Waterpolo

España sufre un dolor insoportable: cae contra Croacia y se queda sin medalla

El equipo español, que partía como gran aspirante al oro y que buscaba su primera medalla olímpica desde Atlanta 96, pierde contra la selección croata en los cuartos de final (10-8)

Alberto Munárriz, ante el croata Bukic, en La Défense.

Alberto Munárriz, ante el croata Bukic, en La Défense. / JUANJO MARTIN

Francisco Cabezas

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Luchó España por no precipitarse al vacío hasta que ya no le quedaron fuerzas. Edu Lorrio alargaba cuanto podía los brazos para mantener a su equipo agarrado a la cornisa. Álvaro Granados, Alberto Munárriz, Bernat Sanahuja y Miguel de Toro apretaban los dientes y buscaban sacar fuerzas donde ya no las había. Felipe Perrone, el capitán que se despedía en estos Juegos, insistía en no dejar a nadie caer. Y David Martín, el seleccionador español, se retorcía en el borde de la piscina, tratando de encontrar un simple agujero en el laberinto sin salida tramado por Croacia (10-8). Nunca se rindió España. Pero el deporte no va de justicias poéticas, sino de aprovechar el momento.

No hubo consuelo posible para el dolor. Después de años esperando a que brotara una generación que fuera capaz de dar continuidad a aquella que fue plata en Barcelona 92 y oro en Atlanta 96, el equipo de David Martín lo tenía todo para dar el gran salto en los Juegos de París: un grupo unido, sacrificado, con muchísima calidad, y con capacidad para soportar la presión y dar la talla en los grandes escenarios. Por algo fue campeona del mundo en 2022, y también por primera vez de Europa el pasado enero, precisamente frente a Croacia, su verdugo en París. Pero en la piscina de La Défense, y frente a ese equipo croata del gigantesco portero Marko Bijac, la selección española capituló de la manera más cruel. Lo hizo en cuartos, en el primer partido que perdía en la competición, y quedándose así sin medalla.

Croacia, vigente campeona del mundo, se tomaba así ya no solo su venganza por la final del último Europeo disputada en Split, sino también por la final de los Juegos de Atlanta, allí donde España se colgó el metal por última vez en unos Juegos. Han pasado ya 28 años.

Tormento

Fue el primer parcial un tormento, metáfora de una de las tardes más oscuras del waterpolo español. El primer lanzamiento errado por Felipe Perrone en el ataque inaugural abrió el camino a un extremo pesar. Granados, el gran brazo ejecutor, también veía cómo el balón le hacía una fea mueca. Y ante la falta de fluidez, Miguel de Toro, desde la boya, tampoco veía la manera de superar a Bijak, que puso el candado desde el mismo amanacer del partido.

David Martín comenzaba a desesperarse ante la imposibilidad de encontrar claridad en ataque. En defensa, España mantenía el tipo, por mucho que dos goles de Maro Jokovic permitieran a los croatas avanzarse 2-0 en el marcador. Unai Aguirre también cumplía con su cometido, entre grito y grito. Pero el problema llegaba cada vez que los españoles se acercaban a Bijak, insuperable incluso en las situaciones de desventaja.

No marcó un gol España hasta que hubieron pasado dos minutos y medio del segundo parcial. Un mundo. Fue Álvaro Granados, siempre dispuesto a dar la cara, el que logró batir por primera vez a Bijac. Pero Croacia no se inmutó. Unai Aguirre comenzó a tambalearse bajo palos, y ni siquiera un chispazo de Bernat Sanahuja, cuyo torneo estaba siendo impecable, hizo mutar el partido. Entre Zuvela, Fatovic, el gran goleador croata, y Vukicevic llevaron la ventaja hasta un 6-2 que dejaba a los españoles al borde del cadalso. Aun así, Perrone se revolvía justo antes del descanso.

El ingreso de Edu Lorrio

David Martín intentó cambiar el guion, comenzando con el cambio de porteros y el ingreso de Edu Lorrio. Algo mejoraron las cosas gracias a que Granados y Munárriz estrecharon el marcador (7-5) pese a las dificultades ofensivas y al creciente desgaste de Croacia, muy intensa, pero también dura en defensa.

España trató de levantarse de la tumba cuantas veces hizo falta en el último parcial. Pero, ni tras el 87 de Sanahuja, ni tras el 9-8 de De Toro, lograron siquiera igualar un partido que Croacia dominó desde el comienzo.

Felipe Perrone salió de la piscina destrozado. Fue cruel ver cómo un equipo sin igual, gran favorito al oro, se quedaba sin nada. Sin consuelo.