Entrevista

Sally Hayden: "Los fondos de la UE apuntalan a señores de la guerra, dictaduras y sistemas opresores"

En 'Cuando lo intenté por cuarta vez, nos ahogamos' (Capitán Swing), la periodista irlandesa presenta una exhaustiva investigación sobre "la búsqueda de refugio en la ruta migratoria más letal del mundo"

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La periodista de investigación Sally Hayden, que lleva años reportando el viaje de miles de personas que intentan llegar a Europa, y a menudo implica morir ahogado o torturado en los centros de detención de Libia, ha afirmado que la población europea debería alzar la voz y "pedir responsabilidades" ante la gravedad de la tragedia.

La periodista de investigación Sally Hayden, que lleva años reportando el viaje de miles de personas que intentan llegar a Europa, y a menudo implica morir ahogado o torturado en los centros de detención de Libia, ha afirmado que la población europea debería alzar la voz y "pedir responsabilidades" ante la gravedad de la tragedia. / Toni Albir / EFE

Andrea López-Tomàs

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"Como soy pobre, solo tengo mis sueños; y tan solo mis sueños he puesto a tus pies; pisa con tiento entonces, porque pisas mis sueños". Con este verso de su compatriota, el poeta William Butler Yeats, Sally Hayden presenta a los migrantes, a las personas que le han confesado sus sueños. Esta periodista y fotógrafa irlandesa de 34 años es consciente de su privilegio.

Por eso, la autora de ‘Cuando lo intenté por cuarta vez, nos ahogamos’ (Capitán Swing) aprovechó su amplia libertad de movimiento para informar sobre migraciones desde el Sur Global hacia Europa. Como profesional 'freelance', ha publicado "en todos los medios que te puedas imaginar", siempre poniendo a los refugiados, a las personas que sufren estas rutas migratorias en el centro.

Licenciada en Derecho por la University College de Dublín y máster en Relaciones Internacionales por el Trinity College de la misma ciudad, Hayden fue reconocida como la periodista del año 2023 en Irlanda. Su completa investigación, merecedora del Premio Orwell de Literatura Política en 2022, la llevó a tres continentes distintos, a un barco en el Mediterráneo y a temer por su vida. Con el periodismo más puro por bandera, Hayden traslada en 519 páginas centenares de entrevistas que hacen temblar a la Unión Europea u organizaciones internacionales como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)

Su libro nos lleva hasta los lugares más oscuros de Libia: los centros de detención para migrantes y refugiados. 

En agosto del 2018, personas que estaban en Libia encerradas en centros de detención me contactaron, porque había informado sobre migraciones. Empezaron a escribirme refugiados, diciéndome que ya habían intentado cruzar el Mediterráneo y que habían sido interceptados, traídos de regreso y encerrados indefinidamente. Había oído hablar de estas políticas, pero me di cuenta que estas personas habían sido encerradas como resultado directo de la política de la Unión Europea. Como periodista, sabía que existían estas políticas, pero en realidad no conocía cuál era su impacto real y fue sólo cuando estuve en comunicación directa con estas personas que comencé a tener una idea de ello. Sentí que algunas de las otras rutas migratorias se habían cubierto mejor, mientras que esta era un agujero negro y se intentaba silenciar a las personas que la emprendían. A la gente encerrada en los centros no se les permitía tener teléfonos, ya que no querían que se comunicaran con el mundo exterior. El hecho de que yo tuviera este canal de comunicación con los refugiados y comenzara a publicar lo que la gente me decía tanto en artículos como en redes sociales, hizo que el asunto ganara atención muy rápidamente y me convirtiera en la persona a quien acudir tanto para los refugiados y migrantes detenidos como para muchas de las oenegés, los políticos y diplomáticos que se ponían en contacto conmigo tratando de averiguar qué estaba pasando.

¿Qué rol tiene Libia, ese agujero negro en la ruta de migraciones hacia Europa?

Libia jugó un papel clave. En ese momento, era el lugar más común para que la gente saliera para intentar llegar a Europa y cruzar el mar Mediterráneo, por lo que personas de toda África, de Oriente Medio y algunos de Asia terminaban en Libia tratando de cruzar el mar desde allí para llegar a Italia o Malta. Por eso, la Unión Europea comenzó a aplicar políticas en 2017 que suponen una circunnavegación del derecho internacional. Estaban y están llevando a cabo vigilancia para detectar barcos de refugiados y migrantes. Con su financiación de la Guardia Costera libia, esta intercepta a esas personas y las obliga a regresar a centros de detención indefinida. Desde el 2017, ha habido 130.000 interceptaciones; es decir, 130.000 hombres, mujeres y niños capturados en el mar y obligados a regresar y a permanecer detenidos indefinidamente en condiciones que el papa Francisco, entre otros, ha comparado con campos de concentración.

Migrar es una experiencia distinta con diferentes riesgos tanto para hombres como para mujeres, pero en general tendemos a tener en nuestro imaginario colectivo la imagen de hombres que migran más que mujeres. Pero usted también ha hablado con mujeres, la mayoría víctimas de violencia sexual. 

Una de las cosas que más se malinterpreta es que la gente piensa que son sólo hombres los que intentan hacer estos viajes y eso no es del todo cierto. Pero hay una razón por la que tiende a haber más hombres: muchas veces las familias los envían primero para que el hombre pueda llegar a Europa y luego intentar encontrar una forma legal de reunirse con su familia. Esto se debe en gran medida a los peligros que hay a lo largo de la ruta. Hay mucha violencia sexual, explotación sexual y también los contrabandistas a veces cobran más dinero por las mujeres por la presencia de esa amenaza. Hay muchas violaciones en estos centros de detención. Una mujer que estuvo detenida y que de hecho dio a luz allí me dijo que estimaba que la mitad de las mujeres que están embarazadas lo están como resultado de una violación. Esas violaciones las cometen contrabandistas y traficantes, pero también miembros de las milicias o los guardias que las retienen dentro de los centros de detención. También hay contrabandistas o traficantes que dicen a estas mujeres que aunque hayan pagado el dinero para cruzar el mar, en realidad no pueden cruzar hasta que acepten tener relaciones sexuales o ser violada por él.

En su libro, desvela la corrupción y el abandono de los refugiados por parte de organizaciones supuestamente humanitarias como ACNUR.

El año antes de empezar a trabajar en este libro, fui a Sudán, vecino de Libia, y terminé haciendo una investigación sobre las acusaciones de corrupción en el programa de reasentamiento de refugiados de ACNUR. Eso sucedió porque les pregunté a los refugiados sobre qué debería informar y me dijeron que informara sobre la corrupción dentro de este programa porque en Occidente escuchamos que hay espacios disponibles para refugiados vulnerables. Tenemos la idea de que si realmente lo necesitas tal vez te ayuden, pero en Sudán los refugiados no tenían fe en los procesos legales. No sienten que sea un sistema justo o equitativo. Lo que decían era que el personal de ACNUR estaba aceptando sobornos de hasta decenas de miles de dólares para reasentar a familias vulnerables en Occidente. Publiqué esa investigación. Dos días después, ACNUR suspendió temporalmente el reasentamiento en todo el país y llevaron a cabo su propia investigación y encontraron a un miembro del personal culpable de solicitar sobornos y abuso de poder. Después de eso, me empecé a preguntar a quién estoy escuchando y a quién acudo en busca de información, ya que ACNUR tiene un papel muy particular y especial, porque tiene el mandato de velar por los refugiados y protegerlos.

¿Y lo hacían en Libia, por ejemplo?

Allí comencé a darme cuenta de que algunas de las declaraciones públicas que estaban haciendo no se alineaban con lo que los refugiados y los migrantes me decían. Luego, muy al principio, un funcionario de ACNUR me dijo que en realidad no debería creer lo que los refugiados y los migrantes me decían. Para mí eso fue bastante impactante porque estas son las personas que tienen el mandato de hablar en nombre de los refugiados. Serán ellos quienes estarán en la sala con los tomadores de decisiones discutiendo las políticas que deben implementarse. También porque ACNUR recibe financiación de la UE. Eso es un claro conflicto de intereses porque la misma parte de la financiación que la UE envía a África y que financia a la Guardia Costera de Libia que apoya estos retornos a detenciones indefinidas también financia a ACNUR, la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) y varias otras agencias de Naciones Unidas.

Entonces, son varios los actores que someten a la población refugiada a abusos y abandono, como las mafias, la Unión Europea, las autoridades libias, sus milicias o incluso las propias organizaciones humanitarias.

Vivimos una crisis de desigualdad global. Una gran proporción de personas no tienen rutas legales para viajar y huir de la guerra, las dictaduras, la persecución y otros problemas, como el aumento de la pobreza. Huyen de políticos corruptos respaldados por Occidente y de sistemas que no protegen a las personas vulnerables en sus propios países y tratan de llegar a Europa sin otra forma de alcanzarla. Luego, tenemos crueles políticas antiinmigración que se implementan sin una comprensión o consideración adecuada de las consecuencias humanas y los impactos reales que están teniendo en la vida de las personas. Esto no sólo está sucediendo en Libia, sino también a lo largo y ancho de las fronteras de Europa. Ha habido una desconexión entre la política de la UE y el debate político de la UE y lo que eso realmente significa a nivel personal y humano para las personas. Por ejemplo, al escuchar el término "gestión de la migración", ¿cree que eso significa que los niños son encerrados indefinidamente en un centro de detención donde no pueden conseguir suficiente comida?

La gente en Europa parece haberse olvidado de las personas que siguen muriendo en el Mediterráneo.

La gente en Europa piensa que el Mediterráneo es la historia y el Mediterráneo no es la historia. Mis reportajes no se centran en lo que sucede en el mar porque lo que sucede en el mar es una parte muy pequeña del viaje. La gente suele pasar años intentando llegar a Europa antes de llegar al mar y lo que está sucediendo en el mar es, en realidad, un síntoma de problemas mucho más amplios. Pero, por diversas razones, nos hemos alejado de esos problemas más amplios y no estamos prestando plena atención al resto de la historia. Escribí este libro porque quiero que la gente entienda la historia completa.

Informar como periodista sobre las rutas migratorias hacia Europa y los centros de detención de Libia no es fácil. 

No, pero lo más relevante es que las personas que me enviaron información desde Libia estaban arriesgando sus vidas para enviarla y eso no es una exageración. Las personas corrían peligro de muerte por divulgar esta información. A algunas personas les registraron sus teléfonos y les preguntaron sobre mí a medida que mis informes se hacían más conocidos. La dirección del centro de detención sabía que yo estaba publicando y que tenía fuentes en todos los diferentes centros de detención y que eso suponía un gran riesgo. Aunque trabajé para muchos medios diferentes como periodista 'freelance', hubo muchas cosas que no pude hacer públicas por evitar riesgos a las fuentes. Mucha de esa información los deshumanizaba en cierto modo ya que no podía incluir nada que pudiera identificar a mi fuente (edad, aspecto físico, familia, profesión…). Ahora estas personas están en un lugar más seguro y ya no corren peligro inmediato. Por eso quería hacer esto para devolverle esa humanidad a la gente. Pero en ese momento era arriesgado. Estaba muy asustada. Recibí advertencias de la CIA y del MI6 de que mi vida estaba potencialmente en peligro en un momento dado y recibí advertencias de que no fuera al norte de África. También estuve bajo investigación penal durante un año y, aunque no había pruebas de ello, no sabía realmente si podrían arrestarme si intentaba ir a Europa ya que en ese momento vivía en África.

Parece que hemos normalizado la muerte de forma masiva de un determinado grupo de personas. ¿Es este libro un intento de humanizar las cifras?

No diría que ese fue mi objetivo principal porque soy muy consciente de que soy una periodista privilegiada blanca que tiene libertad de movimiento. No quería contar la historia de alguien de una manera que ellos mismos pudieran contarla. No quiero hablar en nombre de nadie, pero pensé que era importante resaltar las diferentes personas que están atrapadas en este sistema, ya que mi objetivo al escribir era documentar las consecuencias de la política europea. Siento que a veces cuando la gente le da la espalda a las grandes cifras de muertes es porque sienten que no están desempeñando un papel en eso y nosotros, como europeos, debemos entender que estamos desempeñando un papel, que nuestra políticas están provocando que sucedan ciertas situaciones o al menos exacerbándolas. Para mí, esta es una historia sobre la supremacía blanca, el papel que están desempeñando los países occidentales y también sobre el racismo.

¿Cómo se explica esta lejanía de la población europea respecto a lo que ocurre en las rutas migratorias?

Creo que existe una desconexión entre la forma en que se hablan de estos temas y el impacto humano real de las políticas. Se está produciendo una deshumanización y estamos contribuyendo a ella con nuestro lenguaje, al usar la palabra migrante en lugar de personas, por ejemplo. Todo el mundo es una persona, todos tenemos esperanzas, sueños y familias que llorarán nuestra muerte si morimos. Esta desconexión es realmente horrible porque permite a la gente mirar hacia otro lado. ¿Por qué decimos que 200 inmigrantes se ahogan en el mar y no 200 personas? ¿Eso permite que una audiencia europea piense que no son personas como nosotros? Si turistas se estuvieran ahogando en el Mediterráneo, los rescataríamos, eso no sería un tema de discusión, pero si los migrantes se ahogan, de repente se convierte en un debate sobre el derecho a la vida y si realmente son dignos de ella y eso es realmente horrible.

El verano pasado, usted escribió en 'The New York Times' que "la migración –y la reacción de Occidente ante ella– es una de las historias definitorias de nuestra época".

Esta no es una historia que va a desaparecer. La gente puede dar la espalda, pero este problema no va a desaparecer, por lo que es mejor que la gente se informe. En mis informes he visto que la UE está gastando enormes cantidades de dinero, miles de millones de euros, para tratar de detener la migración en África y se ha demostrado que al menos una parte de eso está apuntalando a señores de la guerra, dictaduras y sistemas que oprimieron aún más a la gente y potencialmente conducir a una mayor desestabilización, como ya ha ocurrido en Sudán. Gran parte de este pensamiento y gasto funciona a corto plazo, pero sus ramificaciones a largo plazo no se comprenden adecuadamente.