Cita con las urnas

Bélgica pone a prueba el cordón sanitario a la extrema derecha en una triple jornada electoral

Los belgas acuden este domingo 9 de junio a las urnas para elegir a sus representantes al Parlamento Europeo, federal y regional con la ultraderecha del Vlaams Belang en alza en Flandes

Un candidato triunfa en la campaña electoral belga con su atuendo con camiseta imperio

El primer ministro belga, Alexander de Croo.

El primer ministro belga, Alexander de Croo. / KENZO TRIBOUILLARD / AFP

Silvia Martinez

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Este domingo, 9 de junio, los ciudadanos de Bélgica no solo tendrán que a elegir a los 22 eurodiputados que se reparte el país, de los 720 que formarán parte del próximo Parlamento Europeo. También tendrán que escoger a los 313 diputados que conformarán los cuatro parlamentos regionales --Valonia, Bruselas capital, Flandes y de la Comunidad germanófona-- y a los 150 que se sentarán en el próximo Parlamento federal. Un ejercicio político siempre complicado en un país sumamente fragmentado, en el que suele llevar meses negociar la formación de un gobierno --el récord está en 541 días en 2011 o 662 en 2020 si se incluye el período en funciones-- y donde los sondeos auguran un viraje a la derecha y la victoria, por primera vez en la historia, del partido ultraderechista flamenco Vlaams Belang (VB), objeto de un cordón sanitario desde hace 30 años y que a priori seguirá vivo.

Según las encuestas, la actual coalición de gobierno que lidera el primer ministro saliente. Alexander de Croo, denominada Vivaldi y compuesta por siete formaciones políticas como los liberales (MR y Open VLD), socialistas (PS y Vooruit) y ecologistas de Flandes y Valonia (Ecolo y Groen) así como los democristianos de Flandes (CD&V), no obtendrá los apoyos necesarios para repetir otros cuatro años más al frente del Gobierno federal belga. Se quedarían con 72 escaños, por debajo del umbral de 76 necesarios para lograr la mayoría y lejos de los 87 que obtuvieron en 2019.

Las siete formaciones necesitaron 493 días para negociar el Ejecutivo que dejó fuera de las instituciones federales al partido más votado entonces, los nacionalistas flamencos de la N-VA. La novedad ahora es que esta formación, que ocupó carteras ministeriales en el Gobierno federal de Charles Michel, no ganará el superdomingo electoral. "Un flamenco de cada tres prefiere el original a la copia, es decir, la verdadera extrema derecha", sostiene el politólogo flamenco Dave Sinardet. Esto significa que, si se confirman las encuestas, el gran vencedor de los comicios en un país donde no hay partidos nacionales será el ultraderechista VB, que en el hemiciclo europeo comparte bancada con la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen, la Liga italiana de Matteo Salvini o el Partido por la Libertad del holandés Geert Wilders.

Sorpasso a la N-VA

Hace cuatro años la formación que lidera Tom van Grieken no fue capaz de superar a la N-VA que preside Bart de Wever. Ahora, el partido ultraderechista y antiinmigración podría dar definitivamente el sorpasso y convertirse en la primera fuerza política de la rica Flandes con el 26,88% de los votos y 26 escaños en la Cámara federal, por delante del 20,6% de la N-VA, que a su vez superaría a socialdemócratas, democristianos, la izquierda radical del Partido de los Trabajadores (PVDA), los liberales y los verdes. Para lograrl,o Van Grieken ha echado mano de las redes sociales, suavizado las formas y moderado algo el lenguaje, aunque en el fondo siguen defendiendo lo mismo: una Flandes independiente, una seguridad social flamenca, menos carga fiscal, una política de inmigración restrictiva, la expulsión de los extranjeros que cometan delitos graves, la retirada del reconocimiento del culto islámico y una investigación exhaustiva de todas las mezquitas, organizaciones islámicas, profesores de islam e imanes.

La fotografía que arrojan los sondeos en Valonia, la región situada al sur de Bélgica, es completamente diferente. Si el norte vira a la derecha, el sur lo hará a la izquierda. Al igual que en Flandes o en la capital belga los ecologistas caen, pero en cabeza no estará la extrema derecha sino los socialistas, que esperan colocar a Paul Magnette como primer ministro del futuro ejecutivo federal, y los liberales, por delante del movimiento democristiano Les Engagés y el PTB, equivalente al flamenco PVDA, que cosecharía también un importante 16%. En Bruselas capital, mientras tanto, las encuestas sitúan en cabeza a los liberales, por delante de la izquierda comunista, los socialdemócratas y los ecologistas, muy por delante del VB y la N-VA.

Escenario fragmentado

"En un momento en que la extrema derecha vive un renacimiento en muchos países europeos, en Bélgica se enfrenta a un destino singular", con "excelente salud en Flandes" aunque "confinado a los márgenes del poder" gracias "al cordón sanitario adoptado por los principales partidos hace más de 30 años" e inexistente en Valonia, apunta el analista del Crisp, Benjamin Biard. Esta situación augura un escenario fragmentado y largas negociaciones. En primer lugar, porque los belgas tendrán que acudir de nuevo a las urnas en octubre a elegir a sus alcaldes y concejales y es poco probable que los partidos quieran desvelar sus cartas antes de esos comicios.

En todo caso, la primera incógnita por despejar será el peso exacto de los partidos de los extremos y si se mantendrá el cordón sanitario para mantener fuera del poder al Vlaams Belang (y al PTB). Según las encuestas, estas dos formaciones, junto con la N-VA, podrían obtener 65 de los 150 escaños del Parlamento federal lo que dejaría poco margen de maniobra al resto de fuerzas moderadas que, con 85 diputados sumarían tan solo 9 más que los 76 necesarios para formar la mayoría. Esto obligaría a aglutinar a muchas fuerzas distintas de norte y sur del país entorno a una coalición en la que esta vez quiere estar De Weber, un compañero de viaje al que algunos políticos les gustaría tener a bordo.

La revolución confederal de la N-VA

Es el caso del jefe de filas de los liberales francófonos e incluso el actual primer ministro De Croo para quien su gobierno ideal estaría formado por liberales y democristianos de norte y sur y la N-VA, cuyo presidente ha dejado claro en la recta final de la campaña que la independencia, que figura en en el primer punto de sus estatutos, es algo del pasado y que aspira a impulsar una reforma del Estado para avanzar hacia la "revolución confederal". "Si el confederalismo funciona bien, ya no es necesario un Flandes independiente", decía este jueves a la cadena VRT. "El sueño del Movimiento Flamenco siempre ha sido la independencia. (...) La cuestión es qué significa la independencia en el siglo XXI, en un contexto geopolítico que no pinta bien", apuntaba avisando que el federalismo belga ha fracasado.

De Wever además ha excluido una posible "entente" con el VB aunque a algunos en su partido sí les gustaría. "Se trata de una cuestión extremadamente difícil: ¿cómo detenemos el crecimiento de las ideas extremistas? ¿Debemos decirnos a nosotros mismos que les dejaremos subir al poder y veremos qué pasa? ¿O no debemos hacerlo en absoluto? Es un debate que sigue vivo en varios partidos", reconocía recientemente el alcalde de Amberes en otra entrevista en la VRT. En campaña también ha avanzado que no está dispuesto a romper el cordón sanitario a nivel federal y normalizar en las instituciones a un Vlaams Belang que sigue ganando (a su costa). "Si el VB es el partido mayoritario, los demás no podrán esconderse detrás del cordón antidemocrático", avisa van Grieken.