Tensión en Oriente Próximo

Defensa revisa la misión y el riesgo de los cascos azules españoles en el Líbano

Un solado español vigila en el sector Este de la Blue Line entre el Líbano e Israel

Un solado español vigila en el sector Este de la Blue Line entre el Líbano e Israel / FINUL

Juan José Fernández

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Las posibilidades reales de interposición de los cascos azules españoles en el Líbano, y el riesgo que corren con el nuevo escenario de tensión en la zona forman parte de una reflexión crítica en la cúpula de Defensa sobre la misión FINUL, confirman a este diario fuentes de las Fuerzas Armadas.

La ministra Margarita Robles recibirá este miércoles información puntual sobre la situación creada con el ataque, el sábado y supuestamente de Hezbolá, que mató a 12 menores en la localidad drusa de Majdal Shams, y la respuesta israelí este martes con un bombardeo de precisión en Beirut para aniquilar al número dos de la guerrilla proiraní.

En una visita clave al Mando de Operaciones (MOPS) de las Fuerzas Armadas, en la base madrileña de Retamares, la ministra, entre otros asuntos de agenda, trata este miércoles con el teniente general nuevo jefe de ese organismo, José Antonio Agüero, las previsiones que manejan en la frontera libanesa. No habrá videoconferencia con los mandos españoles en la zona.

Cascos azules de diverss nacionalidades planifican un misión en la base MIguel de Cervantes, en Marjayún (Libano).

Cascos azules de diverss nacionalidades planifican un misión en la base MIguel de Cervantes, en Marjayún (Libano). / FINUL

Al tiempo, sobre el terreno, el subsecretario de Naciones Unidas para misiones de Paz, Jean-Pierre Lacroix, evalúa el grado de (in)cumplimiento por Hezbolá e Israel de las condiciones que en su día abrieron el despligue de cascos azules.

Una fuente al tanto de la perspectiva que le trasladan los militares al Gobierno advierte sobre la lógica de estas misiones de interposición: los cascos azules “tienen un mandato que cumplir acordado con ambas partes. Si se ve que no pueden cumplirlo o que los riesgos son inasumibles, se considerará la retirada”.

Chupando búnker

Hace 18 años, la ONU consiguió acordar con las partes en conflicto la presencia de una fuerza de 10.000 (hoy son 10.587) soldados de 40 naciones. En la actualidad manda todo ese contingente un general de División español, Aroldo Lázaro, con cuartel general en la base libanesa de Naqura. Su ejército se llama Fuerza Interina de Naciones Unidas en el Líbano, o sea, la FINUL o, en inglés, UNIFIL.

El general Aroldo Lázaro, jefe de toda la misión UNIFIL, en un acto castrense en la base de Naqura, donde los cascos azules tienen su cuartel general

El general Aroldo Lázaro, jefe de toda la misión UNIFIL, en un acto castrense en la base de Naqura, donde los cascos azules tienen su cuartel general / FINUL

El despliegue vigila la llamada Blue Line en la frontera. Las fuerzas se dividen en un sector occidental, bajo mando italiano, y un sector oriental, bajo mando del general de Brigada español Guillermo García del Barrio, con base en la localidad de Marjayún. Además, hay una fuerza de reserva bajo liderazgo francés.

En el sector Este, entre 3.500 cascos azules de nueve países, operan 650 soldados españoles de la Brigada Aragón I, que en esta misión son la BRILIB XLI, o la 41ª rotación de la operación Libre Hidalgo.

Un alto oficial del Ejército resume así la última hora de la que se ha convertido en misión más peligrosa de tropas españolas en el exterior: Uno, “están bien, aunque chupando mucho búnker”; dos, “no está previsto que se vuelvan”; y tres, “tampoco está previsto que cambie la misión”. Pero eso era este martes y dicho desde Marjayún, antes de la respuesta israelí en Beirut. “El escenario puede cambiar en solo 24 horas”, advierten las fuentes mencionadas al principio.

Misión imposible

¿Qué puede hacer una brigada terrestre, sin fuerza aérea, interpuesta entre dos ejércitos que se intercambian cohetes, cañonazos de largo alcance y raids de cazabombarderos? “Ponerse a cubierto”, responde lacónicamente -estoicamente también- un veterano de las unidades acorazadas españolas. Refugiarse en los búnkeres subterráneos de la base de Marjayún ha sido hasta ahora lo más que han podido hacer los cascos azules españoles cada vez que les ha sobrevolado la artillería o los misiles israelíes y de Hezbolá.

Un proyectil de artillería israelí mató al cabo malagueño Francisco Javier Soria, último militar español de los 15 que han perdido la vida en esta misión. Fue el 28 de enero de 2015, en un morterazo contra su posición, el hito 428 de la Blue Line.

Vigilar esa línea fronteriza implica patrullar a pie y en vehículos (las caminatas están restringidas desde el inicio en octubre pasado de la guerra Israel - Hamás) para intentar cumplir la principal máxima que la ONU le dio a la misión: ni una sola arma en la Blue Line que no sea de Naciones Unidas o del ejército libanés.

Y ese es el principal motivo de queja israelí: el ejército hebreo lleva años denunciando que Hezbolá esconde puntos de lanzamiento y cohetes en las áreas vigiladas por la ONU, eludiendo su control.

Estación de vigilancia Soria de los cascos azules españoles en el Líbano

Estación de vigilancia Soria de los cascos azules españoles en el Líbano / FINUL

Los cascos azules españoles trabajan entre las críticas, el riesgo y la impotencia. Cada vez que, como estos días, se dispara la tensión en la frontera, quedan en cuestión las ROE, las Reglas de Enfrentamiento, de FINUL, las condiciones con las que la ONU encarriló a la misión en “un imposible operativo”, comenta un oficial legionario varias veces participante.

“Peor sin nosotros”

“Los cascos azules están limitados a misiones prácticamente de presencia. Están muy atados. Si en una patrulla ven que alguien transporta armamento… no pueden hacer más que dar aviso a las fuerzas libanesas”, corrobora un alto cargo de Defensa, y advierte: “Pero cambiar las reglas no se puede hacer sin contar con los demás países ni con la ONU. Y la decisión de irse del Líbano es tan política como lo fue la de acudir…”

Habla esta fuente el mismo día en que numerosas voces israelís acusan a UNIFIL de ser “escudo humano de Hezbolá”, y al día siguiente de que el ministro de Defensa de Italia, Guido Crosetto, haya pedido revisar las reglas de UNIFIL y dejar de “fingir que no pasa nada” en una línea de seguridad ampliamente violada por ambas partes.

Y sin embargo a las tropas españolas les queda un importante rédito en la trama de relaciones que han tejido a lo largo de los 18 años los mandos de Libre Hidalgo. Puede que no puedan imponer la paz en la zona, pero sí se han ganado el prestigio entre las autoridades locales, los jefes de clanes familiares, los empresarios y una población civil, la que no tiene filiación con Hezbolá ni Israel, harta de la guerra, el exilio y la pobreza.

Los trabajos humanitarios desarrollados por las áreas de relaciones civiles del contingente español -”especialmente con los enfermos, los niños, las mujeres y los más mayores”, dice el exintegrante de una rotación en Marjayún- han granjeado respeto a los cascos azules españoles en la zona. Lo resume el alto cargo de Defensa: “Seguramente, esa gente estaría peor sin nosotros”.

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