (José Ramón Serrano, Jaén); "Se me rompe el corazón cuando veo las imágenes de esta gente, malviviendo en condiciones inhumanas" (Carmen Alemany, Barcelona); "Europa es un club elitista, insolidario y materialista" (Francisco Insa, Santa Perpètua de Mogoda); "Lo sentimos, refugiados, Europa no es nada de esto. Grandilocuencia en las palabras, vergüenza absoluta en los hechos" (Guillem Martínez, Barcelona). Y como estas, muchas opiniones similares más. Es difícil encontrar en la conversación pública opiniones favorables a la política de los países de la UE en este tema.
Francisco Insa (S. Perpètua de la Mogoda)
"Europa es un club elitista, insolidario y materialista"
Lo cual no significa que no existan. Una encuesta de Ifop del pasado mes de octubre en siete países europeos indicaba que la mayoría de europeos creen que hay que ayudar a los refugiados... pero en otros países que no sea el suyo. En España, el último CIS indica que el de los refugiados no es ninguno de los 39 principales problemas del país que identifican los españoles. Y sin embargo sí es uno de los principales temas de conversación en la opinión pública y la opinión publicada. Los argumentos de la conversación a favor de los refugiados son de índole humanitaria y de responsabilidad (algo tendrá que ver en Europa en la pobreza y las guerras de las que huyen). Los opuestos –al margen de los puramente racistas– se basan en que hay que limitar el flujo de refugiados para evitar el auge de la xenofobia y salvar principios europeos como el espacio Schengen. Es decir, que en realidad la negativa a recibir a más refugiados se basa en que las opiniones públicas europeas cada vez más se oponen a ello a causa de las pulsiones xenófobas que la crisis ha despertado en esa clase media empobrecida (y se diría, escuchando a según quién, que embrutecida) por la crisis causada y/o mal gestionada por los que ahora pagan a Turquía para que se quede con los refugiados.
O sea: que al final son los ciudadanos los responsables de que sus gobiernos (la política de asilo y de fronteras es responsabilidad de los Estados) actúen como lo hacen. Este argumento se erige como preponderante en el discurso oficial en una suerte de profecía autocumplida: a base de aplicar políticas para apaciguar a los xenófobos lograrán que Europa sea mayoritariamente xenófoba. No tiene en cuenta este discurso que la UE ha fracasado a la hora de diseñar una política común para un problema común. ¿Las causas? Las habituales en la construcción europea: la brecha norte/sur y este/oeste y entre quienes conciben Europa como una herramienta (mayormente económica) o una idea (política, legal y moral). ¿El rechazo a los refugiados es para satisfacer a las opiniones públicas o para salvar Schengen (sobre todo por sus beneficios económicos) del ataque de quienes no creyeron en él ya antes de la "avalancha de refugiados"?
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