Unión Europea

Italia, Polonia y Hungría, en el punto de mira por la represión a la prensa

El retroceso de la libertad de prensa bajo el mandato de Meloni y la deriva autoritaria de Orbán preocupan a los eurodiputados a la hora aplicar la nueva ley de libertad de prensa

Europa arrancará el curso político con una nueva ley para blindar la libertad de prensa

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, recibe en Roma al presidente de Hungría, Viktor Orbán

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, recibe en Roma al presidente de Hungría, Viktor Orbán / Reuters

Irene Benedicto

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Los Veintisiete deberán aplicar por igual la nueva ley europea de libertad de prensa, pero algunos Estados miembro van a tener que hacer más trabajo para ponerse al nivel que los actuales estándares exigen. Italia, tercera economía de la UE, es también uno de los ejemplos más alarmantes. Los recientes "retrocesos" en la libertad de prensa desde la llegada al poder de Giorgia Meloni han sido "una barbaridad", señala la eurodiputada catalana Diana Riba. 

Además, Hungría y Polonia son los países con peor salud mediática por tener a su espalda décadas en las que "se ha destruido la pluralidad informativa", añade Riba, de Esquerra Republicana, y que ha trabajado en esta ley durante meses en un esfuerzo multipartidista para sacar adelante una regulación histórica. Sabine Verheyen, eurodiputada alemana del Partido Popular Europeo y principal impulsora, está de acuerdo en que estos países tienen "estructuras problemáticas" y por tanto "deberán implementar mayores cambios".

Italia: la RAI contra Meloni

"Es un escándalo para nosotros", se lamenta Benedetta, periodista italiana que trabaja en los medios públicos y que prefiere no revelar su apellido por temor a represalias como las que tuvo su compañera Serena Bortone, a quien le abrieron un procedimiento disciplinario por su participación en las protestas. Los trabajadores públicos denuncian que tienen que negociar cada palabra en las crónicas con los funcionarios estatales para sortear esta nueva oleada de censura.

"Es la primera vez que un político es tan intrusivo con los medios públicos", explica Benedetta, aunque admite que no es algo nuevo. "Berlusconi fue más discreto, Meloni ha ido más allá", añade. El antiguo presidente, Silvio Berlusconi, además de ser el propietario del grupo televisivo privado Mediaset, rescindió los contratos de medios públicos con comediantes que hacían críticas ácidas a su gobierno. Sin embargo, con la llegada de los Hermanos de Italia de Meloni, la represión se ha recrudecido. La influencia política está muy presente también a nivel regional, donde las autoridades ejercen una estrecha supervisión al periodista local.

Hungría: la deriva de Orbán

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, calificado de "depredador de la libertad de prensa" por Reporteros Sin Fronteras, ha construido una suerte de imperio mediático sometido a las órdenes de su partido. Desde que regresó al poder en 2010, convirtió la radiotelevisión pública en un aparato de propaganda. Varios medios privados fueron absorbidos, silenciados o comprados por oligarcas estrechamente vinculados al partido gobernante, el Fidesz, que ya controla el 80% del sector mediático. Más de 500 medios de comunicación nacionales y locales quedan bajo el paraguas de la Fundación KESMA, al servicio del Gobierno.

"En Hungría hace muchos años que se ha ido destruyendo toda pluralidad informativa", explica Riba. Los organismos reguladores, bajo el control total del partido gobernante, se han eximido de su responsabilidad de hacer frente a la concentración de la propiedad de los medios de comunicación privados y al control de los medios públicos por parte de Fidesz alegando falta de jurisdicción. La última gran emisora de radio independiente, Klubradio, fue prohibida en 2021.

Polonia: después de la ultraderecha

Polonia todavía se resiente de los ocho años de gobierno del partido de extrema derecha Ley y Justicia (PiS) que convirtió los medios de comunicación públicos en herramientas de propaganda. También ejerció fuertes presiones sobre los medios privados, como con la adquisición de la red de periódicos locales PolskaPress a través de la empresa petrolera Orlen, de la que el Estado es el principal accionista.  

Sin embargo, la ultraderecha fue relevada por la coalición conservadora moderada liderada por Donald Tusk a principios de este año y, desde entonces, apenas ha impulsado una reforma frágil. "El Gobierno demorará todo lo que pueda la implementación de la regulación europea", explica Piotr, reportero de la radio pública polaca y que, como su compañera italiana, prefiere no dar su apellido. 

"La sociedad quedó muy dividida y es difícil empezar las conversaciones a todos los niveles", añade. Piotr se lamenta de la baja conciencia sobre la importancia de la libertad de prensa en las redacciones, y lo justifica en que los periodistas tienen otras preocupaciones más inmediatas, ahogados por una precariedad que dificulta su supervivencia en el día a día. Con todo, la entrada de esta ley en este nuevo contexto político en Polonia hace que Bruselas mantenga su optimismo. “"enemos grandes esperanzas", concluye Riba.