Isabella Rossellini: "Aún me duele ver a mi madre en 'Sonata de otoño'"

Después de rodar 50 películas –mítica 'Blue Velvet'–, apurar tres maridos y ser el arquetipo de belleza en portadas y cosméticos, Isabella Rossellini (Roma, 1952) podía limitarse a una vida tranquila en Mama Farm, una granja ecológica de 10,5 hectáreas en Long Island en la que, junto a su hija Elettra, mima pollos y pavos, ovejas y patos. Pero no. La hija de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini es un aspersor de actividad.

Ahora gira con 'Le sourire de Darwin', un monólogo dirigido por Muriel Mayette-Holtz que este domingo y lunes fondea en el Teatre Akadèmia –donde ya ofreció 'Link Link Circus'– para 'celebrar' el cumpleaños de la mecenas Elsa Peretti, fallecida en 2021.

Etología y teatro. Extraña unión de intereses.

A los 58 años, después de trabajar toda la vida como modelo y actriz, volví a la universidad y me saqué un máster en etología, una disciplina que me interesaba desde que, a los 13 años, mi padre me regaló el libro 'El anillo del rey Salomón', de Konrad Lorenz. Uní intereses escribiendo textos en clave cómica para cortos...

Como 'Green Porn', sobre la sexualidad en el reino animal.

Y ahora los reúno en 'Le sourire de Darwin', que parte de la lectura de 'La expresión de las emociones en el hombre y en los animales' (1872), donde el naturalista se pregunta si son producto de la evolución.

¿Qué explicaría un etólogo de Isabella Rossellini?

La etología es la ciencia que estudia el comportamiento de los animales.

Era una pregunta en sentido figurado.

No sé qué responderle. Yo soy yo, y hago cosas que me fascinan. Me ocupo de mi familia, de los animales, vuelco mi experiencia en un texto, lo muestro en un espectáculo... Esa es mi descripción.

"Yo soy yo, y hago cosas que me fascinan"

La describieron como "la mujer más bella del mundo".

Halagador. Me benefició a la hora de trabajar como modelo y actriz. Me permitió ser económicamente independiente y manejar mi carrera. Pero tengo 70 años.

Darwin escribió que la función de la belleza es sexual. ¿Le ha resultado una maldición?

Entiendo que las jóvenes de 20 o 30 años peleen por conquistar derechos. En los años 70 también los defendí en una Italia en la que la mujer estaba siempre disponible, no había divorcio y existían los 'crímenes de honor' (el hombre podía vengar un adulterio). Aún hay muchas cosas que hacer por la igualdad.

"Mi madre pagó un alto precio por buscar la independencia"

Ingrid Bergman fue una campeona de la emancipación, y fue muy cuestionada.

Es un enorme ejemplo de búsqueda de la independencia, y pagó un enorme precio. No le permitieron ver a su hija Pía durante ocho años y cortaron su carrera en Estados Unidos tras contraer matrimonio con mi padre, del que se enamoró estando casada.

¿Usted no sufrió sus ausencias?

Estuvo muy presente en mi infancia. Se escapaba de los rodajes para vernos, la íbamos a visitar nosotros. Ser una mujer trabajadora fue un gran ejemplo. 

¿Ha descubierto algún secreto sobre ella últimamente?

No. Escribió una autobiografía ['Mi historia'] y contó otras cosas en cartas y diarios que la familia ha depositado en la Western University. En uno de los diarios, por ejemplo, describe su experiencia durante el rodaje de 'Casablanca'.

"He visto una treintena de veces 'Casablanca', pero no reconozco a mamá"

¿Cuántas veces ha visto ese clásico?

Una treintena al menos. Pero en 'Casablanca' no identifico a mamá, era demasiado joven. En cambio, tengo dificultad para verla en 'Sonata de otoño', la película de Ingmar Bergman rodada tres años antes de su muerte, porque es la madre que recuerdo. Aún me duele oír su voz.

Ella se definió como "espiritual, irritante, terca y salvaje".

No sé de dónde ha sacado eso.

De un diario de juventud. Solo quería saber cómo la adjetivaría usted.

¡No era salvaje en absoluto! Era un ser maravilloso. Una mujer muy responsable, con muchas dificultades para compaginar la maternidad con la carrera.

Su sonrisa es muy parecida a la de ella.

Si usted lo dice. Las emociones son necesarias para sobrevivir. Algunas son adquiridas y otras, innatas. Quizá porque nací en Italia gesticulo mucho con las manos, pero no sonrío ni lloro a la italiana, sino como todos los hombres y mujeres del mundo.

"No sé en qué dirección va el mundo"

¿Le gusta el mundo que le ha tocado?

De no pertenecer a él, seguiría llevando un corsé de yeso [sufrió una escoliosis severa en la infancia], y estaría más oprimida como mujer.

Sin embargo, no mejora la especie. Ahí está la guerra de Ucrania.

La humanidad ha sufrido enormes tragedias. Mis padres vivieron dos guerras mundiales. Deploro lo que ocurre en Ucrania. Pero no sé en qué dirección va el mundo, la verdad.

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