No solo fútbol

¿Política y deporte? ¡Solo cuando nos convenga!

El aplazamiento del Barça-Madrid, una decisión aplaudida por unos y criticada por muchos, no solo se debe a razones de orden público

Los jugadores turcos hacen un saludo marcial tras un partido de clasificación de la Eurocopa, el 14 de octubre en el estadio de Saint-Denis (París)

Los jugadores turcos hacen un saludo marcial tras un partido de clasificación de la Eurocopa, el 14 de octubre en el estadio de Saint-Denis (París) / periodico

Josep Martí Blanch

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El exceso de expectativas es el origen de todos los males. Tenía ya imaginadas unas líneas, créanme que excelentes, para calentar desde esta contraportada el Barça-Madrid que el señor Javier Tebas, presidente de la Liga de Futbol Profesionalha borrado del calendario como quien se sacude una mosca de encima utilizando el orden público como eficaz insecticida. Me ha dejado sin coartada, sin excusa. No es política, dice. Claro, claro.

La decisión ha sido aplaudida por unos y criticada por muchos. Entre los que la consideran razonable ha abundado el argumento de que la política y el deporte han de vivir en universos distintos para evitar escaladas de tensión y males mayores. Todo esto parecería razonable, y hasta podríamos considerarlo un mandamiento, si no fuera porque poniéndose uno las gafas de ver de cerca queda claro enseguida que la frase es más falsa que un duro sevillano. La política en el deporte solo resulta molesta cuando el mensaje nos incomoda.

Los jugadores de la selección nacional turca saludan los goles llevándose la mano a la sien para saludar marcialmente a la cámara de televisión, en un gesto que se interpreta como de apoyo a su presidente, Recep Tayyip Erdogan, y a la ofensiva militar que despliega en la frontera con Siria. Esta semana lo han hecho dos veces. Tras marcar el tanto de la victoria contra Albania y tras igualar el partido ante Francia. La UEFA estudia sanciones. Italia ha pedido que la final de la Champions no se celebre en Estambul. Dado que no hay nada más político, a la par que patriótico y nacionalista, que una selección, cabría preguntarse por qué el saludo marcial de estos jugadores ha despertado tanta indignación. La respuesta: ¡Los kurdos! ¡Los jugadores turcos están apoyando indirectamente su aniquilación! Y visto así, claro, resulta intolerable, porque a las gentes civilizadas se nos supone en contra de las carnicerías. ¡No hay que mezclar política y deporte!

En cambio, cuando los jugadores de futbol americano hincaban su rodilla en el suelo mientras sonaba el himno de su país para protestar contra el presidente Donald Trump, o cuando más recientemente Megan Rapinoe, capitana del equipo de futbol femenino que se proclamó campeón del mundo en París, se negó a visitar la Casa Blanca por prefirió hacer un mitin político a pie de calle, nos pareció estupendo. Puesto que la causa es noble, ¡mezclemos política y deporte!

Una sola condición

Consideramos razonable, incluso loable y necesario, que clubs, selecciones o deportistas se impliquen y participen del debate público con una sola condición: que coincidan con nosotros y que no se sitúen al margen de las posiciones culturales que han ganado la hegemonía y por tanto son imposibles de discutir o de poder ser puestas en duda.

Los turcos nos quedan un poco lejos, y los americanos más, así que es relativamente probable que usted y yo estemos de acuerdo en lo que nos parece saludable en ambos casos. En cambio, si yo fuera turco y usted un votante de Donald Trump puede que para coincidir en lo correcto tuviéramos que darles la vuelta a las cosas hasta dejarlas del revés.

Es nuestra ideología, son nuestras convicciones, las que hacen que estemos a gusto con la política campando a sus anchas por los estadios, canchas y circuitos o que, por el contrario, apostemos por echarla a patadas y sanciones por considerarla inapropiada, tóxica y perjudicial.

El Barça-Madrid llegaba en un momento muy cargado política y socialmente, esto es una obviedad. Pero un aplazamiento tan avanzado, sin esperar siquiera a escuchar la opinión de los Mossos d'Esquadra, es difícil de entender y creer atendiendo únicamente a razones de seguridad. Hablando claro: parece una suspensión política en toda regla. Había tiempo para evaluar, reevaluar y volver a evaluar. Siempre que la seguridad fuese lo único que importase.

Gran acto político

Pero tanta premura permite sospechar que de lo que se trataba es que los chinos, los privilegiados que iban a ver el partido en 'primetime', y las audiencias televisivas milmillonarias del planeta no accedieran en directo a un aquelarre político situado en las antípodas ideológicas de lo que piensan quienes tomaron la decisión. Y esto, un gran acto político, es lo que legítimamente iba a ser también el Camp Nou el próximo domingo. ¡No mezclemos política y deporte!

"Joven, haga como yo y no se meta en política" es una frase con un 'copyright' ya lejano que debe sonarle, y puede que bien, al señor Javier Tebas. Hay que desconfiar siempre de quienes la usan, aunque sea con diferentes palabras referida al deporte. En muchas ocasiones lo que quieren decirnos es: apártense usted y su política, que ya estamos yo y la mía.