¿Dónde está Messi?
Leo ofreció su quinto Balón de Oro a un Camp Nou que se inquietó ante su ausencia en el descanso
David Torras
Periodista
DAVID TORRAS / BARCELONA
No hay una desaparición que provoque tanta inquietud igual que no hay un nombre que se coree tantas veces en cualquier campo del mundo. El rey Leo V se fue de su fiesta antes de hora, cuando nadie lo esperaba porque si hay alguien que siempre quiere estar hasta el final es él, y en el Camp Nou empezó a escucharse un murmullo, mirándose unos a otros con gesto de incredulidad, preguntándose qué había pasado, buscando una respuesta tranquilizadora, una explicación a lo que siempre es inexplicable. ¿Dónde está Messi?
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Salió el Barça al descanso y ni rastro del 10. ¿Qué tiene? ¿Le ha pasado algo? Nadie tenía una explicación. Era cuestión de esperar, pero ahí estaba el cosquilleo, sin la alarma del día en que se lesionó la rodilla y, al rato, empezaron a contarse las semanas de baja. Esta vez, nada invitaba a preocuparse. Pero con Leo todo es excepcional y era evidente que algo pasaba. Unas simples molestias con Messi no son simples. Al revés. Su mensaje a través de Facebook puso algo de tranquilidad. "Feliz por la victoria y porque pude compartir el Balón de Oro con nuestra gente. Una gran parte de este premio es también de todos ellos". La cuestión es si esos problemas es se quedarán en eso o provocarán que tampoco aparezca el miércoles en la Copa en Bilbao.
Un final amargo para una cita que había empezado con Messi en el centro del escenario. Como casi siempre pero esta vez paseando el quinto Balón de Oro, bajo una gigantesca pancarta dándole la enhorabuena con un mensaje único #Messi5. Curiosamente la fotografía elegida era de espaldas mostrando Unicef y no Qatar, con el que las relaciones son más distantes que nunca ante la imposibilidad de firmar el deseado acuerdo de patrocinio. No hay manera de que despegue. Cinco minutos después Leo ya había estrenado las nuevas botas. De penalti. Y otra vez, su nombre. Y otra vez, a sus pies.
Estreno del 2016
Messi abrió el camino, y sus amigos inseparables le acompañaron para no perder la costumbre. Primero Neymar, a pase de Suárez. Después, Suárez, a pase de Neymar. Así andan todo el día, repartiéndose las asistencias y los goles, empeñados en seguir haciendo historia cogidos de la mano, los tres, sin un mal gesto, sin un signo de egoismo, siempre sonrientes, en un fenómeno paranormal que ha llevado al Barça a la gloria.
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Se fue Messi, y ellos dos siguieron con la fiesta. Suárez bailó más que nadie después de haber empezado el año fallando más de la cuenta. No se había estrenado en el 2016 y se acabó llevándose el balón de otro hat trick (ya lleva cuatro con el Barça) a casa. «Yo mismo me reía con mis compañeros de lo que estaba fallando, esto son rachas», dijo con la pelota bajo el brazo. No era de oro, pero de momento le vale para ser pichichi en solitario, más eficaz que nadie, por delante de la pareja blanca. Cristiano y Benzema, que se las prometían muy felices a media tarde, sin contar con que este pistolero uruguayo no conoce el perdón. Son ya 18 goles, más que la temporada pasada, lastrado por la sanción. Y a su lado, Neymar, con 16, los mismos que el duo merengue.
El tridente frente a la BBC. Una acumulación nunca vista de goles en la que el ataque merengue lleva uno de ventaja: 45 frente a 44. Una carrera de goles en la que, curiosamente, Messi anda rezagado, víctima de los dos meses sin jugar. Suma 10, tres menos que Bale, que también se lesionó. Y Benzema. Tienen la ventaja de que no ellos no han de correr para jugar la Copa. Tienen muchos días libres gracias a Cheryshev. Messi, no. Y Suárez, tampoc. Uno depende de su estado físico; el otro de los comités, pendiente de si prospera el recurso del Barça por la sanción de dos partidos por el lío en el túnel de vestuarios del derbi. «A ver qué pasa, la conciencia muy tranquila , yo no dije eso», aseguró, en relación a la frase de «sos un deshecho».
La fiesta acabó sin Messi, pero Suárez y Neymar siguieron divirtiéndose. Más que la BBC.
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