Elecciones europeas

La batalla contra la abstención irrumpe en la campaña electoral europea en Italia

Pese a que la abstención ha crecido en Italia desde 1979, las encuestas ahora auguran un retroceso de la baja participación

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La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el titular de Infraestructuras y Transporte, Matteo Salvini.

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el titular de Infraestructuras y Transporte, Matteo Salvini. / FABRIZIO CORRADETTI / LPS / ZUMA

Irene Savio

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Italia está llena en estos días de vallas publicitarias de Giorgia Meloni, Matteo Salvini y Antonio Tajani. Nadie parece haber invertido tanto como la primera ministra y sus dos vicepresidentes en la campaña para las elecciones europeas de junio. Sus rostros y eslóganes (“Más Italia. Menos Europa”, reza uno llamativo del líder de la Liga) se pasean por Roma en autobuses que recorren de punta a punta la ciudad; se ven en supermercados, bares y centros comerciales, así como en otras zonas de gran afluencia. En el caso de Tajani, el líder de Forza Italia, su voz (retransmitida por altavoces) incluso inunda los pasillos del aeropuerto romano de Fiumicino, el de más tráfico del país.

A pocos les llama la atención. Los comicios europeos, antaño de escaso interés para el común de los políticos italianos, ya desde hace algunos años suscitan pasión en el poder político local. Pero si esta no es, en cierta manera, una novedad, otra tendencia correlacionada ha irrumpido en la campaña electoral en curso: el interés por movilizar a indecisos y abstencionistas. La razón es que la abstención ha crecido de forma constante en las últimas décadas en Italia (desde el 14,3% de 1979 al 45,5% de 2019), pero las últimas encuestas auguran una tendencia ligeramente inversa para las próximas elecciones, es decir, se prevé una participación más alta que hace cinco años.

Incluso el subsecretario Alfredo Mantovano, el principal enlace del Gobierno de Meloni con los servicios de inteligencia italianos, ha dejado claro que el fenómeno está siendo actualmente vigilado por su despacho. La razón, ha dicho días atrás Mantovano, es que lo que se teme es que Rusia intente frenar esta tendencia y “alimente la abstención”. “Ya ocurrió el año pasado [en las elecciones generales] en España. No buscaron favorecer una parte política, […] sino desacreditar un sistema entero. Y cuando esto ocurre perdemos todos”, ha argumentado, al precisar que la información también procede de fuentes de países aliados.

Candidatos extravagantes

Cierto o no, la lucha contra el abstencionismo también es de creciente interés de la sociedad civil. Un ejemplo es el Partido de los Abstencionistas. Fundado en 2022 por algunos jóvenes universitarios, este grupo no concurrirá en las europeas, pero sí se ha activado (con voluntarios en todo el país) para intentar superar la desafección política de los jóvenes y animarles a votar. “No queremos incentivar la abstención sino reactivar la participación en un contexto de una profunda desilusión de los jóvenes, convencidos de que su voto no cuenta”, ha explicado el abogado Mattia Angeleri, uno de los promotores de la iniciativa. “El nuestro es [un grito] de SOS de una generación”, han escrito en su página web.

El fenómeno coincide, además, con la puesta en marcha de tácticas controvertidas de partidos en horas bajas. Es el caso de la Liga de Salvini, quien ha elegido a Roberto Vannacci, un general con ideas xenófobas y con inclinaciones supremacistas (que semana sí y semana también está en los diarios italianos) como su número uno en su lista para las elecciones europeas; esto a pesar de las varias voces críticas dentro de este propio partido.

Sorprendentemente, quienes no confíen en las ideas de Vannacci podrán votar a Alessandra Mussolini, nieta del difunto dictador Benito Mussolini y que, después de años de políticas de extrema derecha, últimamente se ha dedicado a defender a la comunidad LGBTQ. Concurrirá con Forza Italia, el partido de Tajani. Diversos periodistas, intelectuales, estrellas de televisión y activistas, en cambio, han sido elegidos para ser parte de los candidatos del Partido Democrático (PD), la principal formación de centroizquierda, y el resto de partidos de la izquierda (que incluso ha presentado a una candidata detenida en Hungría); siendo este, en los últimos años, el bando más afectado por la abstención.

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