Waterpolo

Unai Aguirre, portero de España: "He llorado mucho en mi habitación, pero nunca en la piscina"

Unai Aguirre, portero de la selección española de waterpolo.

Unai Aguirre, portero de la selección española de waterpolo. / Marc Asensio

Francisco Cabezas

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Unai Aguirre (Barcelona, 2002) es un volcán en la piscina. Grita. Anima. Se desespera. Celebra. Agita el agua. Y para. Muchísimo. Pero también falla. Es la vida. Por eso, al periodista le sorprende la calma con la que afronta una charla que el portero de la selección española de waterpolo admite poco habitual. Tiene la oportunidad de hablar sobre sus alegrías (le tocará jugará este miércoles los cuartos de final de los Juegos ante Croacia), pero también sobre los miedos que le acechan. Sobre lo que le supone sentirse bien. Pero también aceptarse cuando está mal.

P. Háblame del oficio de portero. ¿Se siente especial?

R. Sí. Hay que intentar no sentirse así porque, si no, te pones demasiada responsabilidad y es perjudicial para ti mismo. Pero sí es una posición totalmente distinta. No se mete la cabeza debajo del agua. Eso significa que tienes el control total del juego en todo momento. Y la toma de decisión tiene que ser más rápida que la del jugador. Ves la pelota moviéndose todo el rato, tienes seis tíos que te pueden lanzar. Es lo más parecido a un deporte individual dentro del deporte de equipo. 

P. El portero, ¿siempre solo?

R. Al final dependes de la defensa. Pero es verdad que a nivel de entrenamiento, de preparación para el partido, es un juego más solitario. 

P. ¿Usted se lleva los errores a casa? ¿Es de pensar?

R. Hombre, si no eres de pensar, no me jodas. Hay que intentar llevarlo bien, pero si tú haces la vista gorda a tus errores o a tus malos momentos, nunca vas a jugar como tú quieres.

P. ¿Pero le quita el sueño?

R. No, eso no. Por la noche intento no pensar porque, si no, sí me lo quita. Cuando estoy entrenando me digo: 'Venga, va, ¿qué puedo mejorar hoy?'.

P. Cuando está jugando un partido, ¿hay miedo? 

R. Sí, claro. Sí, sí.

P. ¿A qué? 

R. Al error, a fallar. Todo el mundo tiene miedo al fallo. El miedo es lo que nos mueve.

P. ¿Y a la derrota?

R. [Piensa unos segundos]. A la derrota es antes del partido. Durante, no. Pero sí, la derrota es dura. Hay que aceptarla, pero es dura. No nos gusta perder. 

P. ¿Qué piensa de la cultura del éxito? Eso de, si no ganas siempre, fracasas.

R. Esto pasa mucho en España. Hay otros países que no tienen esta mentalidad, pero en España, por desgracia, tenemos esta mentalidad. Es como lo que le pasó a la marchadora Laura García Caro en el Europeo. Quedó cuarta porque se equivocó y se le echaron encima. Nadie vio que había quedado cuarta de Europa. En otras culturas, como en Estados Unidos, es diferente. Allí buscan siempre superarse y, aunque pierdan, están orgullosos de la derrota. Pero en España no. En España ya sabemos dónde estamos. Pasa en el fútbol, pasa en el waterpolo... Pasa en todos los deportes. 

P. No se permite el error. 

R. No, te obligan a ganar. Y si no ganas, has jugado mal. Yo he visto titulares que dicen: "España no ha jugado juega bien". Y habíamos quedado terceros del mundo. Y dices, hostia puta. Llevas desde 2009 sin quedar tercero del mundo, y acabas dos veces tercero y nos vas a decir algo. 

P. ¿No le genera frustración? 

R. No, porque tú ya aceptas lo que es. Los españoles, somos así. Yo también exijo al Madrid ganar. Si no gana el Madrid, me enfado.

P. ¿Esa presión no es una mochila emocional? ¿Hay quien está esperando a que vaya mal?

R. Sinceramente, eso me da igual. A mí me la trae al pairo lo que piensen de mí. Y lo demuestro cada día.

P. ¿No mira redes sociales?

R. No... De hecho, me hacen gracia. Estamos detrás del cristal. La gente que me conoce sabe cómo soy. Soy una persona tranquila en la calle. Y luego en el agua, pues soy como soy. Me transformo. Pero ya está, porque es mi trabajo y me sale a ser así. Soy una persona muy competitiva. Y el que ha podido decir algo, ha podido sentarle mal, pues perfecto. Pero realmente a mí me la trae al pairo.

P. Dice que se transforma en la piscina. Hace muchos gestos, grita. ¿Es una manera de liberarse? 

R. Usted lo ha dicho. Es una manera de liberarme. Llego a niveles de adrenalina y a niveles mentales de nervios, de tensión, tan altos... Estoy intentando regularlo. Pero esa esencia no la voy a cambiar nunca. 

P. ¿Y es necesario regular eso? 

R. Es necesario. Sí, creo que sí. No porque sea malo, sino porque si te va todo bien en el partido, es la hostia. Entras en una atmósfera de fluidez increíble, pero como no te salga bien, esa adrenalina que llevas tan alta cae en picado. Está bien encontrar el término medio. Y creo que estoy empezando a encontrarlo. Pero esa esencia de celebrar las paradas, de gritar… Soy yo.

P. ¿Le ha traído algún problema con rivales?

R. No, ellos lo entienden. Nunca, nunca, nunca. Con gente de fuera sí, pero los rivales lo entienden.

P. Tiene picos de alegría muy grandes, pero luego puede llegar el pico hacia abajo. ¿Es de llorar? ¿Es muy emocional?

R. Mucho, sí. He llorado, pero en la piscina, nunca. He llorado fuera. En mi habitación. Después de perder, lloras. Es normal. Lloras de frustración. Llorar es bueno, sentirlo. Sentir que estás mal, y sentir que las cosas no te están yendo bien, es bueno. Igual que sentir cuando las cosas van bien. A mí me gusta. Yo soy feliz cuando entiendo que estoy mal. Digo: 'Mira, estoy mal ahora, no pasa nada'. Durante una temporada hay muchos momentos en que estás muy bien, y también en que estás muy mal. Lo importante es llegar bien cuando tienes que hacerlo. Hay veces que piensas que estás bien, pero estás mal. Por lo que sea. Tienes que aprender a disfrutar de la derrota igual que de la victoria. 

P. A veces parece que no se permite a la gente estar mal en el deporte.

R. Porque al final, aunque estés triste y no te apetezca entrenar, tienes que entrenar. Es la diferencia entre el mejor y el del montón. El mejor, cuando no le apetece entrenar, entrena. Cuando no le apetece ser crítico consigo mismo y decir, hostia, ¿qué puedo mejorar? El que lo hace llega a ser el mejor. 

P. ¿Tiene la sensación de que se está perdiendo cosas? 

R. Mire, ¿sabe qué pasa? Es un círculo tan cerrado que mis amigos son estos. Repartidos por muchos clubes, pero son estos. Yo tengo a mi chica, mi piso, mi coche, mi familia. O sea, estoy de puta madre. Pero realmente mis amigos son estos. Tus amistades de fuera, poco a poco las vas perdiendo. 

P. Está siempre la exigencia de estar siempre entrenando, jugando.

R. Esto te lo exiges tú mismo. Tengo que cuidarme con la alimentación, tengo que cuidarme con el descanso, tengo que dormir 30 minutos de siesta, aunque no me apetezca. Si no, no vas a llegar nunca. Ahora que ya soy más mayor, voy aprendiendo más. Sé separar mucho el deporte de mi vida. Los malos momentos del deporte no se reflejan en los malos momentos de mi vida. Si no soy feliz aquí, no significa que no sea feliz allí. Y si soy feliz aquí, no significa que sea feliz allí. 

P. Es un síntoma de madurez. 

R. Si no, no vives. Si tú te llevas los problemas del trabajo a casa, no vives. Tienes que separar lo que es tu vida personal de la profesional. Y ya está. Es así cuando consigues ser feliz, ¿sabe? Cuando consigues irte de viaje y no estás pensando en el waterpolo. Es entonces cuando eres más feliz. 

P. En cuanto al tema del oro, entiendo que habrá mucha gente que continuamente se lo saque. España sólo ha ganado uno, en Atlanta 96. No sé si eso puede convertirse en una obsesión. Si es peligroso.

R. Lo único que le puedo decir es que, desde Atlanta 96, esta es la mejor generación que ha habido. La que más opciones tiene. Que ganemos o no, dependerá de nosotros, pero hay muchos más factores. Son unos Juegos. Si pregunta a los ocho mejores quién es el favorito, le dirán que España. Por todo, por los jugadores que tenemos, por cómo jugamos, por los resultados que venimos haciendo... Le dirán, España. Que luego ganemos o no, es otra cosa. Pero jugar con el cartel de favorito no es fácil. Tú sabes que esta generación es difícil que se vuelva a repetir. O se repetirá, pero hay jugadores que no estarán. No lo sabes. Pero a lo mejor nos quedan estos Juegos y los siguientes. Hay presión, también le digo. No se acaba el mundo si no eres campeón olímpico. Puedes ser el mejor equipo y no ser campeón olímpico. ¡Que esto ha pasado! Yo a la gente la veo muy puesta, y espero que salgamos con la sensación de decir que lo hemos dado todo, como en Tokio.

P. Como portero, ¿los balonazos duelen?

R. No.

P. ¿Seguro?

R. A ver, sí. Alguno te puede doler. Alguna vez me he mareado un poco.  

P. ¿Y no tiene alguna vez la tentación de apartarse?

R. Sí, sobre todo en entrenamientos. En lanzamientos de calentamiento, cuando te viene uno así cerquita... Pero en los partidos hay que poner la cabeza, porque si no...

P. ¿Y en la vida, qué le da miedo?

R. Morirme, ¿no? Morirse le da miedo a todo el mundo. Si no, aquí tenemos un problema.

P. Tiene una personalidad especial.

R. Sí, la gente se sorprende cuando habla conmigo y dice: 'Hostia, pero si eres tranquilo'.