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Mayte Carrasco: "Francia ha sido un despertar. El miedo despierta nuestros sentidos"

Mayte Carrasco,  en Juno House, en Barcelona.

Mayte Carrasco, en Juno House, en Barcelona. / Marc Asensio

Marta López

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Tras cubrir una decena de conflictos bélicos como reportera, Mayte Carrasco ha escrito el libro 'Cómo superar el miedo en todas las trincheras de la vida' (Espasa) en el que da a conocer sus experiencias y consejos para enfrentarse a los distintos miedos que hay en la vida. Pero hay mucha gente que piensa que periodistas como ella son gente sin miedo...

-Es mentira. Yo tengo mucho miedo. Es más, creo que hay que tener miedo para cubrir una guerra. En la guerra se pasa muchísimo miedo, pero igual que en la vida. En lo que yo llamo las trincheras de la vida real, también se pasa mucho miedo. Yo antes de llegar a la guerra ya había pasado mucho miedo. Y en realidad he escrito este libro porque pienso que yo ya era experta en superar el miedo antes de llegar a una guerra. La primera parte de este libro habla de los miedos individuales. Y yo hablo también de mi miedo individual al tener que enfrentarme a la muerte cuando tuve un accidente de tráfico con 18 años. Tuve ataques de pánico. El miedo al miedo. En esa época, en los años 80, los 90 había un tabú enorme en torno a las enfermedades mentales. Como mucha gente, tuve que atravesar ese abismo de la enfermedad mental sin ir al psicólogo y de saber tú solo salir de las trampas que te crea la mente. Y lo hice. Muchos de nosotros lo hemos hecho sin ir a la guerra.

-Pero el libro lleva un nombre bélico

 -Le puede un nombre bélico porque ese es mi vocabulario. La metáfora de las trincheras me gustó mucho porque las trincheras nacieron en la primera guerra mundial y las crearon los alemanes para protegerse, porque servían para esconderse y sacar la ametralladora y disparar. Te sentías protegido. Pero poco a poco se convirtieron en trampas porque al final ahí los soldados tenían que convivir con el miedo, porque podía caer un obús y morir en cualquier momento. Se llenaron de ratas, pasaban hambre, pasaban los meses… Generaron enfermedades mentales como el estrés postraumático. Poco a poco eso hizo que las trincheras fueron una trampa. Se creaban trincheras y los soldados no eran capaces de luchar y se quedaban paralizados. Pues bien, esa es la metáfora que yo uso en el libro. Nosotros nos creamos trincheras también para no intentar superar nuestros propios miedos.

-¿Al miedo se le combate y se le vence, o se convive con él?

-No. El miedo se trabaja. Yo me considero una atleta del miedo. Yo creo que el miedo se curra día a día y además no hablamos un miedo. Tienes muchos miedos que afrontar a lo largo de la vida. Y poco a poco hay que enfrentarse a todos. Por ejemplo, en la adolescencia se tienen una serie de miedos que no tienes en la vejez. Me considero una persona que trabaja sus miedos. Y que ese es el secreto: afrontar el miedo y convivir con el miedo o los miedos y hablar con ellos, o sea, no tener miedo al miedo, sentarte, analizar, identificar tus trincheras.

-¿Qué miedos y trincheras tienes identificados?

-Yo creo que el miedo al cambio es el miedo más acuciante en nuestras sociedades. Tenemos muchísimo miedo al cambio, a enfrentarnos a cambiar algo. Las sociedades occidentales llevamos 80 años de paz capitalista. Y eso ha hecho que nuestro instinto de supervivencia esté un poco dormido también, y que no afrontemos los miedos de la misma manera. Vienen retos muy grandes para la humanidad y nosotros hacemos como si no fuera a pasar nada. A mí me ha encantado lo que ha pasado en las elecciones francesas porque parece que es un despertar. Parece que sí, que nos estamos despertando, porque al final el miedo despierta nuestros sentidos.

-¿Hay miedos malos y hay miedos buenos?

 -Sí, los miedos buenos son los del instinto de supervivencia y el que te empuja a reaccionar, ese miedo que te lleva al límite. En esos momentos en que estás en límite es cuando empieza a funcionar todo lo que el miedo trae consigo. El miedo es un mecanismo que viene de fábrica y tiene un funcionamiento claro: primero, sientes la parte física que está en la amígdala, en el sistema límbico que hace que ante una amenaza segregues una serie de hormonas. Es una reacción química en la que sientes que se te cierra el estómago, tu corazón palpita más fuerte, las pupilas se dilatan. Hay incluso un olor que emana del miedo. Esa es la reacción química, pero luego hay otras dos cosas que influyen muchísimo, que son la memoria y las emociones. Y eso ya depende de cada uno de nosotros. ¿Pero qué podemos hacer? Trabajar sobre esos recuerdos, los malos recuerdos que nos dejan paralizados, y sobre las emociones. Un ejemplo que yo pongo en el libro es que en Afganistán hubo un ataque en una casa contra observadores de la ONU. Hubo dos que no salvaron la vida porque se quedaban paralizados de miedo y en una esquina. Hubo unos recuerdos y unas emociones que colapsaron y les impidieron tomar una decisión porque se quedaron paralizados.

 -¿El miedo es contagioso?

- Absolutamente. El miedo es muy contagioso. Hay una parte del libro que va sobre los miedos colectivos y estos son muy contagiosos. Por ejemplo, estamos en una época esencial de la humanidad. Estamos en la tercera revolución, la revolución de la ciencia y la tecnología. Esa revolución es muy importante porque trae consigo cambios que no comprendemos: la inteligencia artificial, el 'blockchain', los robots. El cambio climático también nos provoca miedo, miedo a las migraciones por ejemplo. Y esto se refleja en la política y lo que está pasando con todos los partidos de extrema derecha, que solo hablan de inmigración porque han visto que es un filón claro del miedo a aprovechar.

-¿El miedo a la muerte es el mayor de los miedos?

- La muerte es la última trinchera. Si estamos en una carrera de vallas, esa es la última que hemos de superar. Y es la que más miedo nos produce desde que nacemos. La muerte es algo de lo más incomprensible. Pero esa es gran meta, el llegar a comprender el miedo a la muerte y llegar a sobrellevarlo. El miedo a la muerte es muy grande en la guerra efectivamente. Para mí la guerra es un laboratorio perfecto para analizar el ser humano, y los miedos humanos también. He observado muchas situaciones en las que la gente está cerca de la muerte y también las reacciones y es muy interesante ver como mucha gente se disocia cuando están muy expuestos todo el tiempo. En la guerra de Siria, cerca de Homs, había un sitio donde había un francotirador una calle y toda la gente que vivía allí cuando cruzaba esa calle, corría. Pero cuando llevábamos un mes, la gente ya no corría. Había superado ese miedo, o la trampa de la mente hizo que se disociaran de ese miedo. Porque la mente no puede soportar el dolor del miedo todo el tiempo.

-Y en esas situaciones extremas ¿el miedo da también un chute de adrenalina, que hace que incluso te guste esa situación?

- Está demostrado que químicamente, cuando estás una situación en límite de hambre, tu cerebro se activa para buscar comida. Y cuando tienes miedo, tu cerebro va a 50.000, es un superpoder de pensar.  Si estás centrado y lúcido, puedes actuar de forma muy sabia, de forma muy inteligente. Todos tenemos una inteligencia que se exacerba en un momento de límite de miedo. Pero lo que pasa es que a veces no estás bien de la cabeza y puedes perder el miedo y tener ese enganche a la adrenalina. Me pasó en Gao (Mali), cuando en una calle aparecían milicianos por las calles y yo les grababa tranquilamente. Luego por la noche, pensé: ‘te sientes inmortal, estás fatal’.  Estaba disociada. La memoria me decía que había sobrevivido a cosas peores y que no iba a morir ahí, pero es mentira. Y muchos compañeros que llevan demasiado tiempo haciendo guerras tienen ese problema. Te sientes inmortal porque tienes demasiados recuerdos de haber sobrevivido, pero hay que tener el mismo cuidado. Y cuando sientas que no tienes miedo en la vida, tienes un problema.

-¿Cuál es el mejor antídoto contra el miedo?

-El mejor antídoto es estar preparado para el miedo. Creo que tenemos que estar preparados para la amenaza y aceptar que tenemos que tener miedo.  

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