INFRAESTRUCTURA A DEBATE

CiU compara el tranvía por la Diagonal con el aeropuerto de Castellón

Un tranvía del Trambaix al final del trayecto, en la plaza de Francesc Macià, junto a un autobús urbano.

Un tranvía del Trambaix al final del trayecto, en la plaza de Francesc Macià, junto a un autobús urbano.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Que CiU prefiere el bus eléctrico por la Diagonal no es nada nuevo. Sí lo es que compare la unión del tranvía por la avenida con el aeropuerto de Castellón, el campeón de las chapuzas españolas en materia urbanística y de infraestructuras del transporte. Se ha encargado de ello este jueves el número dos de Xavier Trias en el ayuntamiento, el concejal Joaquim Forn, quien en resumidas cuentas, y en un sentido catastrofista de la cosa, ha alertado de un proyecto "ruinoso, perjudicial para la movilidad y con un efecto amplificador sobre la contaminación".

El edil convergente ha cargado con dureza contra el gobierno de Barcelona en Comú, al que ha acusado de presentar unos "estudios sesgados y superficiales orientados a defender que el tranvía es la única opción". "Existe una alternativa mucho mejor, más barata y moderna, eficiente, armoniosa con el entorno; la apuesta del siglo XXI, el bus eléctrico". "Si se hacen las cosas por ideología, se acaba haciendo el aeropuerto de Castellón", ha argumentado, en rueda de prensa. 

Forn ha iniciado su alocución con una mención al mandato anterior, con un alegato de defensa del trabajo del gobierno de Trias en materia de movilidad. Ha recordado que entre el 2011 y el 2015, la aportación municipal a la Autoridad del Transporte Metropolitano se incrementó en un 60%, mientras que en los cuatro años anteriores, en la última etapa socialista, decreció un 10%. Hecho el elogio, un modo de aseverar que CiU tiene entidad para tratar estos temas, el concejal ha pasado a desglosar los motivos por los cuales el tranvía "puede perjudicar a Barcelona desde el punto de vista económico y de sostenibilidad". "Es un disparate técnico y urbanístico que ataca al sistema global de movilidad", ha remachado. 

MÁS TRÁFICO, MÁS CONTAMINACIÓN

Sobre los estudios presentados por el gobierno en plena Semana Santa, Forn ha echado de menos que se tuvieran en cuenta asuntos de calado en materia de circulación y urbanismo, como la elevada densidad de Barcelona, sobre todo, la del Eixample, o la afectación que puede tener el tranvía en la red ortogonal de autobuses, un invento de la etapa socialista que empezó a desplegarse en tiempos de CiU. Considera el concejal que la mayoría del pasaje que ganará este medio de transporte -calcula que sobre el 70%, unos 82.000 viajeros de un total de 118.000 previstos al día- procederá del bus o el metro. Eso, ha dicho, "supone un trasvase de viajeros de un operador público a uno privado". Al referirse a los informes de los técnicos que avalan la postura del gobierno, Forn ha recordado que los trabajadores municipales "hacen lo que les dicen los técnicos, que siguen las órdenes de los políticos". No ha concretado si hablaba de oídas o desde la experiencia.

También afectaría a las líneas de bus que cruzan la Diagonal, donde el tranvía, ha señalado, disfrutaría de prioridad semafórica, lo que iría en detrimento de la velocidad comercial de la red de TMB. Inseguridad para los peatones, paradas demasiado alejadas, estructura demasiado rígida que da poco margen de maniobra y desviación de tráfico por el Eixample, con el consiguiente colapso de calles que ahora disfrutan de cierta fluidez.

Nada bueno, según CiU, traería el tranvía a la ciudad, aunque, irónicamente, el plan cuenta con el beneplácito del 'president' Carles Puigdemont, que al igual que hizo su antecesor, Artur Mas, en julio del 2015, en febrero de este año dio carta blanca a Ada Colau para que eligiera el mejor trazado para la unión de las dos líneas del Tram.

En la comparecencia de Forn se ha echado de menos alguna reflexión y solución sobre cómo incrementar la velocidad comercial de los autobuses que surcan la avenida de la Diagonal, algo de lo que también adolecería un modelo eléctrico si su despliegue no se acompaña de ninguna reforma urbanística. Circulan por debajo de los 12 kilómetros por hora y a través de un carril en el que apenas cabe un autobús, datos que seducen más bien poco a los usuarios del transporte público. El tranvía, en cambio, supera sobradamente los 20 kilómetros por hora.