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Sudán del Sur, el "grupo de refugiados" que asusta al 'Dream Team' y enorgullece a un país en permanente conflicto

Todos los integrantes del equipo africano de baloncesto son descendientes de familias que huyeron de las guerras del país más joven del mundo y ahora gracias al baloncesto se han reencontrado con sus raíces: “No tenemos pistas cubiertas allí”

Anthony Davis (14), rodeado de jugadores de Sudán del Sur.

Anthony Davis (14), rodeado de jugadores de Sudán del Sur. / AP

Daniel Gómez Alonso

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Sudán del Sur es el país más joven del mundo. Apenas 11 años de vida alumbran a una nación que se ha acostumbrado a vivir en un permanente conflicto, con lo que eso supone para su población. Dos largas y crudas guerras (1955-1972 y 1983-2005) acabaron dando lugar a que, en 2011 y tras un referéndum de independencia, se separara oficialmente de Sudán. Pero ahí no acabaron los problemas, porque dos años después se inció otra guerra, en este caso civil, que sumió al país más joven del mundo en el caos y de la que aún quedan secuelas y restos de violencia a pesar de su fin en 2020.

Una contexto de oscuridad, que dio lugar a millones de ciudadanos huyendo de su país como refugiados, y del que, paradojicamente, ha emergido un símbolo de orgullo para el país, que en París alcanzará su cumbre. El equipo nacional de baloncesto consiguió clasificarse para los Juegos Olímpicos tras solo once años formando parte de la FIBA y este domingo debutarán en el mayor escenario del mundo del deporte ante Puerto Rico.

Una proeza si se tiene en cuenta que es uno de los países más pobres del mundo (el séptimo con un PIB por habitante de 518 euros) y que se estrenó hace muy poco en el baloncesto profesional. Pero que se torna en casi un milagro cuando se bucéa en cómo lo hicieron, con jugadores emigrados a Australia, Canadá, Estados Unidos o Inglaterra, hijos de la guerra y la desesperación. Hijos que han vuelto a casa gracias al deporte para sacar a relucir el orgullo de su país.

Carlik Jones nació en Ohio, a donde habían llegado sus padres como refugiados. Wenyen Gabriel, jugador de los Lakers hasta junio y ahora en el Maccabi Tel Aviv, nació en Jartum, capital de Sudán, pero siendo un niño huyó junto a su familia. Nuni Omot llegó al mundo en un campo de refugiados en Kenia, Jok Kacuolcreció en Uganda, a donde tuvo que huir después de que su padre y sus dos abuelos fueron asesinados en la guerra civil. JT Thor, el único jugador NBA de Sudán del Sur en los Juegos, creció en Alaska por similares motivos.

"Queremos que Sudán del Sur sea respetado"

Casi todos ellos son hijos de sursudaneses. Pocos hay nacidos en el país, aunque uno brilla entre el resto: Khaman Maluach. De solo 17 años, formó parte del equipo en el pasado mundial y repite en los Juegos Olímpicos a escasas semanas de incorporarse a la universidad de Duke. Él sí nació en Rumbek, en el presente Sudán del Sur, aunque creció Uganda consecuencia de la guerra civil.

Y así, uno tras otro, hasta completar las historias de los 12 jugadores que conforman el equipo, casi el total de una delegación que en París, aparte de ellos, solo cuenta con un par de atletas. “Queremos que nuestro país sea respetado. Somos un grupo de refugiados que nos juntamos durante algunas semanas cada año, dando lo mejor de nosotros, jugando contra algunos de los mejores jugadores de siempre”, aseguró el ex NBA Gabriel, tras estar a punto de ganar a Estados Unidos hace unos días, en la preparación de los Juegos.

“No tenemos ninguna pista cubierta de baloncesto en nuestro país”, añadía. “Mucha gente, en todas parte del mundo, no sabe nada sobre Sudán del Sur y nosotros pudimos representarlo con orgullo, aguantar una dura batalla y mostrar a toda esa gente el potencial de nuestro país. El corazón que mostramos, la dedicación... hacen que nos hayamos ganado el respeto”, comentaba tras el encuentro en Londres ante el Dream Team, con el que se volverán a medir en los Juegos al estar encuadrados en el mismo grupo.

El sueño de Luol Deng

Gran parte del mérito lo tiene el exNBA Luol Deng, pieza clave para llegar a los Juegos de París. . Deng y su familia dejaron Sudán por la guerra rumbo a Egipto, pero tras conseguir asilo político, decidieron emigrar a Gran Bretaña. Antes, en El Cairo, aprendió a jugar al baloncesto de la mano de otro refugiado sudanés: Manute Bol. Haciendo escala en la Academia St. Mary’s en Londres, Deng llegó a la NBA donde hizo carrera con 14 años.

Desde 2019, coincidiendo con su retirada, preside la federación de baloncesto en Sudán del Sur. Y se encargó de encontrar y reclutar a los jugadores que ahora conforman la selección, convenciéndolos de elegir jugar en su país de origen y reuniéndolos con sus raíces. Por eso Deng, que fue dos veces all star en la NBA, apenas pudo contener las lágrimas hace un año contener en el Mundial, donde Sudán del Sur selló su billete a París: 

“Iremos a los Juegos en el nombre de toda África. Todo el mundo lo ha visto: cuando inviertes en África y en su gente joven, cuando inviertes en esos pueblos y les dan una oportunidad de tener éxito, demuestran todo el talento que tienen y que pueden estar a la altura de cualquier lugar del mundo”, avisó. Este domingo, podrán empezar a demostrarlo en el mejor escenario posible.