muy seriemente

'Sex Explained', una patada en la entrepierna del 'pin parental'

Netflix ofrece una lección magistral de educación sexual, calienta argumentalmente el 8M y, lo mejor de todo, justicia divina, lo hace con la serie de una productora llamada Vox

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Carles Cols

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Que la productora que hay detrás de ‘Sex Explained’, o sea, todo lo que usted querría saber sobre el sexo y temía preguntar, contado en Netflix en cinco perfectos capítulos, se llame Vox no puede ser más que un acto de justicia divina. Esta sección, ‘muy seriemente’, tenía entre sus buenos propósitos fundacionales hablar cuanto menos mejor del partido del miedo, no por eso de los cordones sanitarios, sino porque el discurso de la ultraderecha es tan simplón que aburre. La única excepción prevista a ese planteamiento inicial iba a ser la próxima semana, aquí mismo, con un título que si no es ‘Babylon, Berlín, Murcia’, se le parecerá. Quedan convocados dentro de siete días. Pero la polémica sobre el 'pin parental' esta ahí, sobre la mesa, y la tentación es irresistible. Apetece decir, y mucho, que 'Sex Explained' es una patada en la entrepierna del ‘pin parental’ o, parafraseando otro clásico de Netflix, haber titulado este artículo con más bemoles: ‘The End of the F***in Pin Parental’.

Tras realizar 4.200 entrevistas, el Instituto Kinsey concluyó que hasta las más raras fantasías son en realidad muy comunes

Les pongo primero en contexto, eso sí, sin arruinarles con ‘spoilers’ el placer de disfrutar de cada minuto de ‘Sex Explained’, porque los cinco capítulos de esta serie documental son realmente cortos, 17 minutos el más breve, 26 el más extenso. El primero parece, a primera vista, el más prometedor. ‘Fantasías sexuales’. Así se titula. A través de psicólogos como Justin Lehmiller, que como investigador del prestigioso Instituto Kinsey, poca broma, realizó 4.200 entrevistas sobre esta cuestión a menudo tabú, es posible concluir que hasta las más impúdicas fantasías sexuales suelen ser universales, vamos, muy poco originales.

Bonobos

La sexualidad, cuando se analiza científicamente, suele ser una fuente inagotable de sorpresas. De entre todos los estudios desgranados en los dos primeros capítulos es imposible resistir la tentación de citar aquí, por cómica, una de las conclusiones colaterales de una experimento llevado a cabo con hombres y mujeres y con una muestra estadísticamente suficiente de heterosexuales, gays y lesbianas. Se medía en este trabajo con electrosensores y lo que hiciera falta su índice de excitación ante una batería de videos subidos de tono, de todo tipo. Las conclusiones generales fueron interesantes, sí, pero la más extravagante de ellas fue que las lesbianas percibían como algo más estimulante el video de una pareja de bonobos copulando que el de un hombre desnudo de paseo al aire libre.

Los viernes, cesárea. Así fue durante un tiempo la obstetricia de pago para que los médicos pudiera gozar el fin de semana

Narrado con la estupenda voz de la actriz y cantante Janelle Monáe, los dos primeros capítulos se hacen realmente cortos. Pero son solo un trampantojo, un cebo, un cepo. Con el espectador con la guardia baja, los tres siguientes episodios son un estupendo relato que merecería no solo proyectarse en las escuelas, sino ser tenido en cuenta como material de debate cara al próximo 8M, sobre todo desde que en el 2018 esta jornada de reivindicacion de la mujer, para pasmo mundial masculino, adquirió las formas de una revolución a escala planetaria. ‘Anticonceptivos’, ‘Fertilidad’ y ‘Parto’, capítulos 3, 4 y 5, respectivamente, cuentan lo terrible, cómo la ciencia médica relacionada con la contracepción, el embarazo y el parto ha estado tozudamente en malas manos, las de los hombres, y cómo a la hora de la verdad las mujeres han sido durante décadas sujetos involuntarios de investigaciones farmacológicas no siempre inocuas. Incluso algo tan inolvidable como el parto ha estado sujeto a las voluntades veletas de los médicos. Los viernes, cesárea. Así fue durante un tiempo en algunas clínicas privadas de Barcelona, para que los doctores pudieran disfrutar el fin de semana al completo, sin urgencias. Así fue. Palabra de hijo de comadrona.

‘Sex Explained’ es, denuncias al margen, un documental redondo, del que tal vez sea posible extraer una conclusión global. Ahí va. Es cosecha propia.

Fantasías burras

La omnipresencia del sexo, mal que le pese a Vox y sus secuaces, tiene una razón de ser. El 98% de los humanos tienen fantasías sexuales. El 52%, ya puestos, las tiene cada día. ¿Por qué? Pues porque como subraya el capítulo dedicado a la fertilidad, lo casi imposible es que la fecundación sea exitosa. Nuestro diseño, por causa del bipedismo y otras razones, deja mucho que desear. Si Teseo fuera un espermatozoide, jamás encontraría al Minotauro. Solo el apetito sexual insaciable nos ha permitido llegar hasta aquí. Contra todo pronóstico. Es más, puede que la fantasía sexual sea en última instancia aquello que más nos diferencia del resto de las especies. ¿Sueñan los burros con cebras voluptuosas? ¿Fantasean los pulpos con la mujer del pescador? Probablemente, no. Nos vemos la próxima semana.

'The Knick', una serie gran reserva

Un par de curiosidades, aunque solo sea para dar pie a la recomendación de una serie gran reserva. Se cuenta en ‘Sex Explained’ la historia de la primera cesárea llevada a cabo con el fin de que, además del bebé, sobreviviera la madre. Fue en Suráfrica, en 1826. El éxito hay que atribuírselo a James Barry, cirujano del ejército británico. Fue una hazaña, aunque nada comparado con la sorpresa que se llevaron en el tanatorio cuando, 39 años después, Barry falleció. Entonces se descubrió que en realidad era un mujer. Logró ocultarlo toda su vida con tal de ejercer como médico.