Gobierno de ultraderecha

Argentina, el país de la carne donde la mayoría se alimenta con carbohidratos y crece la obesidad

La elevada inflación profundiza los cambios en los hábitos alimentarios y el consumo anual de carne se espera que este año baje hasta los 44,8 kilos por persona, lejos de la cifra histórica de 72,9 kilos

Cartel colocado por organizaciones sociales para reclamar más ayudas frente al Ministerio de Desarrollo Social argentino, en Buenos Aires.

Cartel colocado por organizaciones sociales para reclamar más ayudas frente al Ministerio de Desarrollo Social argentino, en Buenos Aires. / NATACHA PISARENKO / AP

Abel Gilbert

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América TV de la ciudad de Buenos Aires acaba de reestrenar el popular ciclo 'Cocineros argentinos' que formó parte de la televisión pública durante años y que el Gobierno de ultraderecha consideró un gasto de producción inútil. El programa suele mezclar dosis de informalidad de los chefs con el recetario nacional y otros platos internacionales. 'Cocineros argentinos' suele incitar a los espectadores a seguir paso a paso las cocciones sin olvidarse de ningún producto adicional o especia. El retorno de la tertulia gastronómica vino de la mano de una paradoja que la excede: parte del 55,5% de pobres en este país apenas pueden ver en las pantallas aquello que se prepara con fruición y una cuota de modesto sibaritismo. Esos platos no están a su alcance diario. A veces, son pura imagen para 1,5 millones de niños y niñas que se van a dormir sin haber cenado.

"Queremos comer", gritaron los abuelos y abuelas que el pasado miércoles reclamaron en el centro de la ciudad una mejora a sus paupérrimas pensiones. La Policía Federal los desalojó con gases lacrimógenos y a bastonazos. La recesión marca el pulso de la presidencia de Javier Milei. En ocho meses, los trabajadores han perdido un 32% de poder adquisitivo. Una inflación acumulada superior al 80% perfora los bolsillos. Esa merma profundiza cambios alimentarios que habían comenzado a vislumbrarse en crisis económicas anteriores. De acuerdo con un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario se espera que 2024 concluya con un consumo anual de 44,8 kilogramos de carne por persona, muy por debajo del promedio histórico de 72,9 kilos. En 1920, cuando Argentina recibía a millones de inmigrantes españoles e italianos, así como otros flujos provenientes de Rusia, Polonia, Ucrania y Siria, todos obligados a la restricción calórica y el ahorro, la compra de carne per cápita era de 46,9 kilos. A los productos de origen aviar tampoco se le augura actualmente mejores perspectivas: 45 kilos por habitante.

Si hubo un tiempo en que Argentina era identificada como el país de las "vacas gordas", el gran mito de la nación agropecuaria que, gracias a su abundancia, alimentaba a buena parte de la población con carnes de distinta calidad, esas mayorías se aprovisionan en el presente de harinas y otros carbohidratos. Panes, galletitas, pastas secas, arroz, acompañados en las mesas con bebidas azucaradas de segunda marca.

Cada vez se compra menos

La caída del consumo masivo es la más impactante desde 2001, el año en que el país estalló por los aires al agotarse el modelo económico que estableció la paridad entre el dólar y la moneda local. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) reveló que la compra de alimentos y bebidas se redujo un 16,1% en los últimos 24 meses. "Eso quiere decir que comes menos y te cuidas menos porque la plata (el dinero) no te alcanza", dijo un empresario al portal 'La Política Online'.

La baja sostenida del consumo de la proteína animal moldea costumbres y cuerpos. De acuerdo con un reciente informe de la Federación Mundial de la Obesidad, presentado ante las Naciones Unidas, ese problema afecta al 30% de la sociedad argentina, que encabeza la lista de la región, seguida por Chile. El sobrepeso dibuja la fisonomía del 14% de los menores de cinco años, por encima del promedio latinoamericano, del 8,6%. A medida que avanzan en edad se agudizan las complicaciones. De acuerdo con Sergio Britos, director del Centro de Estudios sobre Política y Economía de la Alimentación (CEPEA), el 41% de los niños y niñas en edad escolar "tienen una franca obesidad".

La malnutrición de los menores viene a su vez de la mano de un déficit desconocido y que afecta a la talla de casi el 10% de ese sector poblacional. "Los niños terminan siendo más 'petisos' que lo que correspondería", observa Britos, que señala a un Estado que "viene siendo indiferente al abandono lento de la lactancia materna", y que tampoco "garantiza nutrientes esenciales entre los seis y 18 meses de edad".

Comedores populares

El dirigente social Juan Grabois ha lanzado la campaña "ningún pibe con hambre". La Administración de Milei, sostiene, es de una insensibilidad extrema. "Este es un Gobierno formado por cobardes, que son fuertes con los débiles pero obsecuentes con los multimillonarios. Están infiltrados en el Estado con el objeto de destruir los derechos sociales".

Según datos oficiales, en todo el territorio funcionan al menos 34.782 comedores comunitarios en los que colaboran 134.449 personas. En febrero pasado, la ministra de Capital Humano, exproductora televisiva y practicante de reiki, una rama de la medicina tradicional japonesa, Sandra Pettovello, suscribió un acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para la compra y distribución de alimentos por unos 15 millones de dólares. La justicia obligó a la cartera a diseñar un plan de entrega de mercancías. Nunca llegaron en tiempo y forma. El ministerio alegó la eliminación de intermediarios, la mala calidad de los productos o la reserva para eventuales tragedias para no entregar los suministros esenciales. El juez Sebastián Casanello ordenó este jueves un allanamiento en la sede ministerial en el marco de la causa por la falta de entrega de 6.000 toneladas de alimentos retenidos en depósitos y destinados a los comedores y merenderos populares. Capital Humano dijo haber distribuido 2.583.221 kilos de alimentos en 21 provincias.

Unos cinco millones de personas almuerzan o cenan en esos galpones o instalaciones donde cada vez llegan más necesitados y se acentúan las limitaciones para responder a las demandas y, también, preparar las comidas. Las mujeres que por lo general asisten a los comensales de la emergencia social no tienen las posibilidades de los chefs de 'Cocineros argentinos'. Cada vez es más difícil para ellas adquirir carne y pollo, para un guiso o estofado con los ingredientes mínimos. Se imponen, por lo tanto, las pastas. Ni que hablar de la leche en polvo que requieren los menores. La mercadería, dicen, es "carísima". El menú diario se prepara con los únicos condimentos que ofrece el presente: la incertidumbre y la angustia por no saber cómo llenar un plato.