Natación / Entrevista

Hugo González, la estrella por la que suspira España: "La natación no es un trabajo"

El campeón mundial de 200 espalda, gran candidato al oro de la natación española en los Juegos de París, atiende a este diario antes de su gran reto olímpico

El nadador español Hugo González, en París.

El nadador español Hugo González, en París. / Europa Press

Francisco Cabezas

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Al irlandés Sean Kelly, el nueve jefe de la natación española, se le nota inquieto. En la Villa Olímpica, observa de cerca a Hugo González de Oliveira (Palma de Mallorca, 1999), la gran joya de la comitiva española en el agua. El sol aprieta y Hugo, con una sonrisa de oreja a oreja, va recibiendo a los periodistas con una educación y una amabilidad extremas. Pero Kelly, director nacional de rendimiento de la Federación Española, por cuyas manos pasaron tres medallistas olímpicos (Keri-Anne Payne, Cassie Patten y Steve Parry), sigue mirando de reojo al sol. Y a Hugo. "Por favor, metedlo dentro", acaba diciendo al final, preocupado por que los rayos de sol pudieran mancillar a la joya de la corona.

Razones sobran para cuidar al extremo a la gran estrella de la natación española, necesitada como está de un gran referente que llene el vacío deportivo y emocional de Mireia Belmonte (cuatro medallas olímpicas, oro y bronce en Río 2016, dos platas en Londres 2012). Aunque Hugo González, rizos oscuros, ánimo contagioso, vive la experiencia como si la necesidad y la presión no fueran con él. Como si no le importara que sobre sus imponentes espaldas se le haya colgado el sambenito de tener que ganar la medalla de oro en los 200 metros espalda, prueba en la que logró la marca mundial del año (1:54.51) en el último Campeonato de España en Palma, y de la que es campeón mundial tras su abrumador éxito este año en Doha. Con 16 años ya fue campeón del mundo junior en la misma prueba.

Hugo González, de padre mallorquín y madre brasileña, que en París vivirá sus terceros Juegos Olímpicos, examinará sus límites en la piscina de La Défense Arena también en los 100 espalda, los 200 estilos y el 4x100 estilos. Y lo hará con la sensación de que, en su vida, nada es para siempre. Ni siquiera esa natación que llegó a aborrecer cuando, después de los Juegos de Tokio, y pese a ser sexto en los 100 espalda, se sintió incomprendido. Durante el confinamiento se planteó dejarlo todo.

Hugo González, con el oro mundial logrado este año en Doha.

Hugo González, con el oro mundial logrado este año en Doha. / Efe

Pero su sonrisa, bajo ese sol que aborrece alguien tan irlandés como Sean Kelly, desvela un nuevo tiempo.

No deja de sonreír. Se le ve alegre. Confiado. ¿Desde cuándo tiene ese estado de ánimo? Todo parece diferente.

Está claro que traer a París un equipo numeroso en natación ayuda. En Tokio fuimos dos chicos, y ahora con 16 nadadores y cuatro relevos, ayuda.

¿Ahora sí, se ve con el metal colgado al cuello?

Mi objetivo no son las medallas, sino nadar en mis marcas personales. Si salen cuatro nadando en 52 segundos en, por ejemplo, los 100 metros espalda, no hay nada que hacer. Pero vengo en un estado de forma para nadar todas las pruebas lo más rápido posible. Y esa es la finalidad, irnos de aquí sabiendo que, a nivel personal, todo ha sido perfecto.

¿Se nota la presión? El foco está muy puesto en usted al ser catalogado como la gran esperanza de la natación española.

No se nota, la verdad. La piscina mide lo mismo. Al margen de lo que pueda decir la gente, que siempre es bueno que haya espectadores mirando la natación, el proceso es el mismo. Calentar, entrenar, competir, llegar a la Villa, descansar... Así que, bueno, eso no cambia.

Ha estado alternando sus estancias en California con Madrid.

Principalmente, sí. Sobre todo este último año. He viajado mucho a Estados Unidos, a California, que es donde entrenaba siempre, y luego viniendo a Madrid, con José Ignacio González Taja, que es mi entrenador de club. Y la verdad es que ha ido bastante bien este año.

Las bondades de la alternancia.

Sí, sí, sí. Yo necesito cambiar siempre de estímulos cada cierto tiempo.

¿Cómo ha sido su preparación? ¿Qué ha cambiado?

Es todo flexibilidad. Que me dejen esta vez elegir mi foco de entrenamiento. Que después de 2021, las becas no se me dieron por elegir a California. Hay 10.000 euros que aún no me han pagado por elegir a California. Pero este año he tenido mucha flexibilidad, he estado entrenando con Dave [Durban] y mi equipo de la universidad, viniendo también a Madrid con Taja. Así que, el permitirme elegir mi plan, es lo que ha funcionado este año.

Ya se ha quitado de la cabeza entonces aquello de dejar la natación y dedicarse a otra cosa.

Al final, esa adversidad, el incremento de patrocinadores que ha llegado entre el año pasado y éste ha ayudado muchísimo. Y eso es algo que en 2021, después de haber sido finalista olímpico, no existía. No tenía espónsors personales, el apoyo de la Federación era prácticamente nulo. Ha habido muchos cambios para poder llegar hasta aquí, no solo en natación, sino también fuera.

¿Acabó la carrera de Filología Portuguesa [antes había comenzado Ingeniería Informática]?

Sí, el año pasado. Este año ha sido más profesional.

¿Qué es la natación para usted?

Es pasión. No es ningún trabajo. Ni ninguna obligación.