JJ.OO. | Natación

Los 15 años de Sjöström, la diosa de la velocidad

La sueca ha agrandado su leyenda con un nuevo oro olímpico en 100 libres sin ser favorita y nadando desde la calle siete

Sarah Sjöstrom, una señora con mayúsculas de la natación

Sarah Sjöstrom, una señora con mayúsculas de la natación / EFE

David Rubio

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El último fin de semana de julio de 2009, Sarah Sjöström se convirtió en una figura del deporte mundial cuando con tan solo 15 años batió dos veces el récord mundial de 100 metros mariposa en los Mundiales de Roma... ¡Hace 15 años ya reinaba a nivel universal!

Ya con 14, la sueca había iniciado su larga historia de amor con la natación al proclamarse campeona de Europa en esa misma prueba, unos 100 mariposa que ha combinado con éxito a lo largo de toda su carrera con la otra disciplina rápida, el nado libre.

Esa versatilidad le ha permitido sumar varias preseas en cada cita, con 14 oros, ocho platas y tan solo tres bronces mundiales más un seis-cuatro-uno en citas universales en piscina corta. En Europeos ha logrado 17 oros, siete platas y tres bronces más 12-13-1 en el Viejo Continente en piscina de 25 metros.

Sin embargo, esta señora de la natación tan solo había conquistado un título olímpico y de eso habían pasado ya ocho años, cuando batió el récord olímpico en 100 mariposa con 55.84 y aventajó en casi un segundo a la australiana Emma McKeon. Sin opciones con el relevo sueco, Sjöström también contaba con la plata 200 libres en Río 2016 y en 50 libres en Tokio 2020 más el bronce en 100 libres en Río'16.

A sus 30 años, la de Salem sigue muy rápida como demostró el pasado mes de febrero con sus oros en 50 mariposa y en 50 libres en el Mundial de Doha (a diferencia del atletismo, en la natación los veteranos destacan en pruebas cortas) y renunció al Europeo del pasado mes de junio para centrarse en París 2024.

Sjöström estalló tras saberse campeona olímpica por segunda vez

Sjöström estalló tras saberse campeona olímpica por segunda vez / EFE

Sjöström no era favorita y partió desde la calle 7 en la final de 100 metros libres. Al viraje del 50 no estaba entre las tres primeras, pero su último cuarto de prueba fue sensacional.

Como una auténtica sirena, pareció levitar por encima de la lenta piscina de París La Defense y estiró su brazo con majestuosidad, potencia y decisión para reinar en unos Juegos por segunda vez.

No se lo creía ni al ver si nombre en lo alto de la clasificación ni en el podio ni tampoco en el desfile posterior. Su sonrisa era la de una ilustre veterana que había vuelto a hacer historia. Con 52.16, había superó en 13 centésimas a la estadounidense Torri Huske (nueve años más joven) y en 17 a la hongkonesa Siobhan Haughey.