José Manuel Moreno: gloria en el velódromo con 'El Ratón'
Probó suerte con el ciclismo de carretera y el Kelme y hasta corrió la Titan Desert.
Sergi López-Egea
Periodista
Periodista especializado en ciclismo desde 1990. Ha seguido regularmente el Tour como enviado especial desde 1991 al igual que la Vuelta, varias ediciones del Giro, la Volta y Mundiales de la especialidad. Autor de los libros 'Locos por el Tour' (con Carlos Arribas y Gabriel Pernau, RBA), 'Cumbres de leyenda' (con Carlos Arribas, RBA y reedición en Cultura Ciclista), 'Cuentos del Tour', 'Cuentos del pelotón', 'Cuentos del equipo Cofidis' y 'El Tourmalet', todos ellos de Cultura Ciclista.
Ni antes ni después hubo otra noche de gloria en un velódromo de Horta, convertido tantas veces en escenario alejado de las bicis. Cuando todavía no se habían apagado las luces de la segunda victoria de Miguel Induráin en París, un chaval nacido en Amsterdam, porque allí se fueron sus padres a trabajar, parecía que volaba en cada una de las vueltas que dio sobre la pista barcelonesa, una de las construcciones estrella de los Juegos. Trajeron la madera desde Camerún.
Lo llamaban y lo llaman 'El Ratón', el deportista más ilustre de Chiclana, porque de ahí son sus padres y allí está el velódromo que lleva su nombre, José Manuel Moreno Periñán, el corredor que parecía que iba a romper los pedales de la bici cada vez que la impulsaba para colgarse el oro olímpico, la noche de un lunes 27 de julio de 1992, bajo los focos, el primer oro -'Oro Moreno', tituló este diario- de los Juegos, el primer aviso de que iba a ser un certamen olímpico para recordar durante décadas.
Estuvo en los Juegos de Atlanta
Sin duda fue la gran noche, el recuerdo que nunca olvida Moreno, el que lleva en su memoria, porque aunque luego obtuvo otros éxitos y siempre destacó entre la élite de los corredores de pista internacionales, ya nunca se colgó un oro. Y eso que repitió convocatoria olímpica en Atlanta 1996.
¿Qué hizo después? Probó suerte con el ciclismo de carretera. El conjunto Kelme trató de encontrar en Moreno un esprínter con el que ganar alguna carrera. Pero lo suyo era el velódromo. Su paso por el ciclismo en ambientes abiertos fue fugaz. De hecho, Moreno nunca se ha desvinculado del ciclismo y ha colaborado, como tantos otros excorredores profesionales, en los trabajos de organización de la Vuelta. Y hasta se atrevió, después de adelgazar algunos kilos y ponerse en forma, a probar suerte con la Titan Desert y la tradicional cita anual de la dura prueba de ciclismo de montaña con el Atlas marroquí y el desierto del Sáhara. Pero nunca más se vio a ese oro Moreno, que puso en pie por primera y casi única vez al velódromo de Horta.
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