La emergencia por la sexta extinción se suma a la del cambio climático

Imagen de la deforestación en Indonesia.

Imagen de la deforestación en Indonesia. / GREENPEACE

Manuel Vilaseró

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A principios de esta década se desató la alarma entre los agricultores de los países más desarrollados por la muerte masiva de abejas. El problema más importante no era la ruina a la que podían verse abocados los apicultores. Estaba en riesgo la función de polinización que cumplen estos insectos. El 84% de las 264 especies de cultivo y 4.000 variedades vegetales de Europa existen gracias a la polinización por abejas. Sin ellas la producción agrícola prácticamente desaparecería.

Un informe encargado por las Naciones Unidas al IPBES (Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas) desveló cómo la caída de las poblaciones de insectos causada por el uso de pesticidas había provocado un descenso global de un 10% de la productividad de la agricultura. Fue una de las primeras veces que se verificaba de modo concreto el impacto que la pérdida de seres vivos del reino animal por la contaminación tenía en la economía y el sustento de la raza humana.

Este estudio es el germen del informe sobre la pérdida de la biodiversidad que esta semana ha irrumpido en los medios de comunicación de todo mundo. La ONU encargó también al IPBES un diagnóstico global, que afectará a todas las especies, sobre la pérdida de la biodiversidad  y su impacto en la vida humana, así como las medidas que deberían tomarse para evitar su deterioro. El resultado ha sido demoledor. Un millón de especies animales y vegetales pueden desaparecer del planeta a lo largo de las próximas décadas debido a la contaminación, el cambio climático y la sobreexplotación de los recursos si no se cambia de rumbo.

Impacto multimillonario

El impacto en la economía de lo que ya se denomina la sexta extinción sería multimillonario. El caso de la polinización es también el mejor ejemplo. Están en riesgo cultivos por valor de entre 235.000  y 577.000 millones de euros con la pérdida de las especies de insectos que están en peligro. Pero no es el único caso. La desaparición de especies marinas por la contaminación y la sobrepesca puede convertir a los oceános en cementerios.  Y así una larga lista.

¿Y ahora qué? ¿Se tomarán medidas? ¿Quién debe hacerlo? ¿Habrá un antes y un después del informe ?  ¿O simplemente será desechado como otra predicción castastrofista más? Entre los 145 "científicos principales" que han elaborado el texto en representación de 50 países figuran dos españoles, el economista vasco Unai Pascual y la antropóloga catalana Victoria Reyes. El primero es profesor en el equipo científico del BC3 (Centro Vasco para el Cambio Climático) y ha participado incluso en la selección del resto de los 145 expertos. La catalana es investigadora ICREA en el  Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA)  de la Univesitat Autónoma de Barcelona (UAB).

Ambos esperan que se produzca una inflexión similar a la que significó el informe del IPCC (Panel Intergubernamental de expertos de Cambio Climático) sobre el calentamiento global que el pasado octubre puso sobre la mesa la ineludible necesidad de tomar medidas urgentes para evitar que las temperaturas suban más allá de los 1,5ºC a mitad de siglo.

El IPBES viene a ser "el hermano pequeño"  del IPCC, según Pascual. Hasta ahora solo había hecho informes regionales o temáticos, como el de los polinizadores. Esta es su primera evaluación global, "el estudio más exhaustivo sobre la biodiversidad que se había hecho nunca", cuyos trabajos han durado tres años y está basado en unas 15.000 investigaciones publicadas en los últimos años. Al igual que el del IPCC, fue realizado a petición de la ONU y "aprobado por el plenario de los 132 países miembros del IPBES por consenso por la totalidad de los mismos".

La punta del iceberg

En el informe se pone de relieve que la denominada "emergencia climática" es sólo una de las que afectan a la naturaleza. La que afecta a la biodiversidad es otra más y las dos están relacionadas. "La emergencia climática no es más que la punta del iceberg de algo mucho más grande pero que no se ve. Por eso prefiero hablar de emergencia socioecológica", porque se trata de una crisis de la naturaleza, causada por el hombre, que genera impactos muy negativos sobre la sociedad: desde migraciones masivas a conflictos entre comunidades, según el investigador vasco.

El documento no se limita a diagnosticar el problema sino que traza la hoja de ruta que permitiría evitar la sexta extición. Habría que suprimir, por ejemplo, las subvenciones a los combustibles fósiles y a las actividades agrícolas o pesqueras perjudiciales para el medio ambiente que suman "billones de euros". Y activar políticas económicas que desincentiven la deforestación.

El informe insta también a impulsar la reducción de la agricultura intensiva que abusa de fertilizantes y pesticidas. "No es necesario aumentar más la producción agrícola. Con la actual sería más que suficiente sino se malgastara", certifica el economista vasco.  Aumentar y controlar más las áreas protegidas, bajar la tasa de natalidad en las regiones donde está creciendo mucho, son otras propuestas aprobadas.

Desligar el consumo de la felicidad

Para Reyes, una propuesta clave es la que reclama olvidar el crecimiento económico como la panacea que nos dará felicidad. "La tierra es finita. Hay que desligar la calidad de vida del modelo de consumo. En otras culturas la calidad de vida no tiene nada que ver con tener un móvil o un coche nuevos. La naturaleza no está capacitada para suministrarnos esos bienes de modo infinito", reflexiona la antropóloga catalana.     

En la conferencia que aprobó el documento en París participaron los representantes de los gobiernos de 132 países. Algunos expresaron reticencias, por ejemplo, a la eliminación de subvenciones a los combustibles fósiles pero se rindieron a la evidencia  científica. "Les dijimos que no hay más remedio si queremos evitar la extinción masiva y les recordamos que ellos eran los que nos habían encargado el diagnóstico", revela Reyes.

Que lo hayan aprobado los países no garantiza que lo vayan a aplicar. Los delegados que han participado en los debates son funcionarios adscritos a las áreas medioambientales del gobiernos. Las decisiones no las toman ellos, sino los políticos que los encabezan. Tampoco los alcanzados acuerdos son vinculantes. Los investigadores son concientes de las dificultades, sobre todo porque hay "intereses creados muy poderosos, con actores de diversos niveles sociales, para que las cosas no cambien".

Sin excusas

"Nuestro granito de arena ha sido contribuir con una radiografia lo más objetiva posible para que la gente pueda cambiar sus hábitos y presionar para que cambien las políticas públicas. Los gobiernos ya no tienen la excusa de decir que no sabían lo que está pasando. Es más, lo han aprobado ellos, lo que les da un plus de responsabilidad", advierte Pascual .

El primer encuentro mundial donde podrá comprobarse si se pasa de las palabras a los hechos tendrán lugar en Pekín en el 2020, con la reunión del Convenio de Diversidad Biológica, según Juan Carlos Atienza, el responsable de la organización ecologista SEO Bird Life, que ha participado los debates del IPBES. "En Pekín deberán plasmarse las nuevas metas marcadas por el informe una vez constatado que las acordadas por la reunión de Aichí (Japón) en 2010 y que finalizaban en 2020 se han incumplido", explica.

A nivel español, la oenegé propone que además de las leyes de cambio climático y transición energética, se apruebe "una ley de transición ecológica o algo similar similar", que obligue a las políticas sectoriales a primar la conservación de la biodiversidad y cuidado de los recursos naturales.

En una frase que se atribuye (quizás falsamente) a Einsten este advirtió que "sin las abejas al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida". "Sin abejas", dijo, "no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres". Esperemos que está predición no sea tan acertada como la que formuló de los agujeros negros.