Tensión en el Cáucaso

La presidenta de Georgia veta la ley de agentes extranjeros, que pretende acabar con la disidencia

Es una norma similar a una de la legislación rusa con la que Moscú marca a los críticos contra el Gobierno

Un manifestante sostiene un cartel durante una manifestación contra la ley de "agentes extranjera" frente al Parlamento de Georgia en Tbilisi.

Un manifestante sostiene un cartel durante una manifestación contra la ley de "agentes extranjera" frente al Parlamento de Georgia en Tbilisi. / Vano Shlamov

Irene Savio

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La presidenta de Georgia, Salome Zourabichvili, ha vetado este sábado la polémica Ley de Transparencia sobre Influencia Extranjera. La iniciativa legislativa había sido aprobada esta semana en tercera lectura por el Parlamento georgiano, controlado por Kartuli Otsneba (Sueño Georgiano), la formación que gobierna el país desde 2012. Ni semanas de multitudinarias protestas en las calles de la capital, ni las advertencias de Estados Unidos y de la Unión Europea —que incluso avisó de que le podría retirar el estatus de país candidato, recientemente otorgado— han servido para frenar al Gobierno de Tiflis. Esto finalmente ha ocurrido de la mano de Zurabishvili, ahora reconvertida en el rostro más visible de la oposición al primer ministro, Irakli Kobakhidze.

La decisión era esperada. Zurabishvili tenía casi dos semanas de tiempo para pronunciarse, pero ella misma la había comunicado abiertamente poco después de la aprobación el martes de la medida por parte del Parlamento, el paso previo a que llegara a su despacho. Con esto como punto de partida, la presidenta georgiana apareció el sábado en la tarde en una rueda de prensa no anunciada y explicó su rechazo por esta norma que exigiría a las organizaciones que reciban más del 20% de su financiación desde fuera que se registren como agentes extranjeros. De no hacerlo, se enfrentarían a multas draconianas.

Dos jóvenes se cubre con las banderas de la Unión Europea y Georgia durante la protesta en Tbilisi por la Ley de agentes secretos..

Dos jóvenes se cubre con las banderas de la Unión Europea y Georgia durante la protesta en Tbilisi por la Ley de agentes secretos.. / Irene Savio

“La ley no puede ser objeto de ningún cambio o mejora. Debe ser derogada”, afirmó Zurabishvili. Por eso, “he vetado la ley rusa”, añadió, al emplear el nombre dado por los críticos a la propuesta legislativa, similar a la que Rusia ha empleado para perseguir a la oposición desde 2012. “Por su contenido y su espíritu, es rusa y contradice nuestra Constitución y todos los estándares europeos. Obstruye nuestro camino a Europa”, argumentó. “El veto de Zurabishvili nos da la posibilidad de seguir reflexionando. Esta ley no está en línea con los valores y el camino hacia la Unión Europea”, comentó el propio presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, tras conocerse la noticia. 

Caos en Tiflis

La decisión de Zurabishvili devuelve de esta manera la pelota al Parlamento georgiano, que ahora tiene la facultad de retirar ese veto y volver a presentar y aprobar la legislación, lo que podría ocurrir incluso en un plazo de seis semanas, según observadores. La incógnita que se deberá despejar es, por tanto, si las presiones de la UE y EEUU —en la semana James O'Brien, el subsecretario del Departamento de Estado de Estados Unidos para cuestiones euroasiáticas, visitó el país—, servirán para que el Gobierno georgiano dé un paso atrás, como ya hizo el año pasado (cuando también presentó y luego retiró su propuesta). 

La jornada también se caracterizó por incidentes que afectaron a miembros de la frágil oposición georgiana. Ese fue el caso de Lasha Farulava, diputado de principal fuerza de la oposición, Movimiento Nacional Unido. Según contó Farulava, su padre recibió una llamada telefónica de intimidación, tras lo cual se sintió mal y tuvo que ser trasladado al hospital. “Mi padre está ahora en la UCI. Lo llamaron y lo amenazaron con destruirme físicamente”, ha contado el diputado opositor, el enésimo en denunciar este tipo de agresiones y violencias contra miembros de la oposición o de la sociedad civil en Georgia. Un clima al que se sumó la enésima protesta ciudadana delante del Parlamento georgiano, que al anochecer ya había congregado a centenares de inconformes en el centro de la capital de Georgia.