Minerales críticos: un arma de doble filo para salvar el clima

Son imprescindibles para la transición energética, pero su extracción causa impactos ambientales y sociales en el planeta

Mina de platino y cromo en Sudáfrica

Mina de platino y cromo en Sudáfrica / Shutterstock

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La transición energética es urgente. Y el consenso científico acerca de ello, casi unánime. Pero, en la práctica, se ha demostrado que lograr una economía libre de emisiones no es,ni mucho menos, una tarea sencilla. En numerosas ocasiones, cuando se soluciona un problema, aparece otro. Un ejemplo perfecto es la situación de los minerales críticos, tan valiosos como escasos. Algunos incluso están manchados con sangre y con el sudor de los trabajos forzados. Su disponibilidad es vital para conducir coches eléctricos, ensamblar paneles solares o construir aerogeneradores, pero su extracción conlleva muchos condicionantes desde el punto de vista medioambiental y de derechos humanos. Porque da la casualidad de que las reservas más grandes están en los países más pobres.

Lo primero, unos datos. El reglamento europeo de materias primas fundamentales -que fue aprobado este mismo año- denomina minerales críticos a un total de 34 elementos químicos. Estos se encuentran en la naturaleza formando parte de diversos minerales que se hallan en yacimientos repartidos por distintos puntos del globo, aunque, en general, es en minas muy concretas donde se encuentran en grandes cantidades.

Extracción de mineral en una mina a cielo abierto

Extracción de mineral en una mina a cielo abierto / Shutterstock

Para muestra, basta un botón: el 80% de las reservas de rodio y el 92% de las de iridio están en Sudáfrica; China concentra el 85% del total de tierras raras, el 90% de magnesio y el 80% de galio, germanio y bismuto; en Brasil se puede encontrar el 92% de niobio (o columbita) conocido. Entre otros factores, se consideran críticos porque existe un riesgo alto de que su suministro se vea interrumpido, tal y como ocurrió con el cobalto a finales de los años 70 y con el paladio en los 90.

Un estudio reciente estima que en 2040 la demanda mundial de estos materiales podría multiplicarse hasta seis veces

La Agencia Internacional de la Energía pone en el nivel más alto de la lista de prioridades al níquel, el cobalto, el cobre, el grafito y el conjunto de tierras raras. De hecho, estos serán cada vez serán más vitales para sostener las rutinas del llamado primer mundo. Y todas sus comodidades. Un estudio publicado este mismo año por la Fundación Naturgy estima que en 2040 la demanda mundial podría multiplicarse por hasta seis veces. Su crecimiento será inversamente proporcional a la caída de los combustibles fósiles, cuyo uso debería descender en picado para cumplir con los objetivos marcados en la Agenda 2030. La cuestión es: ¿hay tanto volumen disponible? Y, aún más importante: ¿se puede extraer sin causar un daño irreparable en el entorno?

El ejemplo del coltán y el Congo

Para su desgracia, la República Democrática del Congo representa toda la ‘cara b’ de esta apuesta por una economía verde. Su penitencia se asocia directamente con un nombre propio: el coltán. Allí está el 80% de todo el que se tiene localizado en el planeta. También se ha encontrado en Brasil, Australia o Canadá, aunque en cantidades mucho menores. Se trata de un elemento esencial para la confección de dispositivos electrónicos como teléfonos móviles o tabletas, además de satélites, misiles o artefactos vitales en la industria médica. Su rasgo más interesante es su gran capacidad para conducir electricidad (es un súperconductor, un 80% más potente que el cobre). Asimismo, no se oxida y puede liberar la carga que almacena lentamente.

Las condiciones laborales en las minas son a menudo infrahumanas

Las condiciones laborales en las minas son a menudo infrahumanas / Shutterstock

El problema es que lo que podía haberse convertido en una fuente de riqueza, crecimiento y progreso económico y social para uno de los países más desfavorecidos de África central es, en la práctica, objeto de deseo de las mafias. Y motivo de guerra y sufrimiento. El conflicto que se libra entre los grupos armados para hacerse con el control de estos depósitos de coltán ha sumido al territorio en la pobreza más profunda y las organizaciones humanitarias que operan en la zona calculan que más de trece millones de personas malviven en situación de hambruna. Por si fuera poco, en apenas 14 años, entre 1996 y 2010, cinco millones de congoleños perdieron la vida como consecuencia de esta espiral de violencia. Naciones Unidas lo llama abiertamente genocidio.

En el país están operativas alrededor de 5.000 minas, de las que solo 140 tienen la categoría verde. Apenas un 3% se rigen por la legalidad, ajenas a la acción de las bandas criminales. Los trabajadores (muchos, menores de edad) de las que están en el otro extremo operan en condiciones extremadamente peligrosas y sufren explotación. Por desgracia, estas son la mayoría. En 2010, la administración Obama sacó adelante la ley Dodd-Frank por la que obligaba a sus compañías a cerciorarse de que los materiales que empleaban en la fabricación de sus dispositivos no nacían de la guerra. Un pequeño paso.

El coltán desencadena a menudo la llegada de mafias

El coltán desencadena a menudo la llegada de mafias / Agencias

Otra de las víctimas de estos materiales necesarios para la transición energética son los grandes simios africanos. El 34% de los que habitan en el continente (alrededor de 180.000) viven en territorios próximos a minas en funcionamiento o en construcción. Por esta causa sufren la destrucción y fragmentación de su hábitat, la contaminación química y lumínica que provocan estas industrias y el alto riesgo de contraer enfermedades.

A miles de kilómetros, en Chile, la fauna también sufre: el único refugio de flamencos del país está seriamente amenazado por la minería de litio. De hecho, las consecuencias ya se dejan notar en dos especies.

Polémicas también en España

Aunque parezca una realidad lejana, lo cierto es que no lo es tanto. En España lleva unos años sobre la mesa la posibilidad de habilitar una mina de coltán, la única de toda Europa, un proyecto que recientemente ha tumbado la justicia. ¿Por qué? Por no realizar una evaluación adecuada de los riesgos medioambientales derivados de su actividad. La empresa responsable es Strategic Minerals, con sede en Canadá.

En España, proyectos para extraer coltán o litio han sublevado también a la población

Ubicado en el extremo sureste de la provincia de Ourense y enclavado en pleno espacio natural de Peña Trevinca, protegido por la Red Natura, el yacimiento de Penouta, en el municipio de Viana do Bolo, da trabajo a más de un centenar de personas, pero también deja una huella contaminante muy difícil de difuminar. El clásico dilema entre beneficio económico y daño ecológico. Entre los perjuicios que ya se pueden ver está la presencia de arsénico, mercurio, cadmio y plomo en aguas destinadas al consumo humano, además de las grietas que ya han aparecido en las casas de la zona. Si se clausurase de forma definitiva, las autoridades de la zona lamentan que se agudizaría el invierno demográfico que castiga a este enclave.

Mapa de yacimientos de tierras raras en España

Mapa de yacimientos de tierras raras en España / EPE

Este no es el único caso en nuestro país. En Cáceres hace años que se libra una batalla contra una mina de litio que amenaza la Sierra de la Mosca. Ante la oposición vecinal, la multinacional que la impulsa trata ahora de cambiar el proyecto de mina a cielo abierto por otra de tipo subterráneo, que tampoco contenta a casi nadie.

Ante este panorama tan negro, solo queda buscar soluciones. La que suscita más consensos pasa por reciclar e implementar prácticas de economía circular. Un informe de Amigos de la Tierra sostiene que la generalización de estas buenas prácticas podría cubrir la demanda hasta en un 67%. Esto también pasa por alargar la vida útil de los aparatos electrónicos y atacar la obsolescencia programada.

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ENTREVISTA. Rubén Esteban Pérez. Geólogo.

«Falta una verdadera investigación de yacimientos»

Rubén Esteban Pérez es geólogo y forma parte de la Junta de Gobierno del Colegio de Geólogos. También es miembro del panel de expertos que asesora a la Comisión Europea. Defiende que hallar un camino viable hacia una economía descarbonizada es urgente, pero, eso sí, es necesario minimizar los efectos colaterales. Para ello, apuesta por apoyarse en el conocimiento. 

Rubén Esteban Pérez

Rubén Esteban Pérez / EP

-¿Por qué son los minerales críticos necesarios para la transición ecológica?

-No se puede entender sin ellos. Las baterías para vehículos eléctricos que sustituyen poco a poco a los de combustión no pueden fabricarse sin cantidades importantes de cobre, cobalto, grafito, litio, manganeso o níquel. Los imanes permanentes de los aerogeneradores eólicos necesitan disprosio y neodimio, ambos del grupo de las tierras raras. Los sistemas de electrolisis para generar hidrógeno verde no pueden concebirse sin iridio, níquel y platino….

-¿Cuáles son los más codiciados?

-Los que cuentan con reservas probadas más pequeñas, los necesarios por su volumen de utilización o porque son más demandados, o los que se encuentran en explotación en localizaciones donde los condicionantes geopolíticos son más complejos. Uno de ellos es el rodio: se obtiene como subproducto de la minería del platino, prácticamente no se recicla, sus provisiones son muy pequeñas y Europa depende de terceros países en más del 95 por ciento. Su valor ha aumentado un 3.000 por ciento en el último lustro.

-¿El peligro de desabastecimiento es real?

-Sí, por el endurecimiento de las normativas laborales y medioambientales en los países productores de materias primas del mundo. Esto está haciendo que muchas minas hayan cerrado o estén en proceso de hacerlo. También por las tensiones geopolíticas y las trabas arancelarias.

-Aunque están llamados a sustituir, por ejemplo, al petróleo, tienen otros inconvenientes medioambientales. ¿Compensa su extracción?

-Van a hacer viables tecnologías que, sin emisiones, van a generar electricidad descarbonizada. En Europa solo se está explotando de manera significativa estroncio en España y hafnio en Francia, además de wolframio, cobre, zinc y tántalo en volúmenes pequeños. Su valor sobrepasa los 40 millones de euros. El resto se exportan de países terceros, la mayoría en África, Latinoamérica y Asia, que no cuentan con leyes medioambientales que protejan la biodiversidad o propicien una minería sostenible.

-¿Podría España tener un papel fundamental en esta industria?

-España, debido a su particular geología, cuenta con yacimientos estudiados con reservas probadas de algunos minerales críticos como cobre, wolframio y estroncio, donde es un productor destacado a nivel mundial. De otros,como el litio, las tierras raras, el grafito, el cobalto y el vanadio, cuenta con detalladas investigaciones geológicas que parametrizan importantes yacimientos aún sin explotar. El problema está en la compleja legalidad minera (hay hasta 110 normativas diferentes) y en el rechazo social. También falta aquí y en el resto de Europa una verdadera política de investigación geológica de yacimientos mineros posibles para contar con reservas estratégicas de estos minerales críticos. Una información veraz, una didáctica de la importancia y beneficio de la minería del siglo XXI y un apoyo institucional a los proyectos viables y sostenibles también son necesarios.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es