HERENCIA PARA CREADORES EMERGENTES
Un legado para el arte
Todo empezó cuando Francesc Guasch y Emília Coranty, ambos pintores, profesores y, sobre todo, amantes del arte, soñaron con que su finca de Sant Gervasi, un lugar idílico en el que evadirse y retratar paisajes, se convirtiera en una escuela de bellas artes. El sueño se hizo parcialmente realidad, una vez fallecidos (él, en 1933 y ella, en 1944) al designar heredera universal a la Escuela de Artes y Oficios Artísticos y Bellas Artes de Barcelona. Entonces también se creó la Fundación Guasch Coranty, ahora con sede en Les Corts y dedicada a promover el arte, otra de las ilusiones del matrimonio.
«Emília Coranty quería que un año se diese un premio a un hombre y al año siguiente a una mujer para que tuviesen las mismas posibilidades», dice Cristina Roto, secretaria de la Fundación Guasch Coranty, para subrayar el feminismo de la pintora.
Cada año, la Fundación Coranty reparte cuatro becas de 9.000 euros cada una a estudiantes de Bellas Artes de la Universitat de Barcelona, donde se encuentra su sede. Desde el 2001, colman de ilusión y motivación a los estudiantes que presentan su proyecto. «Es fascinante que esta beca siga en pie. Es un gran empuje a nivel económico en un momento en el que la profesionalización del arte es precaria», dice el becado Francesc Ruiz. « Además, atenúa la dureza del entorno al que sale uno al terminar la carrera», añade Aldo Urbano, también becado en la última convocatoria.
Los trabajos son evaluados por una comisión formada por profesores de la facultad y algún artista externo. Una vez que los alumnos son seleccionados, se les pide que entreguen parte de su obra para el patrimonio de la Fundación.
Reinventarse y sobrevivir
«Los becados son la gran alegría de esta casa. Un alto porcentaje de los que reciben la beca logran funcionar fuera», añade Cristina Roto. Es el caso de Pablo Lerma, otro de los becados este año, que se encuentra ahora en Nueva York tras ser seleccionado para participar en un programa en una escuela de allí.
Sin embargo, los estudiantes se muestran descontentos con el reconocimiento social del arte y no confían en una mejora a corto plazo. «No creo que mejore. Habrá que ver cómo logramos sobrevivir reinventándonos», reflexiona Teresa Estapé, una de las premiadas. «El problema es estructural. En España no se valora el papel del arte y la cultura a nivel social. No podemos competir con países como EEUU», añade Pablo Lerma.
Además de estas becas, la Fundació Guasch Coranty organiza cada cuatro años un premio de pintura internacional, en el que pueden participar artistas menores de 40 años de todo el mundo. Los trabajos de los 30 o 40 artistas seleccionados se exponen en una sala cedida por el Centre d'Art Tecla Sala. El primer premio está dotado con 25.000 euros y el segundo y tercero, con 8.000 euros cada uno, además de una beca de tres meses ofrecida por el Centre d'Art Piramidón, con sede en el barrio de La Pau.
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