Reducir la contaminación de Barcelona es una cuestión de salud
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Barcelona supera repetidamente los límites de contaminación establecidos tanto por la Unión Europea como por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y buena parte de los contaminantes que respiramos los barceloneses provienen de los vehículos motorizados.
Por esta razón se llevan a cabo iniciativas como el Día sin Coches, para concienciar que solo con un nuevo modelo de movilidad se puede reducir la contaminación, que provoca 3.500 muertes prematuras cada año en el área metropolitana de Barcelona.
El óxido de nitrógeno, el ozono y las partículas en suspensión son elementos contaminantes que respiramos los barceloneses y provocan enfermedades respiratorias, alergias y son factores de riesgo para las enfermedades cardíacas.
La mayoría de estos contaminantes los genera el tráfico rodado, y en el caso del óxido de nitrógeno provienen, en un 70%, de los motores diésel.
Barcelona tiene 9.285 coches por kilómetro cuadrado, mientras que en Londres solo hay 1.654; además, la orografía de la ciudad —rodeada por la sierra de Collserola, Montjuïc y el Besòs— dificulta la dispersión de toda esta contaminación.
Así pues, limitar la presencia de coches en la ciudad es una medida necesaria para conseguir una ciudad más limpia y más sana; de hecho, uno de los objetivos es reducir la presencia del vehículo privado en el área metropolitana en un 21% respecto a los valores del 2013, ya que es la principal causa de contaminación.
“El aire limpio es un derecho. El aire limpio es un beneficio muy importante para la salud y, por tanto, deberíamos trabajar desde muchos puntos de vista para conseguir esta calidad del aire”, afirma el doctor Joan Escarrabill, del Programa de Atención a la Cronicidad del Hospital Clínic.
Para conseguirlo, las limitaciones del tráfico rodado deben ir acompañadas de otras medidas como la reordenación de la vía pública y dar prioridad a los peatones y vehículos no motorizados, fomentar los medios de transporte menos contaminantes, promocionar el uso de las bicicletas y el transporte público o establecer un plan de actuación en caso de episodios de contaminación.
LA EXPERIENCIA DE OTRAS CIUDADES
En Europa, más de doscientas ciudades han delimitado zonas de emisiones bajas donde se restringe el acceso de los vehículos más contaminantes.
Es este el caso de Lisboa, Berlín y Estocolmo, donde han apreciado un descenso del 22% en la concentración de óxido de nitrógeno proveniente de los vehículos diésel en estas zonas.
En Londres, en cambio, han optado por cobrar un peaje a los vehículos que quieren circular por el centro de la ciudad, lo que ha supuesto una reducción del 12% de la contaminación.
Hay otras experiencias, como la de Atenas, donde se alterna la circulación de vehículos con número de matrícula par o impar, o Bruselas, donde solo se puede circular a un máximo de 50 kilómetros por hora durante episodios de contaminación.
De una manera u otra, las ciudades más pobladas de todo el mundo están trabajando para reducir la contaminación por una razón: es una cuestión de salud.
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