Conflicto en Oriente Próximo

Los enfrentamientos entre Israel y Hizbulá alcanzan su momento más crítico desde el inicio de la guerra en Gaza

Tensión en el tercer frente de Israel: la escalada con Hizbulá acerca el horizonte de una guerra al sur del Líbano

Última hora sobre la guerra de Israel contra Gaza, en directo

La frontera norte de Israel aguarda los próximos pasos de Irán: "Hay que cortarle la cabeza a la serpiente"

Imagen de archivo de enfrentamientos entre Líbano e Israel

Imagen de archivo de enfrentamientos entre Líbano e Israel / Europa Press/Contacto/Ayal Margolin/JINI

Andrea López-Tomàs

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A ambos bandos de una frontera compartida, dos pueblos, supuestamente enemigos, sufren el mismo tormento. Aldeas vacías, con algunos edificios en ruinas, terrenos carbonizados, junto a unos cultivos y unos ingresos calcinados, y unos cielos de un azul profundo que parece imposible que acarreen tanta tragedia. Desde hace ocho meses, la también Línea Azul que separa Israel y el Líbano es escenario diario de escaramuzas entre el Ejército israelí y la milicia libanesa Hizbulá, que se han cobrado las vidas de 400 libaneses y unos 30 israelíes. En los últimos días, ha habido un aumento de la violencia entre los dos lados. Mientras la guerra contra Gaza no amaina, Tel Aviv y Washington contemplan con temor esta otra frontera que no se calla.

La mayoría de los 64.000 israelíes y 94.000 libaneses desplazados llevan más de 250 noches sin dormir en sus camas. Los primeros esperan en hoteles de lujo pagados por el Estado. Los segundos, en cambio, lo hacen en casas de familiares o en escuelas gestionadas por oenegés. Todos ellos, desde su refugio forzado, observan como esos enfrentamientos transfronterizos que habían dominado su otoño, su invierno y su primavera se convierten, a las puertas del verano, en una guerra de baja intensidad. Este miércoles ha tenido lugar la mayor escalada de violencia entre Israel y el Líbano desde que Hizbulá empezara a lanzar proyectiles el pasado 8 de octubre en paralelo a la invasión de Gaza. El Ejército israelí asesinó la noche anterior al comandante Taleb Sami Abdalá, el oficial de mayor rango de Hizbulá muerto desde el inicio del conflicto.

"Aumentaremos nuestros ataques"

Hizbulá, por su parte, no tardó en responder con una lluvia de proyectiles sin precedentes. Más de 215 cohetes fueron lanzados hacia Israel, provocando incendios y destrozos en hogares vacíos. “Aumentaremos la intensidad, fuerza, cantidad y calidad de nuestros ataques”, prometió Hashem Safieddine, alto funcionario de Hizbulá, en el funeral de Abdalá. Este jueves los ataques han continuado con otra cincuentena de proyectiles que han causado más fuegos y han herido a dos personas en suelo israelí. “El Líbano y Hizbulá, bajo la dirección de Irán, tienen toda la responsabilidad por el deterioro de la situación de seguridad en el norte”, ha dicho inmediatamente el portavoz del Gobierno israelí, David Mencer. “Ya sea mediante esfuerzos diplomáticos, o de otra manera, Israel restablecerá la seguridad en nuestra frontera norte”, ha asegurado.

Para muchos israelíes, incluido el primer ministro Binyamín Netanyahu, la única solución es una guerra total que acabe, de una vez por todas, con la milicia libanesa. Por eso, Estados Unidos ha expresado su preocupación ante una escalada que pueda conducir a semejante escenario. “Estamos preocupados por un aumento de la actividad en el norte”, ha dicho un portavoz adjunto del Pentágono tras la llamada entre el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, y su homólogo estadounidense, Lloyd Austin. “No queremos que esto se convierta en un conflicto regional amplio e instamos a que se reduzca la escalada”, ha añadido. Aunque Hizbulá ha declarado que dejara de atacar a Israel cuando este cese la guerra contra Gaza, que ya se ha cobrado la vida de más de 37.200 palestinos, un alto funcionario estadounidense citado por medios hebreos ha defendido que un alto el fuego en el enclave no es suficiente y que se necesitan acuerdos de seguridad específicos para la zona.

Resolución 1701

Washington tomó el relevo de Francia en las negociaciones indirectas entre ambos bandos. El objetivo es implementar la famosa resolución 1701 de Naciones Unidas, que dió por terminada la guerra de 2006 entre Israel y Hizbulá. Esta busca establecer una frontera clara, alejar a las fuerzas de la milicia hasta el norte del río Litani e impedir las violaciones diarias israelíes del espacio aéreo libanés. El zumbido de los drones y aviones son un sonido constante en la vida de sus vecinos libaneses. Este jueves, las fuerzas israelíes han llegado a usar una catapulta para lanzar bombas incendiarias contra el Líbano y provocar incendios al otro lado de la frontera, que puedan despejar la densa vegetación y ayudarles a identificar a los combatientes de Hizbulá que intentan infiltrarse en Israel o llevar a cabo otros ataques.

Ambos pueblos conocen las consecuencias de una guerra abierta. En el conflicto que los enfrentó en el 2006, más de 1.100 libaneses y otros 43 israelíes murieron. Durante 33 noches, un millón de desplazados en el Líbano y otros 300.000 en Israel tuvieron que abandonar sus hogares. La infraestructura libanesa quedó gravemente dañada por la violencia de los ataques israelíes.

Pero ahora las cosas han cambiado. Desde entonces, Hizbulá se ha hecho fuerte nacional y regionalmente. El arsenal de la milicia cuenta con misiles guiados con precisión, los cohetes Katyusha con mayor precisión, misiles antitanque y más de un millón de cohetes de diferentes tipos, según ha declarado un funcionario de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán a la revista 'Foreign Policy'. En Israel, saben que una guerra con Hizbulá les cambiaría para siempre, pero la mayoría están dispuestos a asumirla si eso implica que, después del conflicto total, la milicia desaparece y ellos pueden volver a casa.