Tensión en Venezuela

Caracas vuelve a ser escenario de batallas campales y la oposición denuncia el arresto de un dirigente cercano a Corina Machado

La oposición venezolana dice contar con actas que convierten a González Urrutia en ganador por dos millones de votos de diferencia

Protestas de la oposición en Venezuela tras la reelección de Nicolás Maduro

Protestas de la oposición en Venezuela tras la reelección de Nicolás Maduro / Europa Press/Contacto/Juan Carlos Hernandez

Abel Gilbert

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El conflicto político volvió con intensidad flamígera a las calles venezolanas después de la proclamación oficial de Nicolás Maduro como presidente. El epicentro del malestar fue una vez más Caracas. Una Encuesta Nacional de Hospitales (ENH) reportó que solo el 29 de julio murieron tres personas, en circunstancias no especificadas, y otras 44 llevan en sus cuerpos impactos de armas de fuego y bastonazos policiales. El Gobierno descarta la espontaneidad de la furia y la atribuye a una acción de la "ultraderecha" programada de antemano con la ayuda del "narcotráfico colombiano" para dar un "golpe de Estado". Para Maduro, el derecho al disenso político está asociado a la delincuencia. "Casi el 90% de los capturados tienen dos características: están en estado avanzado de drogadicción y están armados". El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, informó por su parte de que 23 uniformados han sido heridos. El fiscal general, Tarek William Saab, informó que hay 749 detenidos por "actos de terrorismo e instigación al odio". La oposición denunció que Freddy Superlano, un dirigente cercano a María Corina Machado, ha sido detenido por funcionarios del Comando Nacional Antiextorsion y Secuestro.

Maduro reconoció que la protesta le recuerda a una "película vieja", las batallas campales entre manifestantes y fuerzas de seguridad de 2017, llamadas por el Gobierno "guarimbas", un neologismo que alude a barricadas y cortes de carreteras. Siete años atrás murieron más de 100 ciudadanos. La disputa territorial se saldó violentamente a favor del Estado que desactivó las movilizaciones, pero nunca se pudo alcanzar un acuerdo duradero con la oposición para encauzar la crisis. Esta volvió a reactivarse con fuerza en 2019 y desde el lunes se asoma nuevamente como consecuencia de unos resultados electorales discutidos.

Al igual que en 2017, las estatuas de Hugo Chávez volvieron a ser blanco del enojo. Alrededor de esos monumentos se repitió un rito de expiación. Dos Chávez pétreos fueron derribados, uno en La Guaira, cerca de la capital, y otro en Mariara, una población del estado de Carabobo. Maduro sintió el impacto del ultraje. "Fueron a atacar al mejor presidente que ha tenido Venezuela en 150 años". El ministro del Interior, Remigio Ceballos, dijo que se trataron de actos de "fascismo puro".

Barrios populares

Más allá de los calificativos estatales ("drogadictos", "fascistas" y "ricachones"), los episodios de las últimas horas han tenido un fuerte componente popular. El grito de "y va a caer" no provino necesariamente de los municipios más acomodados de Caracas como Las Mercedes o Chacao, sino de Petare, un enorme mar de terracota levantado sobre los cerros, a pocos minutos del Palacio de Miraflores, con casas siempre a medio terminar, rodeadas de un verde tropical y, también, las señales permanentes de la postergación. En esa gigantesca chabola a cielo abierto desde la cual puede mirarse buena parte de la ciudad, viven unas 450.000 personas. Se trata de la segunda barriada de esas características más grande de América Latina, comparable a La Rocinha, de Río de Janeiro. Lo que diferencia a esa "favela" carioca de Petare es su histórica condición de bastión chavista. Nada menos que allí, entre escaleras improvisadas, meandros interminables, cables de electricidad que se superponen como madejas, se escucharon las cacerolas y los cánticos que luego "bajaron" desde los cerros hasta las avenidas. Los beneficiarios de los planes sociales, otorgados como contraprestación a una lealtad que no debería cuestionarse, también estaban "arrechos (molestos) "¿Querían a los barrios en la calle? Bueno, salimos todos", se escuchó decir, como ironía de las convocatorias del madurismo. Otras ciudadelas parecidas a Petare como Guarenas y Guatire, ubicadas a unos kilómetros, fueron también escenario de demostraciones de descontento.

Una vez más la Plaza Altamira, en Chacao, se convirtió en punto de encuentro de los que rechazan los términos de la reelección de Maduro. Los fotogramas de la "película vieja" a la que hizo referencia el presidente recobraron actualidad. Policías parapetados detrás de escudos. El humo de los gases coloreando el espacio. Jóvenes con máscaras. Banderas. Una barricada en la Avenida Bolívar, donde el chavismo y luego el madurismo suelen celebrar sus actos masivos. Vehículos y neumáticos incendiados. "El pueblo unido jamás será vencido", una consigna cuyo origen se remonta a la Unidad Popular de Salvador Allende retumbó entre disparos. Hubo, además, corridas hacia la carretera.

Baño de sangre

"¿Ahora se entiende de lo que estaba hablando, que desde este Gobierno hemos evitado hasta ahora un baño de sangre? Y lo seguiremos evitando", dijo Maduro. Por un lado, presentan una sonrisa, un viejito que casi no puede hablar ni caminar (el candidato Edmundo González Urrutia, quien se declaró ganador de las elecciones) y por debajo van los gringos. Siempre han estado, antes, durante y después. Esta es la gente que quiere gobernar Venezuela, quieren desatar una guerra civil y cacería contra cualquier ciudadano. ¿Quién está detrás de esto? ¿La demonia que quiere ponerse un velo de santa? ". Maduro ha decidido llevar su pelea con María Corina Machado al terreno donde sea necesario.

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