Seísmo de El Haouz

Los afectados por el terremoto de Marruecos esperan la reconstrucción en tiendas de campaña un año después

La comunidad y la resiliencia, los pilares de la reconstrucción tras el terremoto de Marruecos

Un obrero trabaja en la construcción de una casa entre los escombros de los edificios derrumbados en el pueblo de Moulay Brahim.

Un obrero trabaja en la construcción de una casa entre los escombros de los edificios derrumbados en el pueblo de Moulay Brahim. / Francisco Sarrió Volpi

Marc Ferrà

Marc Ferrà

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Abdelkebir rellena poco a poco la base de lo que será su nueva casa con gravilla que va transportando con una carretilla que chirría. Con la rueda y su fuerza la va compactando. Por ahora solo se ve un pequeño muro de cemento a la altura del suelo que delimita los extremos y las varillas de acero que salen de la base y esperan reforzar los pilares. En ese mismo lugar, pero hace un año, el techo bajo el que vivía se derrumbó por la sacudida que provocó el terremoto de magnitud 6,8 que golpeó su región, al suroeste de la ciudad marroquí de Marrakech. Abdelkebir se quedó atrapado bajo los escombros, pudo sobrevivir, pero ese día perdió a ocho miembros de su familia. En total, cerca de 3.000 personas murieron y más de 5.000 resultaron heridas por el seísmo.

Este hombre, de unos cincuenta años, lleva un año viviendo en una tienda de campaña con su mujer y su hija. Cuenta que todavía le duele la pierna que se fracturó al quedarse atrapado. El médico le recomendó no hacer grandes esfuerzos ni trabajar, pero para él es demasiado tiempo y no concibe estar parado. Cuando recibió el primer pago de las ayudas estatales para la reconstrucción, se puso manos a la obra y él mismo está construyendo lo que va a ser su nuevo hogar: “Si no trabajo en la construcción de mi casa, me voy a quedar viviendo en la tienda”, relata. “Cuando me duele la pierna, descanso un poco y después sigo”.

Su hermano, que vive al lado, ya ha logrado levantar los muros, los otros vecinos también van empezando poco a poco, al ritmo que pueden y, sobre todo, que van recibiendo las ayudas. Temen otro invierno dentro de las tiendas de campaña o las cabañas que han podido levantar de manera precaria. A pesar de las bajas temperaturas que azotan la región, lo más duro es cuando llueve o hace viento, explica.

Abdelkebir rellena con gravilla la base de la que será su nueva casa en el pueblo de Ouirgane.

Abdelkebir rellena con gravilla la base de la que será su nueva casa en el pueblo de Ouirgane. / Francisco Sarrió Volpi

“Estoy terminando la base de la casa. Por ahora he recibido 20.000 dirhams (1.850 euros). Una vez que termine la primera fase voy a esperar a recibir la segunda parte para seguir construyendo”, relata Abdelkebir. En total prevé recibir unos 8.000 dírhams (7.400 euros), una cantidad que cubre una parte de la casa, pero explica que todavía tendrá que añadir dinero de su bolsillo para terminar. Su pueblo, Ouirgane, está pegado a la carretera y es un punto de paso frecuente de turistas, además es una de las zonas donde la reconstrucción está más avanzada. “Si nos mandan el dinero rápido, podremos terminar pronto”, explica, aunque no sabe de cuanto tiempo está hablando.

Las ayudas estatales

Una de las condiciones del Gobierno para recibir la subvención es que las nuevas viviendas se levanten siguiendo medidas antisísmicas, con pilares profundos y reforzados. Las ayudas van llegando por fases, cuatro en total, y antes de poder pasar a la siguiente, tienen que validar el plano de la obra e ir mandando fotos a los arquitectos responsables para demostrar que siguen las directrices. Aunque algunas familias ya han empezado, otras están a la espera y aguardan con indignación y resiliencia.

Según el Gobierno marroquí, unas 88.000 familias han percibido ayudas para reconstrucción, más de la mayoría han recibido solo la primera fase de la subvención y cerca de mil han completado el importe total. Según anunció el Gobierno después del terremoto, las cantidades serían de 80.000 dírhams para la rehabilitación de viviendas parcialmente derrumbadas y 140.000 para las casas completamente destruidas

En muchos de los casos, aunque la vivienda no quedara reducida a escombros, al estar en ruinas, sus propietarios han tenido que demolerla antes de poder empezar a levantarla de cero. Pero para estas situaciones, la ayuda ha sido la misma que si la casa solo necesitara una rehabilitación, aseguran diferentes vecinos de la región. Una cantidad que es insuficiente, lamentan. “Solo necesito electricidad y un techo que me proteja, después ya terminaré la casa cuando pueda añadir dinero”, explica Fátima, una vecina de un pueblo cercano que vive en una cabaña con todo lo que pudo recuperar de su casa. “Voy a terminar la casa por dentro para poder entrar, pero la pintura y los detalles tendrán que esperar”, relata otro.

Varias tiendas de campaña en un descampado del pueblo de Moulay Brahim que sirven de refugio para las familias que se han quedado sin techo.

Varias tiendas de campaña en un descampado del pueblo de Moulay Brahim que sirven de refugio para las familias que se han quedado sin techo. / Francisco Sarrió Volpi

Montañas de escombros

“Todas las casas se derrumbaron o quedaron dañadas, cuando reciban el dinero podrán empezar a construir, por ahora están en las tiendas”, explica un vecino del pueblo de Moulay Brahim, de 4.500 habitantes. Uno de los problemas que afrontan, es que todavía quedan muchos escombros por retirar y muchas familias no pueden empezar la obra. Otras casas todavía están en pie, pero medio en ruinas. Una dificultad añadida que afrontan todos los afectados son los precios de los materiales: “Cada vez son más caros”, explica uno de los obreros que trabaja en una de las obras, “el acero y el cemento pueden aumentar de una semana a otra”, añade. 

En los centros urbanos, los trabajos avanzan mucho más lentamente. “En las zonas rurales la casa no tiene por qué volverse a levantar en el mismo sitio, hay más espacio, algo que no sucede en los lugares más poblados”, explica Abdalá en Amizmiz. En el centro de la ciudad, de estrechas calles, cuestas y edificios de varias plantas, todavía quedan muchas casas en pie, pero inhabitables, las montañas de escombros siguen presentes y se aprecian algunas parcelas preparadas para construir.

En esta población de aproximadamente 15.000 habitantes, los campamentos siguen siendo el cobijo de muchas familias: “Algunas han podido alquilar una casa o habitación con los 2.500 dírhams (230 euros) que reciben cada mes de subvención mientras esperan recibir las ayudas para la reconstrucción”, explica el mismo hombre. Aunque su casa no se derrumbó, quedó dañada y por esto su familia decidió irse a vivir a un pueblo cercano. Él se ha quedado. Trabaja a diario para terminar de arreglar y reforzar su vivienda para que todos puedan volver a lo que hasta hace un año era su hogar.

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