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Ursula von der Leyen, el europeísmo en su versión más alemana

Von der Leyen cierra su campaña clamando por una "amplia alianza" entre demócratas y con guiños al centroizquierda

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras ser reelegida para el cargo.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras ser reelegida para el cargo. / FREDERICK FLORIN / AFP

Gemma Casadevall

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Ursula von der Leyen es la única figura destacada de la Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido de su vida, que aún menciona a Angela Merkel en sus discursos. Hay ahí una especie de tributo de lealtad a su antecesora en el título oficioso de "mujer más poderosa de Europa". La ahora excanciller y exlíder de la CDU le confió en sus 16 años en el poder un ministerio tras otro, el último de los cuales fue Defensa. De ahí saltó Von der Leyen en 2019 a la presidencia de la Comisión Europea (CE).

El bloque conservador alemán ha dejado atrás el centrismo que representó Merkel para dar un giro a la derecha. De la excanciller y mentora aprendió Von der Leyen a buscar consensos al filo de lo imposible. Ahora se la reconoce como la única superviviente del "sistema Merkel", al que la CDU y su hermanada Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera han dado por enterrado.

La adscripción de Von der Leyen a la CDU le viene por vía familiar. Nació en la región de Bruselas en 1958, donde vivía por entonces su padre Ernst Albrecht, antes de convertirse en primer ministro del 'land' de Baja Sajonia entre 1976-1990 y barón regional conservador. Debe el apellido con el que se la conoce a Heiko von der Leyen, médico e industrial con quien se casó en 1986 y con quien ha tenido siete hijos. La menor de ellos, Gracia, tenía seis años cuando asumió el primero de los ministerios que le asignó Merkel, el de la Familia, en 2005. Le siguieron en las sucesivas legislaturas los de Trabajo y finalmente Defensa.

Conciliación

Que lograra conciliar la vida familiar con la carrera tiene que ver obviamente con las "facilidades" derivadas de pertenecer a una elite política y a un hogar de altos ingresos. Pero también a su capacidad por "hacerse ver", algo que aprendió de niña, siendo la menor entre cinco hermanos varones. "Röschen", "capullito", era el apodo familiar para esa niñita ágil, menuda, rubia, apasionada de la equitación, disciplinada, meticulosa y obsesivamente organizada. Muchos de esos atributos siguen vigentes en esa mujer que suele aludir, cuando se tercia, a su condición de madre de siete hijos y abuela de dos nietos.

Todo en Von der Leyen tiene un punto prodigioso y, a la vez, algo de trampa. Sus ascensos han estado salpicados por escándalos que la han situado al borde del hundimiento. Los más graves se produjeron siendo ministra de Defensa. Por entonces se la consideraba aún la favorita para suceder a Merkel. Pero las sospechas de plagio en su doctorado en Medicina, finalmente atribuidos a "errores", no a una intencionalidad, dejaron algún lamparón en su imagen. Peores fueron las investigaciones contra ella por irregularidades y favoritismo en la contratación de asesores en Defensa.

Cuando parecía que su carrera iba cuesta abajo, se convirtió en la fórmula de compromiso --o consenso-- del eje franco-alemán para la presidencia de la CE. El presidente Emmanuel Macron había bloqueado al candidato de los populares europeos, el bávaro Manfred Weber. En su lugar surgió el nombre de Von der Leyen, que formalmente no partió de Berlín, sino de París, de modo que no se interpretaba como imposición alemana.

Escándalos y críticas

Sufrió hasta lograr su primera elección en la Eurocámara. La superó erigida en la "personificación del europeísmo", en tanto que nacida en la "capital comunitaria", Bruselas, aunque de nacionalidad alemana, y políglota --además del alemán nativo, domina el inglés y el francés, se defiende en español y en italiano--.

Su primer mandato en la CE estuvo, de nuevo, salpicado de escándalos y críticas. Tardó en dar respuestas sólidas a una Europa acosada sanitaria y económicamente por el covid. A ello siguieron sospechas de favoritismo en la adquisición comunitaria de las vacunas. Con la invasión de Ucrania sí dio una inmediata respuesta a favor de Kiev, hasta convertirse en el puntal europeo del presidente Volodímir Zelenski. Topó con el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, al atribuirse competencias en política exterior y de defensa que no le corresponden.

Pero nada ha pesado tanto en contra suya en su afán por asegurarse la reelección en la CE como el acercamiento a la ultraderechista italiana, Giorgia Meloni, en busca de apoyos. Levantó ampollas entre los socialdemócratas y socialistas europeos, la otra gran familia política comunitaria de cuyo apoyo no podía prescindir. Pero también estaba claro que el canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, acabaria respaldándola en la negociación de los cargos comunitarios. Habría sido una torpeza imperdonable, desde la perspectiva alemana, bloquear a una compatriota para el puesto dominante del bloque comunitario.

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