Visita histórica

Corea del Norte y Rusia refuerzan su alianza con un acuerdo de defensa militar mutua

Putin llega a Corea del Norte por primera vez en 24 años para agradecer su "apoyo firme" en la guerra de Ucrania

Putin viaja a Corea del Norte para sellar una alianza estratégica con Kim Jong-un

Putin viaja a Corea del Norte para sellar una alianza estratégica con Kim Jong-un / GAVRIIL GRIGOROV / SPUTNIK / EFE

Adrián Foncillas

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La densa red de alianzas en Extremo Oriente amenaza con elevar cualquier ataque a un conflicto desbocado. A los variados acuerdos militares y compromisos de Defensa de Estados Unidos se suma desde este miércoles el férreo vínculo entre Corea del Norte y Rusia. En la visita de Vladímir Putin a Pionyang, la primera en un cuarto de siglo, ha germinado la promesa de auxilio mutuo. Su alcance es imprevisible. No se ha metido en ningún conflicto serio Corea del Norte en los últimos 75 años a pesar de su dialéctica belicosa mientras Rusia los ha coleccionado.

"Es un verdadero avance", ha juzgado Putin en rueda de prensa refiriéndose a la nueva alianza estratégica que actualiza y amplía los acuerdos firmados entre 1961 y 2001. Incluye, entre otros aspectos, la "asistencia mutua en caso de agresión contra alguna de las partes de este tratado", ha añadido. El acuerdo legitima el pertinaz envío de municiones de Pionyang a Moscú que ambos han negado. Las casi cinco millones de unidades, según cálculos de la inteligencia surcoreana, decuplican las llegadas desde la Unión Europea hasta Kiev el pasado año.

El aterrizaje de un dirigente en un país extranjero a las 3 de la mañana es una descortesía diplomática. Que a esas horas sea recibido a pie de pista sobre una alfombra roja por su homólogo con un fraternal abrazo dinamita la casuística. La ocasión lo merecía. No frecuenta Putin sus salidas al extranjero desde que sus tanques invadieron Ucrania ni recibe cada día Kim Jong-un, dictador del país más hermético del planeta, a líderes globales. Fue el inicio de la fanfarria: niños con globos, un paseo por las calles de la capital en una limusina descapotable, el innegociable desfile militar en la plaza Kim Il Sung... Kim y Putin, secundados por preeminentes representantes de sus gobiernos, hablaron durante casi dos horas. El tercer eslabón de la dinastía Kim calificó a Putin como el "más querido amigo del pueblo coreano" y le mostró su "absoluto apoyo y solidaridad" en la guerra en Ucrania, mientras el segundo le agradeció que ese apoyo fuera "constante e inquebrantable". "Me refiero a nuestra lucha contra la política hegemónica impuesta durante décadas, la política imperialista de Estados Unidos y sus satélites contra la Federación Rusa", aclaró.

Diatribas contra Occidente

A ambos les sobran motivos para los agradecimientos. Moscú vetó en marzo la resolución de la ONU para renovar el mandato del panel de expertos que supervisa el cumplimiento de las sanciones internacionales y se está esforzando en desmantelarlas.

La cita ofreció también las reivindicaciones de un mundo multipolar y las diatribas contra Occidente y Estados Unidos que abundan en las cumbres sinorusas. Putin aplaudió la acrisolada resistencia norcoreana contra las sanciones, chantajes y amenazas de Washington. En un artículo publicado en la prensa oficial en las vísperas de su llegada ya prometió esforzarse en levantar mecanismos comerciales y de Defensa "no controlados por Occidente" y una "arquitectura justa e indivisible en Eurasia".

Cuando Putin visitó Pionyang la última vez, su anfitrión actual estudiaba con nombre falso en un internado suizo. Sin el apoyo ruso a su abuelo, Kim Il Sung, como contrapeso a la influencia estadounidense al sur del paralelo 38, no sería quien es. Los acuerdos militares, comerciales y económicos firmados este miércoles le brindan un asidero alternativo que alivia su dependencia absoluta de Pekín. A los líderes norcoreanos, tercamente descritos como alocados e irracionales por Occidente, nunca les faltó la habilidad para bascular de un padrino a otro para asegurar su supervivencia durante décadas.

Primera visita de Estado a Vietnam, un aliado histórico, en una década

Tras la fructífera visita a Corea del Norte, el presidente ruso se desplazó este mismo miércoles a Vietnam en el que será su primer viaje en más de una década al país asiático, un histórico aliado de Moscú. El presidente vietnamita, To Lam, ha calificado la visita de Putin como un "hito importante" y considera a Rusia como una de sus prioridades en política exterior.

No ha trascendido qué asuntos van a tratar ambos mandatarios, que está previsto que se reúnan este jueves en el Palacio Presidencial de Hanói, aunque se espera que profundicen en su acuerdo de asociación estratégica integral. Vietnam solo cuenta con ese nivel de relaciones diplomáticas con otros seis países, incluidos China y Estados Unidos.

En un artículo de opinión publicado este miércoles en el periódico 'Nhan Dan', el medio oficial del Partido Comunista, Putin elogia a Vietnam por su postura "equilibrada" en la guerra de Ucrania y destaca los avances en materia de pagos, energía y comercio. Asimismo, aplaude al país del sudeste asiático por apoyar "una forma pragmática de resolver la crisis" en Ucrania.

La visita se vive con gran expectación en el país asiático, donde el líder ruso goza de gran popularidad, sobre todo entre los vietnamitas que vivieron los duros tiempos de la guerra y la posguerra en los que el apoyo soviético resultó fundamental.

Vietnam y Rusia comparten lazos históricos y raíces comunistas. Decenas de miles de dirigentes estudiaron en la Unión Soviética durante la Guerra Fría, incluido el actual líder de Partido Comunista de Vietnam, Nguyen Phu Trong.

Vietnam es el tercer país que visita Putin, después de China y Corea del Norte, desde que fue elegido para un quinto mandato el pasado mes de mayo. Sus viajes al extranjero se han limitado a raíz de la orden de detención lanzada por la Corte Internacional de Justicia por su supuesta implicación en crímenes de guerra en Ucrania. Ninguno de los tres países que ha pisado ni la propia Rusia son miembros de la corte.