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Igleisa ortodoxa de Cristo Salvador

Igleisa ortodoxa de Cristo Salvador / Àlex Bustos

Àlex Bustos

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Aunque la URSS mantuvo la doctrina del ateísmo de estado, muchos rusos mantuvieron de una forma u otra sus creencias, que revivieron cuando se acabó el comunismo. Incluso religiones prácticamente desaparecidas en los años 90 han ganado notoriedad en los últimos años

Históricamente uno de los factores que definía la unidad de los rusos era “el alma rusa”. Este tópico literario del siglo XIX es algo que ha permeado hasta nuestros días y cientos de templos de diferentes confesiones prueban que, aunque el cristianismo ortodoxo es el rey, otras muchas fes tienen su lugar en la capital del país euroasiático. Y es que con el giro conservador que ha dado Rusia desde los años 90 y la importancia de la Iglesia ortodoxa para el putinismo, las religiones han recuperado el peso que tuvieron antes de la llegada del ateísmo de estado impuesto por la URSS. Las miles de campanas que repican los domingos en los campanarios de iglesias ortodoxas, protestantes, católicas y de viejos creyentes o 'raskólniki' de Moscú ejemplifican el peso de la religión en el país.

Pocos templos son más emblemáticos en Rusia que la catedral del Cristo Salvador. No solo es la de mayor tamaño de toda Rusia, sino que también explica la historia del siglo XX. Construida por los zares, derruida por los bolcheviques (y convertida en piscina al aire libre) y hecha de cero nuevamente en los años 90, hoy en día es además uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad. Los mosaicos en el techo, los iconos dorados y el amplio espacio recupera el estilo bizantino aunque no llega ni a los 30 años de su creación. Lyudmila, una mujer muy creyente, cree que la fe es muy importante. “Aunque tenemos gente que no es ortodoxa, para mí es importante que nuestro país siga un camino ortodoxo”enfatiza. Dicho y hecho, el Gobierno ha apoyado desde la caída del comunismo la construcción de 25.000 templos ortodoxos en todo el país.

Una celebración judía en Moscú

Una celebración judía en Moscú / Âlex Bustos

Más allá de la dominación de la principal fe, el paradigma de lo que es Rusia, a nivel religioso, es un pequeño parque en el barrio de Otradnoye, al norte de la ciudad. En este lugar hay a menos de 1 kilómetro entre sí una iglesia ortodoxa, el principal templo budista de Moscú, una sinagoga y una mezquita. “Esto no lo verás en ninguna otra parte del mundo, parece el río Jordán” (situado en una importante región para Islam, Cristianismo y Judaísmo) comenta Mijáil, uno de los asistentes a la celebración del Lag Bao-Mer, una festividad judía en la que se conmemora el aniversario de la muerte del rabino Shimón bar Yohaï. Los presentes se muestran hospitalarios e incluso invitan a gente no judía al evento, durante el cual hacen un fuego que durará toda la noche. Eso sí, cualquier hombre que quiera participar deberá taparse la coronilla con una kipá, independientemente de su confesión.

El templo budista y la mezquita

Lejos de las montañas tibetanas y de las enormes llanuras de Mongolia, hay un templo budista al que unos pocos fieles asisten. La mayor parte de ellos tienen rasgos asiáticos, algunos de ellos provienen de la región de Kalmikia, la única de Europa de mayoría budista.  Desde el templo y las ruedas de plegaria se pueden albirar los minaretes de la mezquita cercana y los bloques de pisos de la época soviética, y también se oye el jolgorio proveniente de la sinagoga. Dentro, un monje ofrece comida a unos pocos visitantes, la mayor parte de ellos budistas. Mientras tanto, un hombre étnicamente ruso reza en la posición del loto mientras recita mantras sin cesar. Cuando se le pregunta si es habitual que haya rusos étnicos que se hagan budistas, el monje, Yonten, señala con la mano abierta a la mitad de los presentes. Sobre la relación del budismo tibetano y las otras religiones de la capital, se muestra pragmático. “Discutir de religión no es inteligente.  ¿Verdad que cuando se tiene dolor de cabeza cada uno tiene sus métodos? Pues cada uno tiene su camino en la fe” explica este calmuco.

Pagoda budista

Pagoda budista / Àlex Bustos

Este pragmatismo no ha sido siempre lo que ha marcado la relación entre ortodoxos y católicos, que se veían mutuamente como herejes. Algo que a día de hoy es minoritario. Así lo atestiguan templos como una las catedrales católicas de Moscú. La principal diferencia con templos italianos o españoles es que en su interior se escucha el “Padre Nuestro” en ruso. Aún y así, el domingo algunas de las misas que se dan se hacen en polaco, español y portugués, lenguas de las principales minorías católicas del país euroasiático. Uno de los asistentes al oficio es Charles, un hombre nigeriano afincado en Moscú. Apunta que para él vivir en un país ortodoxo “no es ningún problema, estoy bien en Rusia”.

Musulmanes y paganos

La religión más denostada en la actualidad por los sectores más radicales de la sociedad, el Islam, también tiene un importante espacio en la capital rusa, ya que a nivel nacional, es la segunda religión por número de creyentes, un 6,5% de los rusos son musulmanes. En Moscú hay una de las mezquitas más importantes del país y en sus terrenos principalmente se ve a gente de rasgos asiáticos y de tez morena, que indican una más que probable ascendencia respectivamente de Asia Central y el Cáucaso. Uno de ellos es Shermamat, un ruso de origen kirguís. Lamenta que a veces los practicantes de otras religiones “no saben nada del Islam”. Aunque hubo un repunte del rechazo de algunos moscovitas a los tadjikos/musulmanes tras el atentado del Crocus City Hall, él mismo cree que no fue relevante. “Ellos no eran musulmanes, eran terroristas. Eso los rusos lo saben” argumenta.

Además, hay otras confesiones aún menos conocidas, algunas de ellas incluso en los años 90 habían casi desaparecido. Es por ejemplo el caso de Rodnoveri, la antigua religión eslava, aquella que profesaban las tribus eslavas antes de convertirse al cristianismo ortodoxo en la Edad Media. Según estadísticas oficiales solo el 1,2% de los rusos se declaran creyentes de esta fe politeísta. Debido a la actitud extremista de algunos de sus miembros, que eran abiertamente neonazis y hablaban de “pureza de la raza” entre otros términos parecidos, la difusión de este credo se ha estancado.

Otra de las fes poco conocidas con orígenes ancestrales es la variante del cristianismo conocida como “los viejos creyentes”, cuyos representantes más famosos fueron la familia Likovy. Estos estuvieron viviendo durante décadas como amish en mitad de la taiga de Siberia, sin electricidad, carbón o plástico entre muchos otros productos básicos contemporáne. Aunque la gran mayoría viven con las comodidades de la vida moderna, si es cierto que los principales dogmas de su religión provienen del rechazo de algunos ortodoxos a las reformas modernizadoras del patriarca Nikon en el siglo XVII. La mayor parte de sus iglesias se encuentran en zonas remotas, aunque en Moscú tienen una.

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