Entrevista

Pau Echaniz: "Voy a seguir con la misma vida de antes, estudiando y entrenado, pero sin volverme loco"

"Maialen Chorraut es un ejemplo muy grande y tenerla en casa es un orgullo”, apunta

Pau Echaniz logra la medalla de bronce en K1 eslalon

Pau Echaniz logra la medalla de bronce en K1 eslalon / Rafa Aparicio

Igor Sarasola

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Pau Echaniz, donostiarra de 23 años, ha conseguido en los Juegos Olímpicos de París la medalla de bronce en piragüismo slalom K1. El joven palista, que debutaba en la máxima competición a nivel mundial, ha conseguido lo que nadie se esperaba. Además de la piragua, ama la costura y dirige su propia marca de ropa. Sus mayores referencias las ha tenido en casa y ahora, después de haber conseguido un sueño, pretende seguir igual: entrenando, cosiendo y disfrutando de cada cosa que hace. 

¿Cuál fue su primer acercamiento con el piragüismo?

Mi padre, Xabier Echaniz, ha sido piragüista y ha participado en los Juegos Olímpicos. También ha sido mi entrenador durante muchos años. En su día, lo fue de todo el equipo. Yo me pasaba todas las tardes en la orilla del río, porque mi padre trabajaba y yo tenía que esperar. Con los años, cogí la piragua. Fue algo natural, primero entró mi hermano y luego le seguí yo. Fue algo que hice casi sin pensar. 

¿Cuánta importancia tiene su club, el Atlético San Sebastián, en lo que has conseguido?

En invierno antes entrenaba en La Seu d’Urgell (Lérida), pero en verano iba a Donosti y entrenaba con los chavales del club. Estaba muy guay porque hacías amigos y te picabas para ganarles. Es una familia; acabar de entrenar y estar con todos los pequeños tomando un ‘pincho’ y hablando es algo muy bonito. El recibimiento que nos han hecho ha sido increíble y no lo olvidaré nunca. 

¿Qué significa tener la figura de Maialen Chorraut en casa?

Es algo que no puede decir cualquiera. Desde pequeño nos ha cuidado y es un ejemplo. En el piragüismo y en casa. Ella rompió la barrera de que ganar una medalla es imposible. Gracias a ella, los que seguimos sus pasos tenemos esa esperanza de llegar un día a conseguirlo. Sobre todo, el ejemplo de constancia y trabajo que tiene ella ha sido super importante para todos en el club. Hemos visto que quien la sigue, la consigue. Es un ejemplo muy grande por todo lo que ha conseguido, y tenerla en casa es un orgullo. 

Además del piragüismo, pasa el tiempo entre el hilo y la aguja…

Así es. El bachillerato lo hice Cataluña y no fue fácil para mí. Nunca he sido un buen estudiante. La moda ha sido una cosa que siempre me ha gustado. Empecé pintando unos pantalones y haciendo unos arreglillos… Cuando volví a San Sebastián, decidí estudiar en la Escuela Profesional de Grado Superior de Moda y Patronaje. Ahí entendí que hay muchas maneras de formarse. No todo es ponerse enfrente de un libro, hay actividades prácticas que me han ayudado mucho. Yo utilizo la costura para desconectar. Es algo que me ha ayudado mucho con el deporte porque a veces puede ser algo tóxico estar detrás de un número y un resultado. 

¿Cómo hace para compaginar ambas cosas? 

No siempre es fácil. A veces cuesta. Por las mañanas estudio, por la tarde entreno y después voy a un taller que tengo a coser un rato. Muchas veces no me da tiempo a hacer todo lo que quiero. Cuando acabe los estudios, creo que tendré más tiempo para invertirlo en mi marca, Ranger Universal, y en otros proyectos que tengo en mente. Es algo que cuesta, pero que cuando hay pasión, acabas haciendo. Me gusta mucho después de entrenar ir a mi taller y coser un poco. Voy con gusto, aunque a veces acabe saturado de todas las cosas que hago. 

Hablemos de los Juegos Olímpicos… ¿Qué se siente al estar allí?

Estar en los Juegos es lo más grande para un deportista. Estar allí ya es un logro. Todos los deportistas estamos allí por lo mismo y hemos pasado cosas parecidas. Acabas conociendo a todo el mundo y te sientes identificado con las historias que te cuentan. Lo que ha sido una sorpresa es lo grande que es todo, la cantidad de gente que está allí trabajando y todo lo que significa el simple hecho de estar. Vivir eso es algo muy especial. 

¿En qué se diferencia el entrenamiento de un atleta olímpico al de otras competiciones?

Yo creo que para unos Juegos Olímpicos te preparas toda la vida. Para una competición quizás un par de meses, un año. Quizás no sabes que vas a estar ahí si te lo preguntan hace tres años, pero sí que lo piensas. Tantos años soñando… Te lo has imaginado tanto que llegas preparado. Aunque no había estado nunca, sabía lo que tenía que hacer. Yo pensé, cuando iba a realizar la bajada, que no me tenía que dejar nada. Cuando estaba en el agua, no quería tener que arrepentirme de nada. Puede ser la última vez que estuviese ahí. Es un sueño y hay que vivirlo como tal. 

Aunque estaba fuera de las encuestas, apostaba por sí mismo para ganar. 

Para mí sí. Hay que creérselo. Hay que pensar que puedes hacerlo. A mi alrededor también pensaban que era posible. Aunque era la primera vez en unos juegos, el formato de competir, de pensar y de actuar es parecido a otras competiciones. Es importante salir pensando que puedes hacerlo. Tener confianza es algo muy importante. La mentalidad ganadora es a veces lo que te lleva a hacer cosas grandes. 

¿Qué es lo primero que sintió al llegar al final de la bajada?

Cuando llego, sé que tengo un toque, entonces los dos primeros segundos no celebro. Luego me doy cuenta que he marcado 88,87 y que es un tiempo muy bueno. El mejor tiempo en semifinales había sido 89, así que me di cuenta que, para los demás favoritos, iba a ser difícil superarlo. Entonces ya me vuelvo loco y empiezo a celebrarlo con los míos, aunque sin creer todavía que tenía alguna posibilidad de medalla.

La espera para ver si era medallista tuvo que ser eterna. 

Lo fue. Yo sabía que máximo cuatro palistas podían superar el tiempo que había marcado: el inglés, el checo, el italiano y el francés. Todos venían muy fuertes y podían superarme. El italiano bajó pronto, al principio, y enseguida se puso primero. Los otros tres bajaban de los últimos así que tocó esperar. Yo estaba muy nervioso, casi me mareo. Es una tensión muy grande. Estás esperando a que alguno de ellos falle y te estás constantemente diciendo a ti mismo que vas a conseguirlo. Se hace muy larga la espera. Por suerte, solo dos me superaron, además por muy poco y pude conseguir la medalla.

¿Y ahora qué?

Voy a seguir entrenando, pero sin volverme loco. Voy a seguir con la misma vida de antes, yendo a clase y con mis pasiones. Si ahora he conseguido esto, en cuatro años puedo conseguir mucho más porque tengo mucho margen de mejora. Puede ocurrir que mejore, que me quede igual o que no consiga nada, así que no me presiono y pretendo seguir entrenando duro para conseguir los objetivos. Sobre todo, seguir trabajando y disfrutando de todo lo que hago, que es lo más importante.