INVESTIGACIÓN SOBRE UN DISEÑADOR DE EDIFICIOS ECLÉCTICO
El arquitecto olvidado
August Font (1845-1924), creador del Palau de les Heures y de la fachada neogótica de la catedral de Barcelona, fue un arquitecto de prestigio en su tiempo pero a principios del siglo XXI es un personaje desconocido fuera del ámbito académico, motivo por el cual no se han podido salvar del derribo algunos de sus edificios más emblemáticos. Judith Urbano, doctora en Historia del Arte y subdirectora de la Escola Tècnica Superior d'Arquitectura de la Universitat Internacional de Catalunya, quiere recuperar los valores de este arquitecto eclipsado por la fama internacional de las obras modernistas de Antoni Gaudí, Lluís Domènech i Montaner, Josep Puig i Cadafalch, Enric Sagnier y Josep Maria Jujol. De todo ello trata Eclecticisme i arquitectura (editorial Duxelm), su tesis dedicada al autor del desaparecido Palau de Belles Arts, construido en 1888 con motivo de la Exposición Universal.
«Font fue un arquitecto prolífico, excelente técnico, gran calculador y autor de significativas obras, algunas destruidas sin tener en cuenta la época a la que pertenecían , ni el estilo, ni la importancia que podían tener para Barcelona», argumenta Urbano en referencia al elegante restaurante, cafetería y sala de baile La Maison Dorée, inaugurado en 1903 en la plaza de Catalunya; al Palau de Belles Arts, que se encontraba frente al parque de la Ciutadella, en el cruce del paseo de Companys con Pujades, y a la Casa del Marquès de Brusi, en Sant Gervasi, que recuperó el claustro gótico de la desaparecida Casa Gralla de la calle de Portaferrissa. «El patio de la Casa Gralla hoy se encuentra en L'Hospitalet de Llobregat. Herbert Gut, propietario de Prosegur, lo compró a un anticuario de Málaga y lo reconstruyó en la sede central de su empresa», informa la autora.
Una de las construcciones más conocidas de Font, que hace 10 años se salvó del derribo tras años de abandono, es la plaza de toros de Las Arenas de estilo neomudéjar y actual centro comercial con espectaculares vistas sobre la ciudad. «Desgraciadamente se ha perdido todo el interior, interesante por el uso del hierro en las columnas, y los pabellones exteriores donde se vendían las localidades», detalla.
Hubo un gran debate a favor y en contra de su conservación. «La prensa planteaba si valía la pena mantener el edificio. Si hubiera sido una obra de Gaudí, de Domènech o de Puig i Cadafalch, ni se hubiera planteado. ¿Pero quién conoce a Font? Si preguntas por la calle qué edificios tiene en Barcelona bien pocos saben la respuesta».
El olvido y el menosprecio es frecuente en todos los arquitectos historicistas o eclécticos, que basan sus obras en la combinación de elementos de distintas épocas y estilos. «Es tal el desconocimiento que algunas de sus obras se han atribuido a otros arquitectos». Es el caso de la fachada de la basílica de Sants Just i Pastor de Ciutat Vella, que muchos libros de historia y enciclopedias asignan a Josep Oriol Mestres, creador junto a Miquel Garriga del Gran Teatre del Liceu en 1848. «He tenido acceso a los planos originales de la iglesia y están firmados por Font», explica la profesora de arquitectura.
La confusión proviene de que Mestres y Font terminaron dirigiendo las obras de la fachada de otra basílica: la de la Catedral de Barcelona. Tras el fallecimiento de Mestres, Font terminó la fachada y el cimborrio más elevado de lo previsto por el banquero Manuel Girona, que fue quien por su aportación económica en 1882 ganó el concurso pero que al carecer del título no pudo emprender las obras.
Inspirarse en el pasado
Según Urbano, el arquitecto del Palau de les Heures y también de la iglesia de Santa Maria de Montalegre en el Raval nunca hizo un uso arbitrario del eclecticismo. «Cada edificio tiene un estilo propio, en función del simbolismo que representa. Por ejemplo, en las iglesias recurría al gótico, y en los edificios civiles adaptaba desde la corriente plateresca hasta la arquitectura árabe. Siempre se inspiraba en el pasado, pero fue innovador en la aplicación del hierro».
Font tuvo de mentor a Elies Rogent, arquitecto a quien el alcalde Francesc Rius i Taulet le encargó la dirección de obras de la Exposición Universal. «Siempre lo apoyó», señala Urbano. Como Rogent, la docencia fue una pasión en su carrera. «Font fue profesor de la Escuela de Arquitectura desde sus inicios. Sabía mucho de historia, de matemáticas y dibujaba como un gran maestro», apunta sobre un hombre que fue distinguido en tres ocasiones como académico por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.
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