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Carlos Celdrán: 'Cuba es hoy una función de teatro del absurdo"

El dramaturgo y Premio Nacional de Teatro cubano reconoce que necesitó huir de la isla hace tres años para escapar "a aquel ambiente tóxico e irrespirable"

El nuevo exilio cubano en España

Carlos Celdrán, dramaturgo cubano exiliado en España

Carlos Celdrán, dramaturgo cubano exiliado en España / JOSÉ LUIS ROCA

Juan Fernández

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A estas alturas de su vida y su carrera, convertirse en emigrante no entraba en los planes de Carlos Celdrán, prestigioso dramaturgo cubano, Premio Nacional de Teatro y autor de infinidad de obras estrenadas con gran éxito en su país y en escenarios de todo el mundo. Y no es por falta de motivos. “Los cubanos estamos acostumbrados sacar adelante nuestro trabajo entre grandes dificultades”, dice a cuento de las diversas crisis que padeció la isla en el pasado, y en las que estuvo tentado con marcharse para seguir desarrollando su obra fuera. Pero no lo hizo. “El teatro tiene para mí un sentido didáctico y creí que debía quedarme, que tenía una misión que cumplir con mis paisanos”, alega el director del grupo teatral cubano Argos.

Sin embargo, esta vez fue diferente. “Tras la pandemia, la crisis económica se agudizó mucho, y luego llegó el 11 de julio. El pueblo salió a la calle y su voz debió ser escuchada, pero el gobierno respondió con represión. Es un error, porque ese pueblo es el que sacó adelante el país en otras crisis, y ahora ese pacto se ha roto. La respuesta del gobierno fue injusta y desconcertante”, explica.

Aquella situación se volvió para el dramaturgo “tóxica e irrespirable”, y necesitó abandonar la isla. “Me fui a los pocos meses de las movilizaciones para respirar y tomar distancia, no para emigrar, pero han pasado tres años y sigo en Madrid. Añoro lo que dejé allí, mi teatro, mis actores, mi gente, pero incluso eso ha cambiado, porque son muchos los que han huido de Cuba en estos tres años”, señala.

Carlos Celdrán, dramaturgo cubano exiliado en España

Carlos Celdrán, dramaturgo cubano exiliado en España / JOSÉ LUIS ROCA

Actualmente da clase de teatro en una universidad madrileña, ha representado varias obras en diversos escenarios españoles y está a punto de poner en marcha una función en Miami. “No me ha ido mal, estoy descubriendo nuevas formas de crear y trabajar, pero yo no me fui por gusto de mi país. Me fui por cansancio. Necesité poner en pausa Cuba en mi vida”, advierte.

Hijo y nieto de españoles, tiene doble nacionalidad, puede volver cuando quiera y tiene claro que acabará sus días en Cuba, pero hoy, a sus 60 años, no tiene la cabeza en el regreso. Antes, desearía ver a su país resolviendo sus problemas, y ese escenario lo vislumbra lejano. “Cuba es hoy una función de teatro del absurdo: todos saben que aquello no funciona y lo que habría que hacer para que funcionara, pero no se hace porque los de arriba no quieren. No se puede gobernar un país contra el pueblo, ni tiene sentido mantener planteamientos que han sido superados por la realidad de los hechos”, claudica.

Como él, sabe que son muchos los cubanos que han abandonado la isla, una diáspora cubana extendida por España, Estados Unidos y Latinoamérica, formada en muchas ocasiones por figuras de gran talento del mundo de la cultura, hacia los que confiesa tener sentimientos de complicidad, y también de preocupación. “Ojalá puedan mantener ese sello cubano en sus creaciones, aunque no es fácil, porque emigrar es duro y te debes al lugar al que llegas. Temo que ese estilo cubano se diluya. Lo que más me entristece es pensar en lo vacía que se ha quedado Cuba. Se fueron los artistas, los creadores, los jóvenes, la gente con talento que tiene que levantar el país, y eso no dice nada bueno de cara al futuro”, advierte.