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Venezolanos en España: entre el miedo al bloqueo y las ansias de cambio

La comunidad migrante se muestra inquieta ante las noticias que llegan de su país, pero se mantiene confiada en no estar asistiendo a un nuevo intento fallido de derrocar al chavismo

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Venezolanos claman en Barcelona contra el Gobierno de Nicolás Maduro

Venezolanos claman en Barcelona contra el Gobierno de Nicolás Maduro / MARC ASENSIO CLUPES

Juan Fernández

Juan Fernández

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El limbo político en el que ha quedado sumida Venezuela tras las elecciones del pasado 28 de julio es una fuente de zozobra para la comunidad migrante del país caribeño instalada en España. Inquietud, temor, incertidumbre, incomprensión… A este campo semántico pertenecen las palabras que citan los venezolanos emigrados a nuestro país cuando se les pregunta por la situación del suyo. La negativa de Nicolás Maduro a reconocer el resultado de los comicios, que consideran ganados con holgura y singún género de dudas por Edmundo González, les lleva a recordar con pesar otros intentos fallidos que hubo en el pasado por cambiar el rumbo de Venezuela.

Pero la mayoría se aferra un matiz decisivo: esta vez el mundo entero ha podido ver el "fraude electoral" que intenta perpetrar el gobierno –por eso, creen, Maduro se reíste a mostrar las actas– y en esta ocasión la oposición ha logrado aglutinarse alrededor de un liderazgo fuerte y transversal, el de María Corina Machado, en quien muchos ven el empuje ilusionante que tuvo Chávez cuando llegó al poder hace 25 años.

En aquel momento vivían en España 40.000 venezolanos. Hoy son 400.000, aunque diversas estimaciones elevan esa cifra por encima del medio millón. En estos años, las oleadas migratorias han estado directamente relacionadas con los momentos de mayor crisis política y económica en Venezuela. El ritmo actual de llegadas da pistas sobre la situación de aquel país a día de hoy: en el primer semestre de 2024 se han instalado en España 44.000 venezolanos –un 7% más que el año anterior–, a razón de 240 nuevos cada día.

Cuentan que huyen de la falta de alimentos, de los apagones de luz, de la inseguridad y de la represión que de manera progresiva ha ido ejerciendo el régimen sobre cualquier forma de disidencia. Muchos llegan con ganas de emprender aquí una nueva vida, otros volverían mañana mismo si fuera posible, pero todos coinciden en que esta diáspora venezolana no regresará a casa mientras no cambie el gobierno. Por eso viven pendientes del desenlace de este inesperado culebrón en el que se ha convertido la política venezolana tras el 28-J.

🔴 Maricarmen Clavet Álvarez Pérez

Teleoperadora

"Pase lo que pase ahora, no me planteo volver a Venezuela"

Maricarmen Clavet Álvarez Pérez, emigrante venezolana

Maricarmen Clavet Álvarez Pérez, emigrante venezolana / .

El pasado 29 de julio, en el bus que une Parla y Alcorcón (Madrid) se oyeron gemidos, suspiros y algún que otro llanto. Los lanzaron los venezolanos que a esas horas de la mañana se desplazaban, como otros viajeros, hacia sus lugares de trabajo. Maricarmen Clavet Álvarez Pérez era una de ellos. "Me fijé en que muchos ocupantes del autobús iban con la cabeza agachada pendientes del móvil, pero no iban mirando ningún vídeo o película, sino la emisión de la tele venezolana que estaba a punto de dar el resultado de las elecciones de la noche anterior. Cuando anunciaron que había ganado Maduro, empezamos todos a sollozar. Algunos, incluso, nos abrazamos", recuerda. 

La escena que Álvarez describe resume el sentir que late en buena parte de la comunidad migrante venezolana, sobre todo la llegada más recientemente. Así como los más veteranos están convencidos de que a Maduro le queda poco en el poder, los que han arribado hace poco ponen el acento en su capacidad de resistencia y temen que el cambio no acabe dándose.

Es el caso de Maricarmen. Rendida a la evidencia de que Venezuela no era un buen sitio para formar un hogar, ella y su pareja emigraron a España hace 15 meses. En este tiempo ha trabajado cuidando niños, ha tocado la viola en un grupo de mariachis y ahora está ocupada como teleoperadora. Comparten piso con más venezolanos y reconoce que la carestía de la vida no pone las cosas fáciles a este lado del Atlántico, pero al menos aquí ve posibilidades de prosperar. "Tengo 22 años, solo he conocido el chavismo, pero en mi país las cosas están cada vez peor. Cortes de luz, falta de alimentos, inseguridad… Por eso los jóvenes estamos emigrando", explica. 

Su hermana mayor lo hizo hace seis años y ahora ella sueña con traerse algún día a la pequeña, que aún es menor de edad y sigue en Venezuela con sus padres. Estudió Comunicación y le gustaría seguir formándose para trabajar algún día de locutora, pero su futuro lo imagina aquí, no en su país. "Pase lo que pase ahora con Maduro, no me planteo volver. Venezuela ha quedado arrasada", reconoce.

🔴 Liliana Rosales

Periodista

"Esta vez el cambio es posible"

Lilian Rosales, venezolana residente en Barcelona

Lilian Rosales, venezolana residente en Barcelona / .

Desde el pasado 28 de julio, la periodista venezolana Lilian Rosales reconoce estar viviendo "una montaña rusa emocional". A la euforia por los vídeos que llegaron a su móvil esa madrugada desde infinidad de colegios electorales de su país, todos ratificando la victoria de Edmundo González, le siguió el desánimo de ver al Consejo Nacional Electoral proclamando a Maduro triunfador. Al estupor por las noticias de las detenciones que está practicando el gobierno le sucede el consuelo de escuchar a la oposición asegurando que tiene un plan para que este no sea un nuevo intento fallido de derrocar al chavismo.

"Estos días he sentido ansiedad, indignación, impotencia, he llorado, me he vuelto a esperanzar… La palabra es incertidumbre. No sabemos qué va a pasar, pero me resisto a pensar que todo vaya a seguir como hasta ahora. Es un acto de fe, pero me aferro a ella", reconoce. 

Rosales tiene 58 años y vive en España desde que hace 20 se vio obligada a abandonar su país. En Venezuela trabajaba en una cadena de televisión, hasta que las amenazas que empezó a recibir por mostrarse crítica con el gobierno le convencieron de que lo mejor era hacer las maletas y emigrar. "En 2004, muchos no lo querían ver, pero yo sí vi claro que aquello iba a acabar en lo que es hoy, una dictadura. El tiempo me ha dado la razón. El chavismo nos ha igualado a todos los venezolanos en la pobreza", se lamenta. 

Hoy reside en Tarragona, pero mantiene muy vivo su vínculo con su país, donde frecuentemente envía alimentos y productos de primera necesidad a través de una oenegé que ella misma coordina. Sueña con volver algún día a "una Venezuela en libertad" y enseñarles a sus hijos su país de origen, que apenas conocen, pero antes debe cambiar el régimen, y aquí radica su mayor preocupación. "Maduro espera que la comunidad internacional se olvide de Venezuela, pero la oposición está fuerte. María Corina Machado ha despertado en los venezolanos la ilusión que en un primer momento despertó Chávez. Por eso creo que esta vez el cambio es posible", reflexiona.

🔴 Jairo Fernández

Consultor informático

"Sin presión, Maduro no dejará el poder"

Jairo Fernández, venezolano residente en España, en Torre Jussana

Jairo Fernández, venezolano residente en España, en Torre Jussana / Irene Vilà Capafons

"Estamos asistiendo a la caída de un régimen a cámara lenta". El consultor informático venezolano Jairo Fernández se muestra así de concluyente cuando se le invita a analizar lo que ha ocurrido en su país tras las elecciones. Desde entonces, asegura, cada movimiento del gobierno de Nicolás Maduro ha sido "una nueva expresión de su debilidad" y un anticipo de lo que considera inevitable. "Se negó a mostrar las actas porque sabe que le dan perdedor, reprime las manifestaciones porque teme al pueblo que le pide que cumpla el dictamen de las urnas, ha remodelado su equipo para tener cerca a los más fieles, pero cada día que pasa está más solo y acorralado. Es cuestión de tiempo que le veamos caer", pronostica. 

Fernández arribó a Barcelona en 1999, al poco de la llegada de Chávez al poder, pero no se considera un refugiado del chavismo. Se quedó en Catalunya porque aquí encontró una oportunidad laboral, pero cree que las mareas de venezolanos llegadas desde entonces dan la medida de la evolución experimentada por su país en este último cuarto de siglo. "Cuando vine había 40.000 paisanos míos en España. Hoy hay 400.000. Los de aquella época llegábamos con proyectos ilusionantes, buscando emprender. Los de ahora llegan huyendo de la miseria, desesperados", distingue. 

Hace cinco años creó la asociación Hispaven (ahora denominada Gente Plus) para orientar a los venezolanos que llegan a España buscando una oportunidad. Las expectativas de victoria electoral de la oposición, asegura, habían despertado en muchos la idea de volver, pero el enroque de Maduro en el poder ha sumido a la comunidad migrante en una sensación de perplejidad que él mismo comparte. "A la vista de su derrota, pensé que Maduro negociaría su marcha al exilio. La represión que está aplicando no me la esperaba", reconoce. No se atreve a hacer un vaticinio cerrado, pero está convencido de que el cambio es inminente. "El pueblo venezolano es pacífico y poco belicoso. Me gustaría que la transición fuera pacífica, al estilo de la de Gandhi cuando los británicos salieron de India, pero creo que será híbrida. Sin presión, Maduro no dejará el poder", asegura. 

🔴 Camila Andrea Gómez Rengifo

Licenciada en Comunicación

"Venezuela debe mirar al futuro, no al pasado"

Camila Andrea Gómez, emigrante venezolana

Camila Andrea Gómez, emigrante venezolana / .

El día siguiente a la jornada electoral del 28-J, Camila Andrea Gómez Rengifo lo recuerda como "un día de luto". En las horas previas había estado en contacto permanente con sus familiares y amigos de Venezuela, apenas había dormido en toda la noche, pendiente de las noticias que llegaban de los colegios electorales, y todo apuntaba a un triunfo de la oposición. Sin embargo, esa mañana el Consejo Nacional Electoral declaró a Nicolás Maduro vencedor. "De pronto, todas las esperanzas se vinieron abajo. Hablé con mi mejor amiga, que sigue allí, y las dos lloramos pensando en cinco años más iguales o peores a los últimos años que hemos vivido", recuerda.

Un mes después de aquella jornada "difícil y triste", su ánimo es distinto. En Venezuela no ha ocurrido nada en estas semanas que la mueva a estar alegre. Al contrario: las noticias que llegan de su país solo hablan de represión y de un régimen cada vez más aferrado al poder. Sin embargo, debajo de esa aparente situación de bloqueo, ella ha empezado a percibir el sentir de una población que esta vez ha dicho basta. Ese sentimiento, asegura, es el que le hizo creer que estas elecciones iban a ser definitivas. "Esta vez no había tanta polarización y las ganas de cambio eran generalizadas, hablaras con quien hablaras", recuerda.

Pero ella no quiso esperar y hace 10 meses hizo las maletas y emigró a Madrid. Tiene 24 años, está licenciada en Comunicación corporativa y le interesa el periodismo, pero Venezuela, dice, no es buen sitio para ejercer esta profesión. "Consiste en contar lo que pasa, pero en mi país te arriesgas a ser detenida si lo haces", alega. Reconoce que el desenlace del thriller geopolítico que vive su país tras las elecciones impactará en sus planes de futuro, pero ahora mismo su único deseo es que la suya no vuelva a ser "una generación de resentidos". Tiene motivos para reclamarlo. "Cuando hablo con mis amigos chavistas, culpan a la oposición de lo mal que estaba Venezuela antes de Chávez. Siempre andamos enredados en el pasado. Ya es hora de que Venezuela deje de mirar al pasado y piense en el futuro", propone.

🔴 Mario José Rigo Cárdenas

Ingeniero de sistemas

"A un dictador no se le echa con votos"

Mario José Rigo Cárdenas, emigrante venezolano

Mario José Rigo Cárdenas, emigrante venezolano / .

Hace seis años, la madre de Mario José Rigo Cárdenas le puso ante un dilema: tenía listo el dinero para pagar el siguiente semestre de la carrera que cursaba en la universidad, Ingeniería de sistemas, pero le dio a elegir entre seguir estudiando en Venezuela, donde la crisis económica y la inseguridad se estaban agudizando cada día, o destinar aquellos dólares a emigrar. «Y elegí emigrar. No me arrepiento», declara. 

Y eso que estos años no han sido fáciles. Se instaló en Madrid y empezó a trabajar en restaurantes y supermercados mientras seguía cursando la carrera a distancia, pero logró terminarla y desde hace dos años vive de su profesión. La mayoría de sus amigos también han salido del país y su madre lo hizo a finales de 2022. «Cuando llegó, en el mismo aeropuerto me confesó que había sufrido un secuestro, pero no me lo había contado para no preocuparme. Esto es lo que dejamos atrás los que salimos de Venezuela», explica.

Rigo no disimula la pesadumbre que siente cuando piensa en su país, un sentimiento que no se había visto alterado por las expectativas creadas ante la última cita electoral. «Las viví con tranquilidad, sin muchas ilusiones. Van ya demasiados intentos frustrados por cambiar Venezuela a través de las urnas, y a un dictador no se le echa con votos, hace falta algo más», opina. Ese algo, en su opinión, pasa por la presión internacional y, sobre todo, por «un giro del ejército que saque de una vez a Maduro del poder». 

Reconoce que le ha sorprendido la unidad que esta vez está mostrando la oposición y cree que «el mundo entero ha visto el fraude electoral perpetrado por el gobierno». Pero, en lo personal, su vida ya no depende de quién venza el pulso que hay ahora mismo planteado en su país. «No me planteo volver. Mis abuelos emigraron de España a Venezuela en la posguerra y a mí me ha tocado emigrar de vuelta en este momento. Es lo que hay», afirma. Hoy solo le escuece una pena: «Mi padre murió en Venezuela la semana pasada y no pude ir a despedirme de él».

🔴 Adriana Rubial

Profesional del marketing

"Tenemos las pruebas del fraude electoral"

Adriana Rubial, venezolana residente en Barcelona

Adriana Rubial, venezolana residente en Barcelona / Marc Asensio

Este mes de agosto ha sido distinto a los últimos 18 en la vida de Adriana Rubial. Nació en Caracas hace 50 años y en 2006 emigró a España. Desde entonces vive en Barcelona, pero durante todo este tiempo se ha mantenido muy pendiente de la situación de Venezuela. Allí dejó amigos y familiares, y entre "la frustración y la desesperanza", pero en la distancia, ha ido asistiendo al devenir de su país en estos años. 

Sin embargo, este verano es diferente. Las elecciones del 28 de julio marcaron, en su opinión, "un antes y un después en la historia de Venezuela", y desde entonces no ha parado para tratar de lograr, en la distancia y en la medida de sus posibilidades, "que el gobierno reconozca el verdadero resultado de las urnas". Asistió a la manifestación que hubo el 18 de agosto en plazas de todo el mundo para exigir a Maduro que muestre las actas de los comicios y este miércoles se la podía ver luciendo una camiseta con el lema "Fraude electoral" en la concentración que hubo en la plaza de España de Barcelona al cumplirse un mes del 28-J. 

Hoy, asegura, la palabra frustración ha desaparecido de su vocabulario cuando piensa en Venezuela. "Esta vez es distinto. La oposición ha aprendido de los errores del pasado. Hoy tenemos las pruebas del fraude electoral", afirma esta profesional del sector del marketing colaboradora del partido opositor Primero Justicia.

La reacción de Maduro declarándose ganador de la contienda entraba, según ella, "dentro de lo previsible", pero cree que la falta de apoyos internacionales que está encontrando es una señal inequívoca de que estamos asistiendo a los últimos estertores del chavismo. "Merecen acabar en la cárcel, pero la paz de los venezolanos es más importante. Habrá que negociar la salida de Maduro y su equipo del país, y que disfruten del dinero que han robado, pero que lo hagan lejos", declara. Lo que ella tiene claro es una fecha y una foto: "La caída del régimen ocurrirá una semana u otra, pero el 10 de enero veremos a Edmundo siendo nombrado presidente", asegura.

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