Relaciones internacionales

La extraña amistad que conecta a Nauru y Rusia

El infierno perdido de Nauru

Desde los años 90 ambos países han tenido una relación poco habitual a pesar de la diferencia de peso que tienen en el mundo

China se ha postulado también como rival del Kremlin para influir en esta pequeña isla coralina del océano Pacífico

Miseria en Nauru. Imagen tomada antes de la celebración del Foro de las Islas del Pacífico en 2018

Miseria en Nauru. Imagen tomada antes de la celebración del Foro de las Islas del Pacífico en 2018 / MARK LEYRAL / AFP

Àlex Bustos

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De los 146 barrios de Moscú, solo 3 de ellos tienen una población menor que Nauru. Incluso 21 de ellos son más extensos que toda la isla. Este país es tan pequeño que oficialmente, no tiene capital. Sin embargo, a pesar de la obvia diferencia de tamaño, Rusia y Nauru tienen relaciones diplomáticas estrechas. No hay más que ver por ejemplo la lista de países que aceptan como independientes los estados no reconocidos que apoya Rusia en Georgia: además de otros países cercanos al Kremlin como Siria o Bielorrusia está esta pequeña isla del Pacífico. Este reconocimiento no le salió gratis – aunque sí barato – al Kremlin, que tuvo que ofrecer millones de dólares para contar con un apoyo más para sus aliados rebeldes.

Aunque Nauru, en mitad del gran azul que es el océano Pacífico, pueda parecer desinteresado en cuestiones del espacio post-soviético, tiene un buen aliciente para estar al tanto. Gracias a haber reconocido a Abjasia y Osetia del Sur como estados independientes en 2009, consiguió una donación de 50 millones de dólares a cambio al año siguiente. Aunque en términos de estados pueda parecer una minucia, para una isla como Nauru que solo cuenta con 10.000 habitantes es una auténtica fortuna, representaría un 38% del PIB del país en la actualidad. Este pequeño país, que fue el más rico del mundo en los años 70 gracias a su exportación de fosfato --hablando de PIB per cápita--, perdió gas cuando se acabaron sus reservas de estos minerales y ha pasado épocas de más dificultades por culpa de la corrupción y de las malas inversiones de su ejecutivo.

Y para apuntalar su economía, ha encontrado diferentes vías desde los años 90, cuando ya no se podía exportar más fosfato, como el convertirse en paraíso fiscal, campo de refugiados (desde el que se denuncian casos de tortura en los centros donde se interna a migrantes que intentan llegar a Australia) y receptor de ayuda internacional. El Director de la Universidad de Nueva Zelanda, Malakai Koloamatangi, citado por el portal australiano ABC, confirma que Nauru únicamente busca alinearse con Moscú por intereses económicos. “Lo hacen por el dinero, los fondos, y la asistencia financiera que puedan obtener del reconocimiento”. “Quizás le permita también contar con algo de voz en la arena internacional, pero principalmente se debe a razones económicas” añade.

Dinero ruso

La relación ruso-nauruana no empezó en 2009. Empezó en 1968, cuando Moscú apoyó la independencia del país y se afianzó en los duros años 90, los años del caos en la Federación Rusa tras la disolución de la URSS. Cuando las autoridades locales no gestionaron bien los ingresos de los años de bonanza, esos que situaron al país por delante de potencias como Estados Unidos o Alemania en PIB per cápita, se vieron obligados en buscar alternativas. Y una de las que surgieron es la de paraíso fiscal. Aunque abandonaron esta estrategia a principios de milenio, en los 90 las autoridades nauruanas permitieron que cualquier persona del mundo, sin necesidad de estar físicamente en Nauru, pudiera abrir una cuenta en el banco del país.

Aunque es difícil tener un registro exacto, se estima que solo en 1998 llegaron más de 70.000 millones de dólares provenientes de Rusia. Durante esa década se registraron al menos 104 bancos rusos en la isla de coral. En 2002 Nauru ya perdió su condición de paraíso fiscal por un cambio de política, propiciado entre otras razones, por las presiones estadounidenses. Parte de esta influencia también se puede explicar por Desmond Oppenheimer, uno de los pocos que podrían considerarse “oligarcas” en Nauru. Gracias a su ruso filia inundó el Pacífico de motocicletas Ural, neveras Atlant y otros productos de fabricación soviética y rusa. Este mismo en un artículo del diario ruso Nóvaya Gazeta incluso habla de la posibilidad de que Moscú pudiera establecer una base de monitoreo en la isla para espiar a los EUA. Otro de los alicientes rusos en esta parte del mundo es la pesca. En el mismo texto de Nóvaya Gazeta, el ministro de Pesca nauruano, Roland Kuhn, explica indirectamente como Rusia pesca en la zona. "Para que la flota rusa pesque en el Océano Pacífico, necesita obtener permiso del sindicato pesquero, comprar una licencia y pagar un impuesto. Pero si un barco ruso enarbola la bandera de Nauru, no tiene que pagar impuestos" narra el político oceánico.

Fruto de buenas relaciones, los ciudadanos rusos son uno de los pocos que pueden visitar el país sin pedir un visado de antemano, junto con algunos países de la misma Polinesia y alguna otra excepción. Esto se extiende a los aliados de las repúblicas rebeldes de Osetia del Sur y Abjasia, que ponen facilidades para los nauruanos que decidan visitar sus antípodas para ir a estos territorios. En Osetia del Sur incluso se aprobó que los ciudadanos de esta pequeña isla podrían visitar su territorio sin ningún obstáculo aunque no se llegó a ratificar dicha medida.

Por ahora, Rusia conserva parte de su capacidad de convicción en este pequeño estado, aunque no siempre le apoye en las votaciones de las Naciones Unidas como las que condenan la guerra ruso ucraniana, en las que votó a favor de que las tropas rusas abandonen Ucrania.  Ahora quién busca ganar terreno a Moscú es Pekín. Nauru, tras haber reconocido a Taiwán en el pasado (a cambio de dinero), ha vuelto a mirar al gigante asiático, recordando que en el pasado reconocer a la República Popular China le permitió recibir 130 millones de dólares en ayuda en 2002. Buscando el calor chino, rompieron relaciones diplomáticas con Taiwán en enero de este 2024.

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