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António Costa: el "socialista de los imposibles" al frente del Consejo Europeo

António Costa, un socialista de largo recorrido

La aprobación de los presupuestos marca el fin de la 'geringonça' en Portugal

La 'geringonça' , el invento portugués que sí ha funcionado

Antonio Costa, en una imagen de archivo

Antonio Costa, en una imagen de archivo / REUTERS/Juan Medina

Montse Martínez

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El portugués António Luís Santos da Costa (Lisboa, 1961) sabe disfrutar los buenos momentos y capear los malos, que los ha tenido, con un especial talento para el pacto. Saborea ahora las mieles del éxito y el reconocimiento que conlleva presidir el Consejo Europeo, uno de los 'top jobs' del complejo entramado de la Unión Europea (UE). Todo un logro teniendo en cuenta que hace menos de un año dimitía como primer ministro de Portugal por acusaciones de tráfico de influencias, corrupción y prevaricación en proyectos energéticos. Su exoneración judicial fue tan clara que el tropiezo no ha dado al traste con la bendición de la familia europea.

Jurista de formación, fue secretario general del Partido Socialista portugués durante casi una década, hasta el 2 de abril de 2024. Hijo de un escritor comunista originario de la excolonia lusa de Goa (India) y de una periodista, bebió la política en casa y ya pegaba carteles de la formación a los 14 años. Figuras clave del socialismo portugués como Mario Soares fueron sus padrinos.

Alcalde de Lisboa entre 2007 y 2015, su proyección internacional se disparó como artífice de la 'Geringonza', el pacto de izquierdas suscrito por el Partido Socialista, el Bloque de Izquierdas y el Partido Comunista que tumbó en una moción de censura al conservador Pedro Passos Coelho, ganador de las elecciones legislativas de 2015. Tan solo 11 días permaneció en el poder antes de que Costa, negociador discreto y perseverante, forjara un pacto de izquierdas por el que, inicialmente, nadie apostaba.

La 'chapuza'

No en vano fue bautizado como la 'Geringonza' --'chapuza', aparato que no funciona-- por el exvicepresidente conservador Paulo Portas, desalojado del poder por la moción de censura. Espejo para el socialismo europeo, aquel pacto contra pronóstico --anhelado por mandatarios como el presidente español Pedro Sánchez-- le granjeó el epíteto de "el socialista de los imposibles".

Pero la 'chapuza' no fue tal y, lejos de ser efímera, mantuvo en el poder a Costa cuatro años. En 2019, sin embargo, se oficializó el divorcio con sus socios y gobernó en solitario negociando ley a ley. Al no lograr sacar adelante los presupuestos para 2022, convocó elecciones, que, de forma inesperada, se convirtieron en históricas por su victoria por mayoría absoluta.

Sombras de corrupción

Nada podía, aparentemente, dinamitar la tranquilidad del momento hasta que el 7 de noviembre de 2023 se le notificó que era investigado por presunta prevaricación, corrupción y tráfico de influencias en relación a negocios de litio e hidrógeno. Sin dilación, el mismo día en el que tuvo noticia de la apertura de un proceso judicial, anunciaba su renuncia al presidente Rebelo de Sousa.

La Fiscalía aseguró tener indicios de irregularidades en las concesiones de explotación de litio en las minas de Romano y Barroso, en el norte del país, además de un proyecto de una central de producción de energía a partir de hidrógeno y otro para la construcción de un centro de datos, ambos en Sines. Según el ministerio público, había indicios de que el Gobierno portugués había favorecido a empresas integrantes de un consorcio para construir un proyecto industrial de hidrógeno verde.

La bautizada como 'Operación Influencer', sin embargo, perdió rápidamente fuelle por el tribunal donde los primeros detenidos presentaron recurso a sus órdenes de detención. Los magistrados, en sus escritos, esparcieron críticas hacia el trabajo de los fiscales que, en algunos de los casos, llega a ser tachado de "inepto". Pero el Gobierno ya había caído aunque Costa, como se ha visto, nunca llegó a perder sus sólidos apoyos en Bruselas.

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