Elecciones en EEUU

Los EEUU de Kamala Harris

Pragmática moderada más que radical progresista, la casi segura candidata demócrata tiene ahora la misión de presentar su propia visión a los estadounidenses

Derechos reproductivos, libertades y democracia son centrales en una agenda que debe volver a la economía y la clase trabajadora y donde la inmigración se plantea como punto débil

Kamala Harris

Kamala Harris

Idoya Noain

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La vicepresidenta Kamala Harris avanza con confianza y paso firme hacia la nominación demócrata para medirse a Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre. Aunque aún quedan potenciales curvas y turbulencias, el camino se despeja y eso hace que se vuelva ya la vista a la agenda política que Harris ofrecería a los ciudadanos para intentar ganar su voto.

Harris no tiene una clara definición ideológica. La exfiscal californiana pasó poco tiempo por el Senado. Su campaña en primarias de 2020 acabó antes de que empezaran las votaciones en Iowa, sin dar demasiado margen para profundizar en su propuesta visión. Y dados sus tres años y medio como número dos de Joe Biden, llegará con una agenda irremediablemente marcada por el trabajo y las prioridades que ha tenido la Administración, forzada a hacer equilibrismos entre la herencia recibida, la necesidad de diferenciarse de Biden y la de presentar su propia visión.

Puntos centrales y debilidades

En un punto central se puede asegurar que estará la defensa de los derechos reproductivos, que ha apoyado a lo largo de toda su carrera. Desde la derogación por parte del Tribunal Supremo de la protección constitucional del derecho al aborto Harris ha sido adalid de esa defensa, y también la más elocuente voz de la Administración para alertar de la regresión.

Puede anticiparse también que seguirá con el testigo de Biden en política exterior y el foco reforzado por sus posturas personales en la defensa de las libertades y derechos civiles y de la democracia. Su fortaleza como fiscal y como mujer puede ser un punto fuerte para medirse a Trump. Pero deberá combinarlo con uno de sus flancos más débiles: la inmigración, un tema que es una preocupación central para los estadounidenses y que explotanlos republicanos, que pueden señalarla después de que Biden le pasara la patata caliente de abordar la crisis en los países de origen.

Harris hasta ahora ha analizado principalmente a través de la lente de mujeres, niños y comunidades de minorías el impacto de las decisiones políticas, y en su esfuerzo y potencial para conectar con jóvenes y con esas parte del electorado está uno de sus activos. Pero se puede esperar también que amplíe esa lente a la clase trabajadora en unas elecciones donde el descontento con la situación económica del país y la inflación son el otro asunto central para los votantes.

Pragmática moderada

La californiana, que en su época de fiscal general en California se ganó un halo de dureza con la gran banca, está muy lejos de ser la radical de izquierdas que retratan los republicanos y puede verse mucho más como una pragmática moderada. Pero sí ha mantenido posturas de centro izquierda o que le sitúan en el ala progresistas, especialmente en lo que se refiere a sanidad, accesibilidad de la vivienda, reforma del sistema penal de justicia, comercio o impuestos y, sobre todo, políticas medioambientales para combatir la emergencia climática.

Antes de llegar a la Casa Blanca Harris apoyó el Green New Deal y apostó por un veto total al fracking, algo que Biden, pese a dejar un legado destacable en políticas climáticas, solo respaldó para tierras federales.

En su época en el Senado además Harris apoyó el establecimiento de un sistema de salud pública universal y gratuito pero moderó la propuesta para la campaña de 2020 y al unirse a la administración de Biden apoyó su plan construido sobre la expansión de Obamacare. Y también mientras estaba en la Cámara Alta se opuso a dos tratados de libre comercio.