Excepción climática

El océano Atlántico se enfría muy rápidamente: estas son sus peligrosas consecuencias

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El gigantesco huracán Florence del 2018 visto desde le espacio

El gigantesco huracán Florence del 2018 visto desde le espacio / NASA

David Sánchez Marín

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El clima que se ha podido vivir este verano ha resultado ser de lo más alocado. Llevamos viviendo una dinámica ambiental desde unos años en la que experimentar récords históricos de temperaturas resulta normal. Un día graniza y al siguiente hay alerta por altas temperaturas. Los fenómenos ambientales se vuelven más extremos y difíciles de pronosticar. Y los únicos culpables son el calentamiento global y los humanos que lo alimentan.

El aumento de la temperatura de los océanos también es un fenómeno que lleva preocupando a la comunidad científica desde hace unos años. Existen muchas amenazas para los ecosistemas del globo si suben los grados centígrados del océano. La subida del nivel del mar o la llegada de especies invasoras son algunas de las muchas consecuencias del aumento centígrado. Este verano se han registrado temperaturas superiores a los 30 °C en el mar Mediterráneo. Pero lo que muchos científicos no se esperaban es el descenso extremo de la temperatura en una región del Atlántico.

El océano Atlántico

El océano Atlántico fue bautizado por las antiguas civilizaciones griegas con el nombre de uno de los titanes que desafió a los dioses. El titán conocido como Atlas fue castigado por Zeus y condenado a soportar las columnas que soportan el cielo. Aunque es un relato mitológico, se pueden trazar algunas analogías con la situación climática actual. El océano Atlántico es el océano más joven, el más estudiado y uno de los que tienen más importancia climática en Europa y África. Si las corrientes de este océano se vieran perturbadas, como ya muestran algunos estudios, se generaría una situación de inestabilidad climática y catástrofe en todo el mundo. La supervivencia del titán es necesaria para vivir bajo los cielos que sustenta.

La tendencia global del aumento de las temperaturas oceánicas se está viendo desafiada por una anomalía térmica en una región del Atlántico. Es un fenómeno el cual los científicos aún no pueden explicar del todo, aunque existen muchas hipótesis. La región del Atlántico norte ha registrado este año temperaturas extremadamente calientes. Pero la excepción climática de la que se está alertando actualmente es el rápido y pronunciado descenso de las temperaturas en la región del Atlántico ecuatorial. Aunque parezca positivo el descenso, en este caso comporta todo lo contrario.

La Niña del Atlántico

La región que más preocupa a los científicos es un estrecho corredor a lo largo del Ecuador cerca de la costa africana. Pese a que las aguas del norte se encuentran sobrecalentadas, en la región ecuatorial -central- se encuentran entre 0,5 ºC y 1 ºC por debajo del promedio. Este es un patrón inusual, pero que hace recordar al fenómeno climático de la Niña. Es por esto que a este fenómeno se le ha decidido bautizar como 'la Niña del Atlántico'.

La Niña ocurre cuando las temperaturas en el océano Pacífico oriental a lo largo del ecuador al oeste de América del Sur descienden al menos 0,5 ºC por debajo de lo normal. Durante El Niño, la misma región se calienta. Estos cambios de temperatura pueden parecer pequeños, pero pueden afectar la atmósfera de maneras que repercuten en todo el planeta. Este fenómeno a menor escala se está traduciendo por vez primera en el océano Atlántico y está creando nuevas dinámicas oceánicas.

El problema que comporta el enfriamiento

Que aumente o descienda medio grado la temperatura del océano ecuatorial a priori no parece que pueda tener consecuencias muy graves. Pero en realidad esta diferencia de temperatura tiene implicaciones significativas que podrían recordar al efecto mariposa. Un pequeño cambio al principio de un sistema puede generar resultados caóticos.

Las consecuencias que pueden tener esta fluctuación de la temperatura están relacionadas con la aparición de fenómenos meteorológicos adversos más extremos y la alteración de patrones de precipitación. Podría ayudar a la aparición de huracanes nunca antes vistos en el Atlántico. También podría alterar los patrones de precipitación en los continentes circundantes, afectando desde la región del Sahel en África hasta el noreste de América del Sur.