IDEAS DE NEGOCIO
Moneda con valor social
Solidaridad y conciencia social. Son conceptos que suelen estar alejados del día a día de los negocios en la actualidad. Pero hay excepciones. The Social
Coin es una de ellas y, además, está cerca de exportar su modelo a EEUU gracias a las conversaciones avanzadas que mantiene con el fondo especializado en activismo social con sede el San Francisco, Kumu
(www.kumu.cc).
Pero, exactamente ¿en qué consiste este proyecto? La empresa, explica Iván Caballero, antiguo alumno de Esade y uno de sus cuatro accionistas, fabrica y distribuye monedas (a 10 euros cada una) que inician cadenas de acciones desinteresadas durante un periodo de tres meses que se pueden seguir y medir a través de la web (www.thesocialcoin.org). Se trata de extender buenas acciones para, a través de pequeños gestos y cambios, trasformar el mundo. Nada más y nada menos.
«Imprimimos valores humanos en la moneda», explica este emprendedor social que tiene como socios a tres diseñadores de producto. A su entender, uno de los problemas actuales es la crisis de valores propiciada, entre otros factores, por el consumismo y la necesidad de buscar que los objetos materiales suplan todas nuestras carencias emocionales ¿El antídoto para frenar esa tendencia creciente? El altruismo.
Aunque se hable de moneda en realidad se trata de una imitación en un material biodegradable y ecológico en el que consta la web de la compañía. Cuando se hace un favor se inscribe el código en la web y se entrega la moneda a quien sale beneficiado. Y así hasta llegar a los tres meses, periodo al final del cual se planta la moneda porque lleva unas semillas de las que nace una planta o árbol. Hasta ahora han circulado 15.200 monedas por 40 países, han generado 125.000 favores y se han plantado 5.000 árboles, todos ellos localizados. El 40% las han adquirido empresas como Eat Out, Iberdrola, Cisco, Deloitte, que proponen a sus empleados retos sociales sencillos y a las que se les diseña una plataforma personalizada para que puedan hacer un seguimiento de los resultados de estas actuaciones.
Pero ser emprendedor social no impide que la actividad sea negocio. «No se puede perder el objetivo de la rentabilidad para poder seguir», destaca Caballero, que antes trabajó en Médicos sin Fronteras. Este año cerrarán con unas ventas de unos 40.000 euros y con unas perspectivas de resultado de explotación con crecimientos del 30%.
The Social Coin participó con otros proyectos sociales hace unos días en el primer Foro de Inversión de impacto sociald: Business & Impact Investment organizado por la red de inversores de la escuela de negocios Esade Ban. Los cuatro socios requieren recursos para la internacionalización y esperan obtener unos 300.000 euros en tres o cuatro meses que darían derecho al 20% del capital a costa de que cada uno de los cuatro socios actuales redujera en cinco puntos su participación.
Caballero explica que la idea surgió a partir de ser padre. «¿Qué hago para que mi hijo viva en un mundo mejor?», se planteó. Y lo plasmó en este proyecto que está sumando seguidores. Por ejemplo, una directiva malagueña que acudió a un congreso a Barcelona recuperó su móvil gracias a una persona que lo localizó y le entregó una moneda de The Social Coin. Gracias a ello optó por comprar 200 para sus empleados, a los que ha planteado retos sociales.
La compañía, que tiene forma de sociedad limitada, tiene tres vías de ingresos. Una son las empresas, otra las escuelas, para las que se realizan modelos pedagógicos en torno a la moneda y las que los particulares solicitan a través de la web.
Por cada moneda que se produce y por la que la compañía ingresa 10 euros (su coste de producción es de alrededor de un euro) se realizan tres más que se destinan al proyecto Aria para que las escuelas las distribuyan entre los alumnos.
Emprendedores sociales hasta la médula y hasta le más mínimo detalle, The Social Coin se pudo poner en marcha gracias a la campaña de recaudación que iniciaron con la red social de financiación colectiva
www.goteo.org. Con ella obtuvieron 11.000 euros de 250 personas con las que el proyecto pudo echar a andar.
Ese embrión les proporcionó un batallón de auténticos fieles que no paran de propagar esta filosofía de pequeños gestos para obtener grandes cambios.
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