Debate sobre el futuro de una vía principal de Barcelona

Clamor por una Diagonal segura y ciudadana más allá del comercio

La Diagonal, el lunes, vista desde el cruce con el paseo de Gràcia, donde empieza el tramo de la avenida con mayor conflictividad.

La Diagonal, el lunes, vista desde el cruce con el paseo de Gràcia, donde empieza el tramo de la avenida con mayor conflictividad.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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En la Diagonal parece que hay espacio, pero no lo hay. Ole Thorson, experto en movilidad, habla así de la avenida en la que los paseos «están ocupados por todo tipo de elementos ajenos al peatón». Se acuerda de las «aceras raquíticas», de la dificultad de cruzar un arteria de 50 metros de ancho y de lo lento que avanza el transporte público. Ve, sin embargo, una oportunidad: «El tráfico ha bajado mucho; es ahora o nunca». Se refiere a la reforma que generó una consulta inoportuna, y su opinión es compartida tanto por vecinos como por sindicatos y grupos políticos, que también comulgan con la idea de actuar no tanto por el comercio como por la seguridad de cuantos barceloneses la menudean.

El asunto de la Diagonal recuerda el famoso aleteo de una mariposa capaz de acabar con el mundo. Aquí, en cambio, la concatenación de acontecimientos acaba en algo bueno para todos. Thorson, que preside la Asociación Prevención de Accidentes de Tráfico, parte de la base de que el paseo por la arteria «no es agradable». Eso genera indiscutibles consecuencias para el botiguer, pero quedarse ahí sería un error. La reforma ayudaría a decantar la balanza en favor del ciudadano a pie. Generaría un ambiente más favorable para el caminante, se reduciría el tráfico, la bici dejaría de estar en tierra de nadie, los coches correrían menos y los accidentes disminuirían.

ARTERIA «AL LÍMITE» / Nadie discute la urgencia de actuar. Jordi Giró, vocal de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), considera que la Diagonal «ha llegado a su límite». «No puedes estar ahí más de 10 minutos porque te pongas donde te pongas te puede chafar un coche, un autobús, una moto o una bicicleta». Considera que ha llegado la hora de «afinar» y plantea un «mejor reparto del espacio público», con un elemento central que debería ser el tranvía que diera sentido a los dos recorridos ahora desconectados». Tal y como está ahora, señala Thorson, «no beneficia a nadie, ya que es lenta para el vehículo, insegura para el peatón y desierta para el comercio».

La Diagonal se ha convertido en un asunto político que trasciende a su diseño. La famosa consulta organizada por el PSC hace dos años y medio la convirtió en la piedra filosofal de la vida municipal. Opinar sobre ella es jugársela en función de lo que se haya dicho o hecho en el pasado. Unos movieron hilos para que aquello fracasara a un año de las elecciones mientras los otros no se percataban de la inoportunidad del plan. Jordi Martí, líder del grupo socialista, sostiene que Xavier Trias «tiene un problema derivado de su actitud» en aquellos tiempos, durante el primer semestre del 2010. Apela a su propia responsabilidad al afirmar que apoyará una «reforma global de la Diagonal» y considera que la inquietud comercial «no debe ser la principal razón» para mover ficha. Lamenta el doble rasero de CiU al recordar que el paseo de Gràcia sí tiene el plácet del alcalde para emprender una mejora y afea a Trias «no disponer de una mirada global sobre los problemas de la ciudad».

Ricard Gomà (ICV-EUiA) no tiene intención de tomarse en serio las palabras del alcalde hasta que no vea sobre la mesa «un proyecto integral coherente que responda a las necesidades de la ciudadanía, y no solo a la voluntad de los comerciantes». El líder ecosocialista ve cercano el momento de poner fin a una «autopista anacrónica», para lo que recomienda el paso del tranvía y el diseño de un carril bici segregado. Jordi Portabella (UxB) toma postura a favor de «una mejora del espacio urbano, ensanchando aceras», considera «innecesaria una contribución de los comerciantes para pagar la actuación» y reniega de la opción de llevar a cabo «intervenciones a medida que no se rijan por el interés general».

Alberto Fernández Díaz (PP), que ya tras la consulta instó a reformar la Diagonal a pesar de que el voto se decantó por no actuar, cree que la reforma «debe estar sin duda al servicio de comerciantes y barceloneses, además de convertirse en una avenida al servicio del peatón».

MODELO DE CIUDAD / Dionís Oña, responsable de Movilidad de UGT, insta a echar un vistazo más allá de la Diagonal en el sentido de «reflexionar sobre el modelo de ciudad». «Si la apuesta es por una Barcelona más del ciudadano y menos del vehículo, de acuerdo, pero ojo con según qué planes se llevan a cabo, podrían generar más caos».

Más ciudadanía, más transporte público -ahí debería ayudar la extensión de la nueva red ortogonal de autobuses-, más aceras y más visión global. Parece que hay fumata blanca social. Está por ver cómo avanza el pacto político.