Transporte insalubre

Un escándalo alimentario por el aceite de cocinar sacude China

El escándalo de la leche contaminada sume al sector lácteo chino en el caos

Aceite de cocinar en un supermercado de Pekín.

Aceite de cocinar en un supermercado de Pekín. / Ng Han Guan / AP

Adrián Foncillas

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China ha regresado esta semana a un pasado bochornoso. Tan indignados como estupefactos están los chinos tras enterarse de que el aceite para cocinar ha sido sistemáticamente transportado en condiciones insalubres y peligrosas. La seguridad alimentaria es uno de los mayores logros del país de las últimas décadas y este escándalo por capítulos ha postrado a la población en el diván.

Las revelaciones llegaron en el diario estatal 'Beijing News'. Sus reporteros siguieron a un camión cargado de combustible desde Ningxia, en la punta occidental, hasta Hebei, en la oriental. El camionero confiesa que no puede regresar de vacío y llena sus cisternas de aceite de soja sin el aconsejable trámite del lavado.

El medio apostilla que la práctica es “un secreto a voces” en la industria. Han sido ya señalados el gigante estatal Sinograin y el conglomerado privado Hopefull Grain. Se desconoce a qué supermercados llegó ese aceite pero es palpable la aversión de los consumidores frente a las estanterías. Algunas de las marcas señaladas han desaparecido de las plataformas de venta online.

Ausencia de inspecciones

En el ojo del huracán está el competitivo sector transportista que, con beneficios exiguos en un contexto de desaceleración económica, considera excesivos los 50 euros que cuesta limpiar una cisterna. La pulsión por recortar gastos se ha confabulado con la olímpica ausencia de las inspecciones exigidas por la ley.

El asunto monopoliza las redes sociales y la prensa. Ese aceite puede causar vómitos, náuseas y diarrea e incluso daños serios en el hígado y riñones, ha alertado un experto en un medio oficial. La prensa evita los paños calientes. La televisión pública habla de “envenenamiento” y de “desprecio absoluto por la vida y salud del consumidor”.

El Diario del 'Pueblo', principal altavoz del Gobierno, exigió mano dura a los reguladores y descartó el "derecho al silencio" en cuestiones de salud pública. Lo único rescatable del asunto, apuntan los internautas, es esa nueva vena fiscalizadora de la prensa china que la acerca a la occidental. No fueron las autoridades sino el 'Beijing News', un diario con la sana costumbre de explorar los límites, el que destapó el escándalo.

Investigación

A la cabeza de la campaña se ha colocado Pekín, apenas unos días antes del tercer plenario del partido, y con la exigencia de convencer a sus ciudadanos de que cuida de ellos. EL Gobierno más paternalista del mundo ha prometido investigaciones pormenorizadas y castigos inclementes. La seguridad alimentaria es una de sus políticas capitales. El presidente, Xi Jinping, aclaró en uno de sus primeros discursos que garantizarla era "una prueba relevante" de la eficacia gubernamental. Sin ella, remachó, sus capacidades "quedarían en entredicho".

Xi heredó un partido en dificultades serias. No son los derechos humanos los que desvelan a los chinos, por más que se empeñe la prensa occidental, sino asuntos más prosaicos como la contaminación, la corrupción, los altos precios de la vivienda y la seguridad alimentaria. Y a ninguno de ellos había dado respuestas el partido en los últimos años. La problemática era compleja en la última: faltaba seguridad, higiene y honradez.

Antibióticos cancerígenos

Apenas una década atrás no confiaban los consumidores en ningún producto porque los escándalos los habían cubierto a todos: pescado con antibióticos cancerígenos, huevos con tinte industrial, sandías que estallaban por el exceso de químicos, licor falso que dejó ciegos y muertos, pollo que pasaba por vaca…

Normalmente los padecían las capas bajas, por la misma razón que el aceite de colza no mató a ricos en España, pero algunas excepciones democráticas también castigaron a la mimada clase media. En las vísperas olímpicas de 2008 quedó colmado el vaso: la leche contaminada con melanina mató a seis niños y enfermó a 300.000. Aquello persiste en la psique china. Muchos aún viajan a Hong Kong para aprovisionarse de leche infantil o piden a los extranjeros algún paquete cuando regresan a China.

Un año después aprobó Pekín su Ley Alimentaria y miles de regulaciones para ordenar aquella jungla. Parecía China a salvo de sobresaltos serios hasta que los reporteros del 'Beijing News' siguieron la semana pasada a un camionero.