EL PRECEDENTE DE LA TEMPORADA 88-89

Un récord de la 'Quinta'

El Madrid ganó el doblete pero vivió uno de sus mayores traumas: el 5-0 en San Siro

ELOY CARRASCO / BARCELONA

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El Real Madrid de la temporada 1988-89 solo perdió un partido de Liga y estableció el récord de 34 encuentros sin derrota que ahora iguala el Barça. El club del Bernabéu disfrutaba de una de sus épocas doradas, la de la Quinta del Buitre, con el holandés Leo Beenhakker como entrenador. Tenía a su disposición una plantilla extraordinaria: además de la gran camada de la cantera, rondaban por allí un Hugo Sánchez en la plenitud de su puntería y un Schuster resurgido, en una segunda juventud muy fértil.

Fue un año triunfal, con doblete de Liga (la cuarta consecutiva) y Copa del Rey (1-0 al Valladolid), pero todo quedó relativizado, destruido incluso, por uno de los mayores traumas en la historia merengue; fue el año del 5-0 en Milán, de la muerte del sueño de aquella generación de ganar la séptima Copa de Europa, una cima que se le negaría de por vida, fracaso que asoma como borrón siempre que se rememoran las proezas de aquel gran equipo.

La paliza encajada en San Siro borró todas las sonrisas que pudiera haber provocado el Real Madrid de Butragueño, Martín Vázquez, Gordillo, Michel y compañía, que no fueron pocas. Aquel Madrid casi invulnerable acabó la Liga con 91 goles. Pero enfrente tenía al Milan de Arrigo Sacchi, de los tres holandeses (Rijkaard, Gullit y Van Basten), de Baresi y de Maldini, y de Carlo Ancelotti, que encima marcó el primer gol de la sangría.

Era el partido de vuelta de las semifinales de la entonces llamada Copa de Europa, al que se llegaba tras un 1-1 en el Bernabéu que ya no pintaba un buen panorama para el Madrid. Unos días antes, sin siquiera vislumbrar el cataclismo, el Madrid viajó a Vigo para enfrentarse al Celta en la Liga.

Beenhakker casi veía el campeonato en el bolsillo, con el Barça de la primera temporada de Cruyff a una distancia prudencial. Aun así, no reservó piezas pensando en Milán. Solo Butragueño se quedó en Madrid, pero probablemente los que saltaron al césped de Balaídos tenían en la cabeza lo que debían afrontar cuatro días después en San Siro y cuidaron sus piernas, temerosas del mayor empuje del Celta.

Como consecuencia, el equipo blanco perdió por 2-0 con dos tantos del brasileño Amarildo. Fue el final de una racha imponente, 34 partidos sin derrota, que ha sobrevivido casi 27 años. Sin embargo, es como si ese gran logro hubiera quedado en las catacumbas de la estadística, olvidado por culpa de lo duro que fue el golpe de Milán.

Fue también la temporada de uno de los derbis madrileños más accidentados que se recuerdan. Ganó el Real 2-1 con un gol de Martín Vázquez en el último minuto. El duelo, caldeado de antemano por dos presidentes volcánicos, Ramón Mendoza y Jesús Gil, ambos ya fallecidos, explotó en incidentes sobre el césped ante un árbitro desbordado, con una inolvidable obra cumbre de la teatralidad antideportiva protagonizada por Paco Buyo.