Campaña electoral en EEUU

Biden se enroca rabioso y frustrado por la "traición"

El presidente y candidato demócrata sigue sin ceder a la presión para abandonar y está especialmente airado y resentido con Nancy Pelosi y Barack Obama

Una imagen crítica de Biden y Harris durante la convención republicana de Milwaukee en la que se lee: "los ingresos de EEUU caen por tercer año consecutivo"

Una imagen crítica de Biden y Harris durante la convención republicana de Milwaukee en la que se lee: "los ingresos de EEUU caen por tercer año consecutivo" / AL DRAGO / BLOOMBERG

Idoya Noain

Idoya Noain

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sigue enrocado en su empeño por ser el candidato demócrata para medirse en las elecciones de noviembre de nuevo a Donald Trump. Lo hace sumido en un intenso tira y afloja con líderes y miembros de su partido que no dejan de elevar la presión para que el líder de 81 años, sumido en una aguda y extrema crisis de confianza desde el desastroso debate del 27 de junio, de un paso al lado. 

Biden se atrinchera convencido en sus propias capacidades para ganar, como ya hizo en 2020, al expresidente republicano. Cree que esta vez, como tantas otras en su larga carrera política de cinco décadas, se le minusvalora. Y persiste también con rabia, frustración y resentimiento por lo que considera la traición de poderosos demócratas, especialmente la expresidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, y el expresidente Barack Obama.

El tira y afloja está resultando demoledor para el Partido Demócrata, una “pesadilla” inimaginable hace solo un mes, según han admitido fuentes de la formación a ‘The Washington Post’. La sensación de debacle se intensifica, además, en contraste con la situación de los republicanos. Trump, que ya antes del debate estaba por delante de Biden en las encuestas, sobrevivió el sábado pasado un intento de asesinato, un acontecimiento extraordinario que ha reforzado su imagen, y no solo entre los suyos. En la convención republicana celebrada esta semana pasada en Milwaukee ha sido entronizado como rey y dios absoluto de un partido unido donde todo avanza con un orden, disciplina y organización que hoy sin duda son la envidia de los demócratas. Y este sábado ofrecía en Grand Rapids (Michigan) su primer mitin tras el atentado con su flamante candidato a vicepresidente, J. D. Vance. 

Aunque mientras se desarrollaba la convención republicana fuentes anónimas cercanas a Biden y su círculo aseguraron que el presidente estaba más “receptivo” a escuchar los argumentos que recomiendan que abandone, a estudiar las encuestas que desdibujan un camino a la victoria en noviembre y que además señalan al escenario de una conquista republicana de todo el Congreso, el mensaje oficial de su campaña y de la Casa Blanca y del propio Biden niega la veracidad de esas filtraciones.

En la agenda de la semana que viene Biden ya empieza a planificar el retorno a los actos de campaña en Georgia y Texas. Y también esta semana que ecomienza debe encontrarse en la Casa Blanca con el primer ministro de Israel, Binyamín Netanyahu, que el miércoles ha sido invitado por los republicanos a dar un discurso al pleno del Congreso.

Maquinaciones

La información que llega desde la residencia veraniega de Biden en Rehoboth Beach (Delaware), donde desde el miércoles se ha tenido que aislar tras un contagio de covid, es la de un líder cada vez más resentido por lo que ve como una campaña orquestada en su contra. Su ira es especialmente intensa hacia Pelosi, una figura que ha sido fundamental para que lograra sus triunfos legislativos en estos tres años y medio de mandato y a la que ahora ve como principal instigadora de la rebelión en su contra. Ya públicamente casi cuatro decenas de representantes y senadores le han pedido que abandone. 

Pelosi públicamente no ha instado a Biden a abandonar, pero en privado le ha dicho que no ve camino. Y ante colegas ha expresado que apoyaría una convención abierta “competitiva”. La irritación de Biden es también especial con Obama, según fuentes cercanas al mandatario que citaba desde el anonimato este sábado ‘The New York Times’. Obama fue quien le escogió como vicepresidente en 2008, estuvo a su lado en 2020 y en esta campaña y justo tras el debate defendió públicamente que Biden había tenido solo “una mala noche”.

Aunque el expresidente desde entonces públicamente ha guardado silencio conforme la crisis se agudizaba, se han filtrado comentarios que ha hecho a aliados mostrando temor por el impacto de la permanencia de Biden como candidato. Y para el actual mandatario es Obama quien está moviendo los hilos de lo que considera las maquinaciones para echarle. Obama guarda silencio en público, pero son antiguos asesores más cercanos, como David Axelrod, quienes han alzado más la voz pidiéndole abandonar.  

Esos sentimientos de Biden hacia Obama enrarecen una relación que, pese a la amistad que trabaron en los ocho años compartidos en la Casa Blanca, ya era complicada. Porque quienes conocen a Biden aseguran que tiene una espina clavada desde 2016, cuando Obama y ese círculo más cercano contribuyeron a que él abandonara cualquier aspiración presidencial (que él mismo dudaba si perseguir aquel año tras la muerte de su hijo Beau) para despejar el camino a Hillary Clinton

‘Juego de Tronos’

Biden no está solo en su enfado. Fuentes de ‘The Washington Post' aseguran que también en la familia de Biden y especialmente en su esposa y confidente, Jill, y su hijo Hunter, hay rabia profunda por lo que está sucediendo. Están convencidos de que podría haberse superado la crisis abierta por el debate (que multiplicó exponencialmente dudas y preocupaciones que desde hacía meses expresaban los votantes) si muchos demócratas no hubieran empezado a unir fuerzas contra él. Según el rotativo, ven lo que está pasando como “una guerra estilo ‘Juego de Tronos’ entre varias facciones del partido”.

Suscríbete para seguir leyendo