Al contrataque

El último chiste del PSC

ERNEST FOLCH

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Hay que agradecerle a la dirección de lo que queda del PSC que se haya dejado de medias tintas y haya dicho por fin lo que piensa: los que disienten, a la calle. Quizá para mantener sus excelentes resultados en las últimas encuestas, que les auguran 12 escaños y una reñida lucha por el quinto y sexto puesto con Ciutadans, últimamente se andaban con aburridos eufemismos de medio pelo. Pero el secretario de acción política cogió el toro por los cuernos en un famoso artículo en este diario y nos anunció ya sin ningún rubor que «en el PSC sobra gente».

En el primer momento hubo alguien que no entendió la broma y se tomó el artículo en serio. Pero a medida que han pasado las horas nos hemos dado cuenta de que no estamos ante ninguna arenga política sino ante un chiste monumental. Porque no me dirán que no es para partirse de risa que el que denuncia a los profesionales del ruido lo eleve a público con focos, luz y taquígrafos, en un gesto que no superaría ni el rey de los folloneros. O que acuse a sus compañeros de «dar munición al adversario» justo en un artículo donde los acusa de haber perpetrado un «hoyo inmenso», en referencia a la herencia que dejó el tripartito.

La culpa, siempre de los demás

Detengámonos un momento en este punto, porque tiene tela y seguro que se reirán conmigo: ahora resulta que la dirección del PSC, que acusa de ayudar al rival, se apunta al argumento de CiU según el cual todo lo que nos sucede es culpa del tripartito, y, ojo, con el añadido de que resulta que nada de aquel invento fue responsabilidad del presidente convertido ahora en senador sino precisamente de aquellosconsellersque menos poder tenían. Lo realmente cómico del PSC actual es que todo es siempre culpa de los demás. El primer culpable fuePasqual Maragall, apartado del partido quizá por haber conseguido el mejor resultado electoral de su historia. Más tarde, cuando la realidad los estaba expulsando del poder, el culpable pasó a ser la crisis. Y ahora que ya ni gobiernan ni influyen resulta que el culpable de su eterno desplome son de repente unos críticos que ya no pintaban nada y habían sido previamente purgados.

Toda esta comedia sucede, no se lo pierdan, con un Govern agonizante y vacío de contenido, del que no se tienen noticias más allá de las cartas que escribeArtur Masy que con una política durísima de recortes le centra balones al PSC para que solo tenga que rematar con la pierna izquierda a portería vacía. Pero no, ante las risas de todo el estadio, los últimos guardianes del PSC prefieren dar media vuelta, esprintar en dirección contraria y marcar a placer en su propia portería. Es el viaje final hacia la nada de una casta de dirigentes que ya solo aspiran a salvarse ellos mismos. El haraquiri socialista ha dejado de ser materia política para convertirse en una sección deEl Club de la Comedia.Es el último chiste del PSC.