El reto europeo de la migración: Francia

“Llevo 15 días esperando para cruzar”, cientos de menores migrantes atrapados en Calais

"Ninguno quiere quedarse en Francia, su objetivo es cruzar el Canal de la Mancha hasta Reino Unido"

"El debate sobre la migración invisibiliza al niño", alertan organizaciones por la infancia ante el auge de menores no acompañados

Centro de menores de Médicos Sin Fronteras de Calais

Centro de menores de Médicos Sin Fronteras de Calais / MDF

Leticia Fuentes

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Son las 11h de la mañana y empiezan a llegar jóvenes de entre 13 y 16 años al refugio de Médicos sin Fronteras de Calais, en el norte de Francia. Ali (nombre ficticio), de 15 años, entra y saluda tímidamente; “Salam aleykoum”. Se descalza y se dirige a las duchas habilitadas del centro. El resto de compañeros se sientan y empiezan la actividad del día. Hoy toca cocina y para ellos es algo más que una actividad, es una vía de escape a una vida que lejos está de ser apta para niños y adolescentes. 

“Vienen aquí y hacen actividades para evadirse, como cocina o manualidades. Hablan con los psicólogos, pueden ducharse y descansar. Muchos duermen de día y por la noche intentan cruzar el Canal de la Mancha en barcas”, nos cuenta para EL PERIODICO, Feyrouz Lajili, responsable del centro de menores de Médicos Sin Fronteras.

Este centro diurno de menores acoge varias veces por semana a una decena de jóvenes que llegan en su mayoría desde Sudán, pero también en menor cantidad, desde Afganistán o Siria. Ninguno quiere quedarse en Francia, su objetivo es cruzar el Canal de la Mancha en barcazas hasta Reino Unido. “Hasta ahora, allí era más fácil trabajar sin papeles. Mientras solicitaban asilo podían trabajar, algo que no pasa en Francia, pero desde el Brexit la cosa ha cambiado, y muchos llegan a Francia con la idea de cruzar sin conocer las nuevas condiciones del país británico”, insiste Feyrouz. Solo en 2023, se produjeron 36.000 intentos de cruzar el Canal, un 30% menos que el año anterior.

El 10% de los migrantes irregulares que vagan por Calais son menores, que buscan pasar desapercibidos en la zona. No quieren ser grabados ni fotografiados, sus familias no saben que están aquí ni en estas condiciones. En algunos casos, sus seres queridos han pagado importantes cantidades de dinero para que puedan hacer el viaje, sin saber realmente, a donde mandan a sus menores. 

Hablan mucho de la violencia sufrida durante el camino, en particular, en Libia y Túnez, pero al pisar tierras europeas, la cosa no cambia demasiado. Según Médicos Sin Fronteras, en los últimos años, la política francesa de “cero puntos fijos” se ha traducido en un aumento de la violencia policial. Los desalojos de los asentamientos de migrantes de Calais se hacen durante la noche, a oscuras, o a primera hora de la mañana, mientras duermen. A golpe de gas lacrimógeno, de incautaciones de efectos personales y de agresiones, la policía los echa de la zona. Sin tener a donde ir, se acaban reubicando en otros lugares de Calais, como en descampados o en fábricas abandonadas. 

En 2023, se registraron 729 desalojos de asentamientos informales en Calais y Dunkerque, donde sobreviven muchos niños, haciendo que esta población, ya de por sí vulnerable, lo sea aún más y se expongan a la explotación y a la trata.

“Los jóvenes se enfrentarán mucho al trauma de estar siempre en movimiento, de perder los pocos objetos personales que tienen, de volver a empezar de cero, y de potencialmente recibir violencia física”, afirma Feyrouz. De ahí que en el centro de menores insistan en la asistencia psicológica y cuenten con profesionales especializados en estos casos. Además de asistencia médica, también se les proporciona asesoramiento, en el que se les explican sus derechos. “Son niños, y no saben que tienen derechos. Nuestro trabajo es explicarles sus derechos aquí en Francia. Les explicamos que tienen derecho a ser acogidos, a tener alojamiento o asistencia médica”. 

Según los Artículos 24 y 18 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, las instituciones europeas deben ofrecer la protección y atención adecuada a los menores migrantes, además de la servicios especiales durante la solicitud de asilo. Artículos y leyes que acaban en papel mojado, afirman las asociaciones, que denuncian la saturación de los centros de acogida y la lentitud de los procesos administrativos, incluyendo en el caso de los menores.

Menores realizando actividades en el centro de MSF

Menores realizando actividades en el centro de MSF / Leticia Fuentes

“Mi familia no sabe que estoy aquí”

A tres kilómetros del centro de menores de MSF, al final de un polígono industrial de Calais, entre dos fábricas abandonadas, se encuentra uno de esos asentamientos informales formado por un centenar de inmigrantes sudaneses que viven temporalmente a la espera de poder cruzar al Reino Unido. Un campamiento improvisado con varias tiendas de campaña y una pequeña fogata, porque a pesar de ser julio, en Calais hace frío, y demasiado viento, como para dormir al aire libre.

 “Llevo 15 días aquí. Esperando para cruzar”, nos cuenta para EL PERIODICO, Mohammed, un joven sudanés que apenas habla francés, y que insiste; “no vídeo, no fotos. Mi familia no sabe que estoy aquí”. Los desconocidos no son bienvenidos, ya han tenido problemas con vecinos y simpatizantes de la extrema derecha, y desconfían de todo aquel que se acerque al campamento. “Siempre ha habido reticencia en la zona, pero desde las pasadas elecciones europeas, con el crecimiento del apoyo a la extrema derecha, la violencia hacia los inmigrantes ha ido en aumento. Tenemos casos en los que les han tirado piedras, botellas desde los coches y lo peor, lejía o productos químicos”, nos cuentan desde las asociaciones. 

Después de las elecciones legislativas celebradas en Francia el pasado junio, Reagrupamiento Nacional, el partido de extrema derecha de Marine Le Pen, lidera en 12 circunscripciones de Pas de Calais, y en el centro de Calais, Marc de Fleurian (RN) obtuvo un 47,86% de los votos. Un aumento del discurso antiinmigración que preocupa a las asociaciones que trabajan sobre el terreno. “No existe una política de acogida digna. Francia no quiere que estas personas estén aquí, pero al mismo tiempo les impiden que se vayan a Inglaterra, por lo que la gente se encuentra en una especie de situación esquizofrénica. De no saber qué hacer”, explica Feyrouz Lajili, e insiste en que hacer de las fronteras lugares, supuestamente más seguros para los nacionales, implica que los inmigrantes tomen cada vez más riesgos, llegando al punto de que, “a día de hoy, registramos 23 muertes al año en el Canal de la Mancha. Algo insólito, y si esto sigue así, se convertirá en el nuevo Mediterráneo”. 

Hasta no hace mucho, los inmigrantes pasaban escondidos en los remolques o en los bajos de los camiones que viajaban por el Eurotúnel hacia Reino Unido, pero desde el Brexit los controles se han intensificado y el transporte de mercancías se ha reducido, por lo que es más difícil cruzar de un lado al otro y, según cuentan desde MSF, tampoco pueden permitirse el lujo de pagar a los contrabandistas, quienes piden cada vez más dinero. La única opción que les queda, es hacerlo mediante las barcazas proporcionadas por los traficantes, o incluso compradas por ellos mismos en tiendas de la zona. De ahí, que muchos comercios deportivos de Calais hayan dejado de venderlas.

18.800 comidas en 10 años

Algunos no conocen el riesgo que supone cruzar hasta Reino Unido, otros, sin embargo saben perfectamente que se la juegan, pero no hay otra alternativa. Quedarse en Francia no es una opción, y mientras esperan al momento perfecto, decenas de ONG’s en la zona ofrecen su ayuda con casas de acogida o repartiendo comida diariamente, como Refugee Community Kitchen

Esta organización sin ánimo de lucro británica reparte varios menús al día entre los campamentos de Calais y zonas cercanas. En la puerta de su base, situada en un almacén a las afueras de Calais, tienen una pizarra donde llevan la cuenta de las comidas repartidas; desde 2015 hasta febrero de 2024, solo en la zona de Calais y Dunkerque han repartido más de 18.800 comidas bajo el lema, “alimentar a las personas sin juzgarlas”. 

Actualmente, Médicos Sin Fronteras ha contabilizado 380 menores no acompañados en la zona, aunque otras asociaciones hablan de cientos más, y el 82% admiten haber sufrido malos tratos y violencia policial. Unos abusos que suelen producirse cuando los voluntarios y las asociaciones no están presentes.  “Hay muchos problemas de salud mental entre los menores (...). Lamentablemente, son niños viviendo situaciones que ni un adulto debería vivir. Trata de personas, violencia policial, amenazas de los vecinos… Un cocktail, que acaba provocando importantes problemas psicológicos, como estrés postraumático”, explica la responsable del centro de menores, mientras los chicos siguen con su actividad de cocina cortando cebolla, haciéndose bromas y bailando al ritmo de la música. 

“Cuando les conoces, ves que solo son adolescentes con cosas como cualquier otro adolescente. Ya sabes, las tonterías típicas. Por eso aquí, con este espacio y con estas actividades, les ayudamos a que puedan sacar y desarrollar su parte de “niños”, que es lo que son, simplemente niños”. 

Menores no acompañados en el centro de migrantes de MSF

Menores no acompañados en el centro de migrantes de MSF / MSF

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