Elecciones EEUU 2024

¿Quién será el candidato a vicepresidente de Trump? Tres favoritos en una decisión relevante para el futuro republicano

Los senadores J.D. Vance y Marco Rubio y el gobernador Doug Burgum son, por el momento, los nombres con más opciones

El Supremo de EEUU da parcialmente la razón a Trump sobre la inmunidad

Donald Trump, durante un mitin en Doral, Florida, este martes.

Donald Trump, durante un mitin en Doral, Florida, este martes. / BRIAN SNYDER / REUTERS

Idoya Noain

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Donald Trump ha convertido la selección de quién le acompañará en las papeletas de noviembre como candidato republicano a vicepresidente en uno de sus habituales espectáculos, con ecos de sus días en 'The Apprentice', su 'reality show'. Da alas a la especulación y juega al despiste, mantiene el suspense... Pero también espera a ver a cómo evoluciona la aguda crisis de confianza en que está sumido el que, de momento, es su rival en noviembre, Joe Biden, cuya candidatura está cuestionada y en la cuerda floja por las dudas sobre sus capacidades a los 81 años.

Trump ha dicho que le gustaría presentar a su elegido en la convención republicana que arranca el lunes en Milwaukee (Wisconsin). Pero puede que vea la oportunidad de sacar más partido a hacer el anuncio antes, quizá el sábado en un acto electoral en Pensilvania o en cualquier momento en Truth Social, su red social.

Su decisión podría verse afectada por qué sucede con Biden y con la actual vicepresidenta demócrata, Kamala Harris, pero de momento la lista de los tres finalistas la domina el senador de Ohio J.D. Vance, para muchos el favorito, más aún dado que Trump está cada vez más confiado en que logrará una victoria arrolladora si Biden logra sobrevivir como candidato. Pero en la ecuación también entran el senador de Florida Marco Rubio y el gobernador de Dakota del Norte Doug Burgum. Y hay al menos otros cinco nombres que Trump ha instado a su campaña a seguir sugiriendo como 'vicepresidenciables', y aunque pocos les ven opciones reales un cambio en el ticket rival podría cambiar las cosas.

Tormenta tras el debate

En otras circunstancias Trump posiblemente ya habría hecho su anuncio, buscando la cobertura mediática que tan bien sabe explotar. Pero desde que su debate el 27 de junio con Biden abrió la tormenta sobre el estado físico y mental del presidente y desató la conversación sobre un posible relevo, elevando la atención a la vicepresidenta Harris, el republicano ha tenido escaso incentivo para quitar el foco de esa guerra intestina, que ve dañina para su rival en particular y para los demócratas en general.

Solo tras 12 días de silencio casi total, el lunes empezó a alimentar de nuevo la expectación sobre su selección de número dos en una entrevista en Fox News. Lo hizo también el martes en un acto electoral en Florida, donde le acompañó Rubio y donde, junto a los ataques a Biden, prestó a Harris mucha más atención de lo que acostumbraba en sus mítines.

Puede ser extremadamente relevante quién sea el número 2 de Trump, que tiene 78 años y tras haber pasado ya por la presidencia está limitado a solo cuatro años más en el cargo. En un Partido Republicano que él domina de forma absoluta e indiscutible y con una base entregada devotamente, con un culto a su persona sin parangón en la política estadounidense reciente, con su elección podría estar marcando su apuesta para la línea sucesoria en el partido (además de a quien tendría que relevarle si le pasara algo mientras ocupa el Despacho Oval).

La sucesión y Vance

En esa idea de que Trump estará dando forma al futuro del partido nadie parece mejor situado para ser su elegido que Vance, y no solo por su edad (cumplirá 40 años en agosto). Este antiguo marine y graduado de Yale saltó a la fama nacional por su libro 'Elegía Hillbilly', una obra luego convertida en película que bebía de sus propias experiencias como un niño de origen humilde y madre con problemas de adicción de los Apalaches. Inicialmente fue percibida como vital para abril los ojos sobre realidades de la población blanca rural que se sentía abandonada y conectó con Trump para llevarle a la victoria en 2016.

Por entonces Vance era tremendamente escéptico de Trump y de su agenda. Escribió que no estaba capacitado para el cargo, aseguró que parte del apoyo que lograba se basaba en "racismo y xenofobia" y llegó a decir que a veces pensaba que era "el Hitler estadounidense". A lo largo de la presidencia del republicano, no obstante, Vance empezó a defender su mandato y a alinearse con lo que veía como "una oferta sustantivamente muy diferente en política exterior, comercio e inmigración". En 2020 le votó. Y después de ganar en las legislativas de 2022 su escaño, en buena parte gracias al apoyo de Trump, se volvió uno de sus más importantes aliados en el Senado. Hoy hay poco escuderos más leales en el Congreso o efectivo en los medios de comunicación y Vance está ideológicamente alineado a la perfección con Trump.

El senador, amigo personal de Donald Trump Jr, ha dado las imprescindibles muestras de lealtad al expresidente y candidato, participando en actos de campaña, mítines o siendo uno de los muchos que peregrinaron a Nueva York para mostrar públicamente su apoyo durante el juicio en que Trump acabó condenado por 34 cargos penales y convertido en criminal convicto.

Los críticos señalan a su falta de experiencia política, con menos de dos años en el Senado, pero para Trump, que llegó a la presidencia sin ninguna, ese puede ser un elemento menor. Con su confianza creciente en que ganará cómodamente a Biden, nada le impediría apostar por otro agitador conservador a su más puro estilo, sin miedo a no atraer con ello a moderados o independientes. Podría primar su sintonía personal sobre los potenciales beneficios políticos. Y Vance en un momento clave podría hacer lo que se negó a hacer Mike Pence el día del asalto al Capitolio: seguir antes las instrucciones de Trump que sus obligaciones constitucionales.

Rubio y las minorías

La opción de Rubio ganaría enteros si Trump no estuviera tan confiado en esa victoria arrolladora en noviembre a la que están señalando cada vez más las encuestas. Con sus raíces cubanas, podría ayudarle a reforzar los avances que está consiguiendo entre votantes latinos y de otras minorías.

Rubio es además un político con influencia en la parte del Partido Republicano que mantiene ciertos ecos del antiguo aparato. Como principal republicano en el comité de Inteligencia del Senado también tiene peso en cuestiones de seguridad nacional y política exterior. Y ha dado muestras de su alineamiento cada vez más completo con Trump, como cuando en abril votó en contra de dar más ayuda militar a Ucrania.

Como en el caso de Vance, sus declaraciones críticas hacia Trump han quedado, supuestamente, como cosas del pasado. En el caso de Rubio, no obstante, la acritud fue mucho más personal y cuando se enfrentaron en las primarias de 2016 el "pequeño Marco", como le denostaba Trump, no solo le llamó "artista del engaño": osó hacer insinuaciones sobre el reducido tamaño de una parte de la anatomía de Trump.

Rubio suma otra desventaja. La Enmienda 12 de la Constitución estadounidense impide que en las papeletas se pueda votar a un presidente y vicepresidente que residan en el mismo estado, lo que obligaría a Rubio a una mudanza a la par que sigue representando a Florida en el Senado.

Burgum, la experiencia ejecutiva

El tercer candidato es el gobernador de Dakota del Norte, actualmente en su segundo mandato. Burgum se midió a Trump este año en las primarias pero abandonó tras los caucus de Iowa y se entregó activa y visiblemente al respaldo al expresidente, al que también mostró en persona su apoyo durante el juicio en Nueva York.

Burgum aportaría experiencia ejecutiva y, con una gran fortuna creada como emprendedor en el sector de la tecnología y conexiones a élites económicas, podría ser un puente a grandes donantes e impulsar la financiación de una campaña que se anticipa que volverá a batir récords y convertirse en la más cara de la historia. A Trump le gusta personalmente, además, su historia de un hombre hecho a sí mismo y, quizá por contraste con él mismo, su semblante sosegado.

Lo que resta opciones a Burgum es que nadie tiene muy claro qué aporta a la candidatura. Es relativamente desconocido en el país y no parece llamado a ampliar el potencial electorado. Y su postura radical sobre el aborto (firmó en Dakota del Norte una de las leyes de veto más extremo que lo prohíbe después de seis semanas de gestación y no contempla excepciones) no ayudaría en un año donde la regresión de los derechos reproductivos puede inclinar a votantes moderados hacia los demócratas.

Un buen resumen de la situación lo ha realizado el estratega republicano Bradd Todd: "Burgum es la elección si te preocupa gobernar, Vance es el candidato si piensas que vas a ganar de todos modos e intentas dar forma al partido para el futuro, Rubio es el candidato que eliges si están preocupado sobre la victoria en las elecciones". A día de hoy, en esa disyuntiva, mirando las encuestas y conociendo a Trump, su selección apunta a Ohio.

Posibles golpes de efecto

Siempre cabe, en cualquier caso, la opción de que Trump dé una sorpresa o un golpe de efecto, más si el partido demócrata acaba con Harris como nominada. Podría elegir a Elise Stefanik, congresista de Nueva York y tercera de los republicanos en la Cámara Baja. Es la única mujer en su radar a estas alturas y podría servir de cierto revulsivo para tratar de recuperar a parte de las votantes de los suburbios que se han ido alejando del presidente.

Trump podría optar por seleccionar a Tim Scott, otro de sus rivales de primarias transformado inmediatamente tras retirarse en Iowa en escudero leal. Con un escaño por Carolina del Sur, Scott es el único senador republicano negro y, como Rubio con los latinos, podría ayudar a consolidar los avances de Trump entre ese electorado que históricamente ha sido fundamental para los demócratas. Ese factor se elevaría aún más con Kamala Harris como nominada demócrata.

El discurso de Scott se apoya a menudo en la religión, un punto fuerte para la candidatura republicana, pero más dudoso es cómo cuadraría su mensaje optimista con el mensaje apocalíptico de Trump.

La lista de potenciales candidatos que la campaña ha sometido a examen la completan el congresista de Florida Byron Donals, el senador de Arkansas Tom Cotton y Ben Carson, que fue secretario de Vivienda en la primera Administración Trump. Y aunque hay quien le sugiere que elija al gobernador de Virginia, Glenn Youngkin, un donante resumió el principal punto débil de esa opción: "no es MAGA", las siglas en inglés del movimiento Hacer América Grande de Nuevo.

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