peligrosos compuestos en las TRUCHAS DEL PIRINEO

La contaminación 'feminiza' los peces en lagos de alta montaña

Los vientos llevan los disruptores endocrinos hasta parajes remotos

Una trucha, en pleno salto.

Una trucha, en pleno salto. / periodico

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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Los disruptores endocrinos, sustancias contaminantes capaces de alterar el equilibrio hormonal, han llegado arrastrados por el viento hasta lagos remotos de alta montaña, muy lejos de los núcleos industriales, urbanos y agarios donde se originan, y están ocasionando efectos feminizantes en los peces que allí viven.

Un equipo de investigadores españoles y austriacos ha llegado a esta conclusión tras analizar las truchas que viven en diversos lagos del Pirineo catalán (Cavallers, Llong, Redó, Llebreta) y de las montañas Tatras, en Eslovaquia. Según explican los autores, se trata del primer caso documentado de feminización de la fauna vertebrada debido a productos impulsados por corrientes atmosféricas.

El estudio, que se ha publicado en la revista especializada Nature Scientific Reports, lo han encabezado investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua de Barcelona (Idaea-CSIC), del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF-UAB) y de la Universidad de Innsbruck. «Estos lagos están alejados de las fuentes emisoras de los compuestos, como las grandes industrias del cloro o las plantaciones agrícolas, así que la única posibilidad es que hayan llegado hasta allí a través del aire», resume Jordi Catalán (CREAF).

Como píldoras anticonceptivas

 En el estudio se han localizado disruptores endocrinos en sangre, hígado y tejido muscular de las truchas, lo que lleva a los machos a generar más estrógenos (hormonas femeninas), aunque aún no se han detectado cambios morfológicos o de sexo. «Se podría decir que los peces machos se están tragando píldoras anticonceptivas involuntariamente», escribe el austriaco Reinhard Lackner. Además, añade Joan Grimalt (CSIC), no se trata de un caso aislado, sino que se ha detectado el problema en numerosos animales.

El efecto es menos perceptible en las hembras porque sus niveles naturales de estrógenos son relativamente elevados. A pesar de que el grado de feminización que se ha observado no constituye una amenaza para la capacidad reproductora de los peces, dicen los autores, «estos contaminantes son un problema porque tienen un impacto duradero sobre el ambiente, ya que son muy persistentes y se acumulan a lo largo de las cadenas tróficas».

Debido a su sensibilidad y su tamaño, los peces son «buenos centinelas» para analizar los efectos de los compuestos estrogénicos. Sin embargo, advierten los científicos, los disruptores endocrinos también se acumulan en los humanos y su potencial estrogénico puede dar lugar a malformaciones en el nacimiento, obesidad y alteraciones en el metabolismo de la tiroides. Se desconocen cuáles son los niveles críticos de esta contaminación difusa, pero, más allá de ser un problema medioambiental transportado por el aire, incluso a lugares muy alejados de los focos emisores, «los resultados del estudio se deben tomar muy en serio dados los casos crecientes de disrupción endocrina en humanos», concluyen Grimalt y su colega Benjamí Piña, también del CSIC.