Este miércoles

Un grupo de ecologistas lanza pintura contra los monumentos neolíticos de Stonehenge

La acción, enfocada a pedir el fin de los combustibles fósiles, se ha realizado con una harina de maiz anaranjada que, según los activistas, se irá con la lluvia

La protesta climática se multiplica en los museos y abre un agitado debate sobre su utilidad

Un grupo ecologista Just Stop Oil rocía pintura el monumento de Stonehenge

EFE

Valentina Raffio

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El mismo grupo de activistas ecologistas que hace dos años protagonizó una oleada sin precedentes de protestas en los museos y derramó comida sobre cuadros de Monet y Van Gogh, entre otros, ha realizado este miércoles una nueva acción. En esta ocasión, los activistas han rociado pintura naranja sobre el monumento monolítico de Stonehenge en Reino Unido en vísperas de la celebración del solsticio de verano en este emblemático emplazamiento. "Permanecer inerte durante generaciones funciona bien para las piedras, no para la política climática. Exigimos un tratado legalmente vinculante para eliminar gradualmente los combustibles fósiles para 2030", ha comentado el grupo ecologista en un post compartido en redes sociales sobre esta polémica acción. 

La protesta ha sido realizada por dos activistas del grupo Just Stop Oil, Niamh Lynch, de 21 años y estudiante de Oxford y Rajan Naidu, de 73 años. "La harina de maíz anaranjada que utilizamos para crear un espectáculo pronto desaparecerá con la lluvia, pero la necesidad urgente de acciones para mitigar las consecuencias catastróficas de la crisis climática y ecológica no", han declarado los activistas durante la acción, que se ha saldado con la detención de ambos por parte de las autoridades británicas

Los responsables del sitio arqueológico afirman que un equipo de expertos se ha desplazado al lugar para evaluar los posibles daños

La acción ha creado un gran revuelo en Reino Unido. Sobre todo, porque no está claro si la protesta puede haber causado algún tipo de desperfecto en los monumentos. Según ha declarado un portavoz de English Heritage a medios locales, un equipo de expertos ya se ha desplazado al lugar de los hechos para evaluar "el alcance de los daños". "La situación es preocupante, pero el monumento permancerá abierto al público", afirman los responsables de este sitio arqueológico.

Protestas en los museos

Hace dos años, el grupo Just Stop Oil encabezó una oleada de protestas en los museos. Entonces, las acciones se realizaron en vísperas del inicio de la cumbre del clima de Sharm El-Sheikh y se enfocaron, también en ese caso, a reclamar "acciones más contundentes contra los combustibles fósiles". Entre las acciones más sonadas destaca, por ejemplo, un tartazo a una estatua de cera de Carlos III, una sopa de tomate estampada ante un cuadro de Van Gogh y un puré de patatas lanzado a un Monet. Ya entonces, según explicaron varios grupos activistas consultados por este diario, los ecologistas defendieron la importancia de estas acciones como "actos de desobediencia civil no violenta" para protestar contra la inacción climática. "¿Qué vale más, el arte o la vida? ¿Qué nos preocupa más, la protección de una pintura o la protección de nuestro planeta y de la gente?", plantearon ya entonces.

El gran debate sigue siendo el impacto de estas acciones sobre la opinión pública. O mejor dicho, en si realmente logran concienciar sobre la crisis climática. Por un lado, a la vista está que estas acciones han conseguido convertirse en fenómenos virales y, además, han logrado devolver las protestas climáticas a la agenda pública. Pero por otro lado, también hay quien cree que estas acciones tan extremas pueden reducir el apoyo popular hacia el movimiento ecologista. "Puede que las personas 'disparen al mensajero', pero al menos escuchan el mensaje", destacó en su día el psicólogo y activista Colin Davins en el inicio de estas protestas.